martes, 14 de septiembre de 2021

LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

 


               Cuenta la Historia que Cosroes II, rey persa de la dinastía de los sasánidas, que accedió al trono de manos del emperador bizantino Mauricio, rompió la alianza entre ambos imperios al ser asesinado dicho emperador y toda su familia por Focas, en noviembre del año 602, y aprovechó para atacar al imperio bizantino, reconquistando la provincia de Mesopotamia, tomando Damasco en el año 613, y Jerusalén en el año 614, causando graves daños a la Iglesia del Santo Sepulcro y llevándose consigo la Vera Cruz como trofeo que, se dice, colocó en el escabel de su trono para demostrar su desprecio por los Cristianos. 

               Mientras tanto, depuesto y ejecutado el Emperador Focas por Heraclio, que fue proclamado Emperador del Imperio Bizantino en el año 610, comenzó una serie de campañas contra el imperio persa, al principio desastrosas, pues los persas conquistaron Palestina y Egipto, devastaron Anatolia, y llegaron hasta las misma puertas de Constantinopla; acordada la paz a cambio de onerosas condiciones - un tributo anual de mil talentos de oro, mil talentos de plata, mil vestidos de seda, mil caballos y mil vírgenes para el rey persa -, el emperador Heraclio la utilizó para reconstruir el ejercito imperial, y el 5 de Abril del año  622 partió de Constantinopla, agrupó sus fuerzas en Asia Menor, y lanzó una nueva contraofensiva que, en sucesivas campañas a lo largo de varios años, le llevó hasta las mismas puertas de Ctesifonte, la capital del imperio persa; el rey Cosroes II fue depuesto y asesinado tras un golpe de estado dirigido por su hijo Kavdad II que inmediatamente buscó un acuerdo de paz, aceptando la retirada de todos los territorios ocupados, un golpe del que el imperio persa ya no se recuperó.

               La Santa Cruz fue recuperada, y restaurada a su ubicación en Jerusalén en el año 630, en una ceremonia majestuosa en la que el emperador Heraclio, con toda la pompa propia del esplendor imperial bizantino, quiso cargar con la Vera Cruz, como había hecho Cristo a través de la ciudad, pero tan pronto puso el madero al hombro e intentó avanzar hacia el recinto sagrado, no pudo hacerlo y quedó paralizado. 

               El Patriarca de Jerusalén, Zacarías, que iba a su lado, le indicó que todo aquel esplendor imperial era contrario a la humildad y dolores de Cristo Nuestro Señor cuando iba cargando con la Bendita Cruz por el Vía Crucis; Heraclio comprendió y se humilló, despojado de su atuendo imperial, depuesta la majestad de sus mantos y de su corona, con ceniza en la cabeza, sayal de penitente y descalzo, la Santa Cruz se volvió ligera en sus brazos y pudo entonces avanzar sin dificultad seguido por todo el pueblo hasta dejar la Cruz en el sitio donde había sido venerada antes del saqueo.


Himno Vexilla Regis

compuesto en el año 569 
por San Venancio Fortunato


Vexilla regis prodeunt:

fulget Crucis mysterium,

quo carne carnis conditor,

suspensus est patibulo.

Vexilla regis prodeunt:

fulget Crucis mysterium,

qua vita mortem pertulit,

et morte vitam protulit.

Impleta sunt quae concinit

David fideli carmine,

dicendo nationibus :

Regnavit a ligno Deus.

Quo vulneratus insuper

mucrone diro lanceae,

ut nos lavaret crimine,

manavit unda sanguine.

Beata, cuius brachiis

sæculi pependit pretium;

statera facta est corporis

prædam tulitque tartari.

O Crux, ave, spes unica,

hoc passionis tempore:

adauge piis gratiam,

reisque dele crimina.

Arbor decora fulgida

ornata regis purpura,

electa digno stipite,

tam sancta membra tangere.

Te, fons salutis, Trinitas,

collaudet omnis spiritus;

quos per crucis mysterium

salvas fove per sæcula. 

Amen.

Te, fons salutis, Trinitas,

collaudet omnis spiritus;

quibus Crucis victoriam

largiris adde proemium

Amen.





TRADUCCIÓN


                 Las banderas del Rey avanzan: resplandece el misterio de la Cruz, donde el creador de la carne, está suspendido en carne en un patíbulo.

