domingo, 19 de septiembre de 2021

175 ANIVERSARIO de la APARICIÓN DE LA VIRGEN en la aldea francesa de LA SALETTE

 

Si quiero que Mi Hijo no os abandone, 
estoy encargada de rogarle sin cesar por vosotros





               Nuestra Santa Madre, la Virgen Santísima, nunca nos desampara: siempre se ha hecho presente en la Historia cuando las circunstancias así lo requerían; por eso vino a Zaragoza, en un milagro de bilocación -pues aún vivía en este mundo- para aparecerse al Apóstol Santiago y apoyar su labor evangelizadora, dejando muestra visible de Su paso en el glorioso Pilar que aún hoy se venera. Desde entonces, la Virgen ha continuado apareciéndose en multitud de lugares y la mayoría de las veces, a niños, aunque también a almas muy humildes e incluso a pecadores o renegados de la Religión Católica; almas que Nuestra Señora conquista con Su mirada para hacerlas partícipes de Sus anhelos por la salvación de los hombres...

              La Celestial Aparición que hoy rememoramos en su 175 Aniversario, tuvo lugar en una meseta montañosa, a 1840 metros, al sudeste de Francia, en la aldea de La Salette, en el distrito de Grenoble, cantón de Corps. Un niño llamado Maximino Giraud, de once años y Melania Calvat Mathieu, de catorce, estaban cuidando el ganado. Melania estaba acostumbrada y entrenada a este tipo de trabajo desde que tenía nueve años de edad, pero todo era nuevo para Maximino. Su padre le había pedido que lo hiciera como un acto generoso para cooperar con el granjero que tenía a su ayudante enfermo por esos días. Ambos pobres y cuasi analfabetos, hablaban en el dialecto local, patué; entendían el francés pero no podían pronunciarlo sin errores.


RELATO DE LA APARICIÓN DE LA VIRGEN 
EN LA ALDEA FRANCESA DE LA SALETTE

(El texto en letra cursiva corresponde al testimonio 
oficial de la vidente, Melania Calvat)




               El día 18 de Septiembre, de 1846, víspera de la Aparición de la Santísima Virgen, estaba yo sola como siempre cuidando el ganado de mi amo, alrededor de las once de la mañana vi a un niño que se aproximaba hacía mí. Por un momento tuve miedo, pues me parecía que todos deben saber que evitaba todo tipo de compañía. El niño se acercó y me dijo:

               "Hey niña, voy a ir contigo, soy de Corps". A estas palabras mi malicia natural se mostró y le dije: "No quiero a nadie a mi alrededor. Quiero estar sola". Pero el, siguiéndome, dijo: "Mi amo me envió aquí para que contigo cuidara el ganado. Vengo de Corps". Me separé molesta de él, dándole a entender que no quería a nadie alrededor mío. Cuando estaba ya a cierta distancia me senté en la hierba. Usualmente de esta forma hablaba a las florecitas o al Buen Dios.

               Después de un momento, detrás de mí estaba Maximino sentado y directamente me dijo: "Déjame estar contigo, me portaré muy bien". Aún en contra de mi voluntad y sintiendo un poco de lástima por Maximino le permití quedarse. Al oír la campana de La Salette para el Angelus, le indiqué elevar su alma a Dios. El se quitó el sombrero y se mantuvo en silencio por un momento. Luego comimos y jugamos juntos. Cuando cayó la tarde bajamos la montaña y prometimos regresar al día siguiente para llevar al ganado nuevamente.

               Llegó el Sábado, 19 de Septiembre, de 1846; el día estaba muy caluroso y los pastores, tras el Ángelus, acordaron hacer su almuerzo en un lugar apartado del sol. Melania había descubierto que Maximino era muy buen niño, simple y dispuesto a hablar de lo que ella deseara. Era muy flexible y juguetón, pero si un poco curioso. Llevaron el ganado, compuesto por cuatro vacas y una cabra, a una pequeña quebrada y encontrando un lugar agradable decidieron tomar una siesta. Ambos durmieron profundamente. En torno a las tres de la tarde Melania fue la primera en despertar; el ganado no estaba a su vista, entonces rápidamente llamó a Maximino. "¡Rápido, vamos a ver nuestras vacas... No sé dónde están!". Juntos fueron en su búsqueda por los alrededores y las encontraron pastando plácidamente.

               Los dos jóvenes volvían en la búsqueda de sus utensilios, donde habían llevado su almuerzo y cerca de la quebrada en donde habían hecho la siesta; divisaron allí una especie de bola de fuego que parecía dividirse. Melania pregunta a Maximino si el ve lo que ella esta viendo. ¡Oh Dios mío!, exclamó Melania dejando caer la vara que llevaba. Algo fantásticamente inconcebible la inundaba en ese momento y se sintió atraída, con un profundo respeto, llena de amor y el corazón latiéndole más rápidamente. Vieron a una Señora, envuelta por un globo luminoso, que estaba sentada en una enorme piedra. Tenía el rostro entre Sus manos y lloraba amargamente... 

