sábado, 4 de septiembre de 2021

"...UN GRAN DOMINIO SOBRE LAS ALMAS DE LOS ELEGIDOS..."

 


              Cuando María ha echado Sus raíces en un alma, produce en ella maravillas de gracia que sólo Ella puede producir, porque sólo Ella es la Virgen fecunda que nunca ha tenido ni jamás tendrá igual en pureza y en fecundidad.

              María ha producido, por el Espíritu Santo, la mayor obra que se haya producido o que pueda producirse jamás, que es un Dios Hombre, y consiguientemente Ella producirá las mayores cosas que haya en los Últimos Tiempos. La formación y la educación de los grandes Santos que habrá hacia el Fin del Mundo, Le está reservada; porque sólo Esta Excelente y Milagrosa Virgen puede producir, en unión del Espíritu Santo, cosas grandes, extraordinarias, en la Iglesia de Jesucristo.

               Cuando el Espíritu Santo Su Esposo la ha encontrado en un alma, vuela allí, entra en ella de lleno, se comunica abundantemente con esa alma, y una de las grandes razones por las cuales el Espíritu Santo no hace ahora maravillas asombrosas en las almas, es porque no encuentra en ellas una unión bastante grande con Su fiel e indisoluble Esposa María. Digo indisoluble Esposa, porque después de este Amor substancial del Padre y del Hijo se ha desposado con María para producir a Jesucristo, Cabeza de los Elegidos, y para producir a Jesucristo en los Elegidos, no la ha repudiado jamás, porque María siempre ha sido fecunda y fidelísima Esposa.

               De lo que acabo de decir debe colegirse evidentemente que María ha recibido de Dios un gran dominio sobre las almas de los Elegidos; pues sin ese dominio no puede hacer Su residencia en ellos, como Dios Padre se lo ha ordenado; no puede formarlos en Jesucristo y formar a Jesucristo en ellos; echar en el corazón de los Santos las raíces de Sus virtudes y ser la Compañera inseparable del Espíritu Santo por Sus obras de gracia; digo que Ella no podría realizar todas esas cosas a menos que no tenga derecho y dominio en las almas por una gracia singular del Altísimo, quien habiéndole dado Poder sobre Su Hijo único y natural, le ha dado también Poder sobre Sus hijos adoptivos, no sólo en cuanto al cuerpo, lo que sería poca cosa, sino también en cuanto al alma...


San Luis María Grignión de Montfort
Tratado de la Verdadera Devoción, nº 35-37


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