                 Las banderas del Rey avanzan: resplandece el misterio de la Cruz, sobre ella la vida soportó la muerte y con la muerte llegó la vida.

                 Se cumplieron ya de David sus proféticos cantares en los que dijo a las naciones: reinó Dios desde un madero.

                 Donde herido además por la punta terrible de la lanza, para lavarnos de la acusación, manó agua con sangre.

                 Dichosa tú, de cuyos brazos, estuvo pendiente el rescate del mundo; se hizo balanza de su propio cuerpo y arrebató la presa del infierno.

                 Salve, oh Cruz, esperanza única, en este tiempo de pasión: aumenta a los justos la santidad y a los reos borra sus culpas.

                 Oh árbol bello y refulgente hermoseado con la púrpura del Rey, escogido del más digno tronco, para tocar tan santos miembros.

                ¡Oh Trinidad, fuente de salvación!, que todo espíritu te alabe; a los que por el misterio de la Cruz salvas, guárdalos del mal por siempre. Así sea.

                 ¡Oh Trinidad, fuente de salvación!, que todo espíritu te alabe; y a los que haces partícipes de la victoria de la Cruz. Dales su recompensa. Así sea.





EL MISTERIO DE LA CRUZ
EN LA DOCTRINA DE LOS SANTOS


               "En todos nuestros viajes y movimientos, en todas nuestras salidas y llegadas, al ponernos nuestros zapatos, al tomar un baño, en la mesa, al prender nuestras velas, al acostarnos, al sentarnos, en cualquiera de las tareas en que nos ocupemos, marcamos nuestras frentes con el signo de la Cruz." Tertuliano

               "Haced la señal de la Cruz al comer, al beber, cuando os sentáis y cuando os acostáis, y para decirlo en una palabra, en todos tiempos y en todas ocasiones." San Cirilo de Jerusalén

               "Si eres tentado, persígnate la frente con piedad; ya que este es el Signo de la Pasión, conocido y experimentado contra el Diablo. Hazlo con Fe, no para ser visto por los hombres, sino para usarlo hábilmente, como un amparo. Ya que el Adversario, cuando ve la fuerza que surge del interior mismo del hombre, que animado por el Verbo refleja su imagen en el exterior, es alejado por el Espíritu que mora en su corazón. Para simbolizar esto, el Cordero Pascual se inmoló, y Moisés, con su sangre, roció y untó el umbral y los montantes de las puertas. Así demostraba la Fe que está ahora en nosotros, en el Cordero Perfecto, persignándonos la frente y los ojos con la mano, alejamos al que trata de exterminarnos." San Hipólito

                "Dobla la rodilla y adora conmovidso el venerable Madero de la Cruz; y orando con corazón humilde en la tierra empapada con la Sangre Inocente, derrámate en lágrimas." Diácono Rusticus

                "En la criba de los sufrimientos es donde se hace la separación del grano y de la paja: el que se inclina bajo la Cruz y se resigna amorosamente a la Voluntad de Dios, es el buen grano para el Cielo; y el que murmura, se irrita y se aleja por consiguiente del Buen Dios, es paja destinada al fuego." San Agustín de Hipona

                 "La Cruz es el bastón de nuestra peregrinación." Santa Catalina de Siena

                "La medida del poder llevar una Cruz grande o pequeña es la del Amor". Santa Teresa de Jesús

                "Si quieres poseer a Cristo no le busques nunca sin la Cruz." San Juan de la Cruz 

               "Vivir de Amor no es en la cima del Tabor su tienda plantar el peregrino de la vida. Es subir al Calvario siguiendo las huellas de Jesús, y valorar la Cruz como un tesoro." Santa Teresita de Lisieux

                "No queráis huir de aquella Cruz que Dios os manda, porque de seguro tropezaréis con otra mayor." San Felipe Neri

                "Fuera de la Cruz no hay camino por donde pueda subirse al Cielo". Santa Rosa de Lima 

               "En la cama, con mi Cruz, soy más feliz que una reina en su trono". Santa Bernarda de Lourdes  

                "No hay empresa más noble que la de levantar y desplegar al viento las banderas de Nuestro Rey ante aquellos que han seguido banderas falaces y la de reconquistar para la Cruz Victoriosa a los que de ella, por desgracia, se han separado". Papa Pío XII

               "La Cruz es la bandera de los elegidos. No nos separemos de ella y cantaremos victoria en toda batalla". Padre Pío de Pieltrecina






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