               Melania y Maximino estaban atemorizados, pero la Señora, poniéndose lentamente de pie, cruzando suavemente Sus brazos, les llamó hacía Ella y les dijo que no tuvieran miedo. Agregó que tenía grandes e importantes nuevas que comunicarles. Sus suaves y dulces palabras hicieron que los jóvenes se acercaran apresuradamente. Melania cuenta que su corazón deseaba en ese momento adherirse al de la Bella Señora.

               La Señora era muy alta y de porte majestuoso. Desprendía tanta luz que Maximino no le terminó de ver bien la cara. Tenía un vestido blanco con un delantal ceñido a la cintura, no se podría decir que era de color dorado pues estaba hecho de una tela no material, más brillante que muchos soles. Sobre Sus hombros lucía un precioso chal blanco con rosas de diferentes colores en los bordes. Sus zapatos blancos tenían el mismo tipo de rosas. 

               De Su cuello colgaba una cadena con un Crucifijo, tan real, que parecía estar vivo. Sobre la barra del crucifijo colgaban de un lado el martillo y del otro las tenazas. De Su cabeza una corona de rosas irradiaba rayos luminosos, como una diadema. En Sus preciosos ojos habían lágrimas que abundantes, rodaban sobre las mejillas. Una luz más brillante que el sol pero distinta a éste le rodeaba.




                Nuestra Señora se dirigió a los muchachos en su dialecto: "¡Acercaos, hijos Míos, no tengáis miedo, estoy aquí para contaros una gran noticia!"; así, les advirtió que "la mano de Su Hijo era tan fuerte y pesada que ya no podría sostenerla, a menos que la gente hiciera penitencia y obedeciera las Leyes de Dios". Si no, tendrían mucho que sufrir. 

               "La gente no observa el Día del Señor, continúan trabajando sin parar los Domingos. Tan solo unas mujeres mayores van a Misa en el verano. Y en el invierno cuando no tienen más que hacer van a la iglesia para burlarse de la Religión. El tiempo de Cuaresma es ignorado. Los hombres no pueden jurar sin tomar el Nombre de Dios en vano. 

               La desobediencia y el pasar por alto los Mandamientos de Dios son las cosas que hacen que la mano de Mi Hijo sea más pesada... Si quiero que Mi Hijo no os abandone, estoy encargada de rogarle sin cesar por vosotros, y vosotros no hacéis caso. Por más que recéis, por más que hagáis, jamás podréis recompensar el dolor que he asumido por vosotros".

               La Virgen Dolorosa continuó conversando y les predijo una terrible hambruna y escasez. Dijo que la cosecha de patatas se había echado a perder por esas mismas razones el año anterior. Cuando los hombres encontraron las patatas podridas, juraron y blasfemaron contra el Nombre de Dios aún más. Les dijo que ese mismo año la cosecha volvería a echarse a perder (1) y que el maíz y el trigo se volverían polvo al golpearlo, las nueces se estropearían, las uvas se pudrirían (2). Después, la Señora comunica a cada joven un Secreto (3) que no debían revelar a nadie hasta 1858 (4).

               La Señora agregó que si el pueblo se convirtiera, las piedras y las rocas se convertirían en trigo y las patatas se encontrarían sembradas en la tierra. Entonces preguntó a los jovencitos: "¿Hacéis bien vuestras oraciones, hijos míos?" Respondieron los dos: "¡Oh! no, Señora; no muy bien."

              "¡Ay, hijos Míos! Hay que hacerlas bien por la noche y por la mañana. Cuando no podáis hacer más, rezad un Padrenuestro y un Avemaría; y cuando tengáis tiempo y podáis, rezad más."

               Con su voz maternal y solícita les termina diciendo: "Pues bien, hijos Míos, decid esto a todo Mi pueblo". Luego continuó andando hasta el lugar en que habían subido para ver donde estaban las vacas. Sus pies se deslizan, no tocan más que la punta de la hierba sin doblarla. Una vez en la colina, la hermosa Señora se detuvo. Melania y Maximino corren hacia ella apresuradamente para ver a donde se dirige. La Señora se eleva despacio, permanece unos minutos a unos metros de altura. Mira al cielo, a su derecha, a su izquierda, a los ojos de los niños, y se confunde con el globo de luz que la envuelve. Este sube hasta desaparecer en el firmamento.


ESTAMPA POR EL 175 ANIVERSARIO DE LA SALETTE


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     NOTAS

               1- Desde inicios de la década de 1840 Europa entera sufrió la conocida como "Penuria de la patata"; el hongo conocido como "tizón tardío", asoló las cosechas causando millones de muertes y provocando éxodos masivos a otras regiones.

               2- Tras la Aparición de la Virgen en La Salette, las vides francesas sufrieron diferentes plagas que no solo diezmaron las plantaciones, sino que acabaron con todas las cepas; así, no encontramos en el país galo ninguna especie de vid anterior a 1847.

               3- Toca en el siguiente título para leer EL SECRETO CONFIADO POR NUESTRA SEÑORA DE LA SALETTE a Melanie Calvat (Texto completo)

               4- En 1858, cuando debía hacerse público el Secreto de La Salette, Nuestra Señora se manifestó nuevamente en Francia, a Santa Bernarda Soubirous, en Lourdes.


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