domingo, 31 de octubre de 2021

SOLEMNE FESTIVIDAD DE CRISTO REY


 

“¡Oh, Cristianos! Tiempo es de defender a vuestro Rey 
y de acompañarle en tan grande soledad, 
que son muy pocos los vasallos 
que le han quedado y mucha la multitud 
que acompaña a Lucifer; 
y lo que es peor, es que se muestran 
amigos en lo público y véndenle en lo secreto; 
casi no halla de quien se fiar”


Santa Teresa de Jesús


               Fue durante el Jubileo del Año Santo de 1925, que el Papa Pío XI instituyó esta Fiesta para toda la Iglesia Universal. El título y poder de Rey pertenecen en derecho propio a Nuestro Señor Jesucristo, como Dios y como hombre; es también Rey por derecho de conquista en cuanto es el libertador de toda la humanidad redimida con Su Sangre según se canta en el Introíto de la Misa de hoy; más como explica el Evangelio, Su Reino no es de este mundo, sino de las almas en las cuales Él estableció el Reino de Dios.

               Además, Jesucristo, como Dios, tiene soberanía sobre todas las cosas, que fueron precisamente creadas por el Verbo Eterno, la tiene sobre los Estados que han de regirse por las Leyes del que es Rey de reyes.

               La Fiesta de su Realeza se celebra el Domingo último de Octubre, antes de la Fiesta de los Cortesanos de su Gloria, que son todos los Santos.




               Y así, mientras los hombres y las naciones, alejados de Dios, corren a la ruina y a la muerte por entre incendios de odios y luchas fratricidas, la Iglesia de Dios, sin dejar nunca de ofrecer a los hombres el sustento espiritual, engendra y forma nuevas generaciones de Santos para Cristo, el cual no cesa de levantar hasta la eterna bienaventuranza del reino celestial a cuantos le obedecieron y sirvieron fidelísimamente en el reino de la tierra...  

               ...es evidente que también en sentido propio y estricto le pertenece a Jesucristo como hombre el título y la potestad de Rey; pues sólo en cuanto hombre se dice de Él que recibió del Padre la Potestad, el Honor y el Reino; porque como Verbo de Dios, cuya sustancia es idéntica a la del Padre, no puede menos de tener común con él lo que es propio de la divinidad y, por tanto, poseer también como el Padre el mismo imperio supremo y absolutísimo sobre todas las criaturas... 

               Además, para condenar y reparar de alguna manera esta pública Apostasía, producida, con tanto daño de la sociedad, por el laicismo, ¿no parece que debe ayudar grandemente la celebración anual de la Fiesta de Cristo Rey entre todas las gentes?.

               En verdad: cuanto más se oprime con indigno silencio el Nombre suavísimo de Nuestro Redentor, en las reuniones internacionales y en los Parlamentos, tanto más alto hay que gritarlo y con mayor publicidad hay que afirmar los Derechos de Su Real Dignidad y Potestad."


Extractos de la Encíclica "Quas primas" del Papa Pío XI


               La Humanidad no tiene fuerzas para apartar el obstáculo que ella misma ha creado tratando de impedir vuestro regreso. Enviad a vuestro ángel, ¡oh, Señor!, y haced que nuestra noche se vuelva luminosa como el día.

               ¡Cuántos corazones os esperan, oh, Señor! ¡Cuántas almas se consumen en el anhelo del día en que sólo Vos viviréis y reinaréis en los corazones!

               Venid, Jesús Nuestro Señor. Hay muchas señales de que la hora de vuestro regreso no está lejana.

               ¡Oh, María! Vos, que le habéis visto resucitado, que con la primera aparición de Jesús visteis suprimida la inenarrable angustia producida por la Noche de la Pasión, María, a Vos ofrecemos las primicias de este día. A Vos, Esposa del Espíritu Divino, nuestro corazón y nuestra esperanza.


Pío XII, Mensaje Pascual de 1957


Consagración del Género Humano 
al Sacratísimo Corazón de Jesús


"...que en ese día se renueve todos los años 
la Consagración de todo el género humano 
al Sacratísimo Corazón de Jesús, 
con la misma fórmula que nuestro predecesor, 
de santa memoria, Pío X, mandó recitar anualmente" 


Papa Pío XI, Diciembre de 1925



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                Dulcísimo Jesús, Redentor del Género Humano, miradnos humildemente postrados delante de Vuestro altar; Vuestros somos y Vuestros queremos ser y a fin de poder vivir más estrechamente unidos con Vos, todos y cada uno espontáneamente nos consagramos en este día a Vuestro Sacratísimo Corazón.

                Muchos, por desgracia, jamás os han conocido; muchos, despreciando Vuestros Mandamientos, os han desechado. Oh Jesús benignísimo, compadeceos de los unos y de los otros, y atraedlos a todos a Vuestro Corazón Sacratísimo.

                Oh Señor, sed Rey, no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Vos, sino también de los pródigos que os han abandonado; haced que vuelvan pronto a la casa paterna, para que no perezcan de hambre y de miseria.

                Sed Rey de aquellos que, por seducción del error o por espíritu de discordia, viven separados de Vos: devolvedlos al puerto de la Verdad y a la Unidad de la Fe, para que en breve, se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor.

               Sed Rey de los que permanecen todavía envueltos en las tinieblas de la idolatría o del islamismo; dignaos atraerlos a todos a la luz de Vuestro Reino.

                Mirad, finalmente, con ojos de misericordia a los hijos de aquel pueblo que en otro tiempo fue vuestro predilecto: descienda también sobre ellos como bautismo de redención y de vida, la Sangre que un día contra sí reclamaron.

               Conceded, oh Señor, incolumidad y libertad segura a Vuestra Iglesia; otorgad a todos los pueblos la tranquilidad en el orden; haced que del uno al otro confín de la tierra no suene sino esta voz:

                ¡Alabado sea el Corazón Divino, causa de nuestra salud, a Él se entonen cánticos de Honor y de Gloria por los siglos de los siglos! Amén.



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