sábado, 8 de mayo de 2021

NUESTRA SEÑORA MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS, Corredentora de la raza humana

 

               "María es la Mediadora Universal de todas las Gracias. Toda gracia que Dios da a los hombres, pasa de Dios a Cristo, de Cristo pasa a María y por María se nos da a nosotros . La Voluntad de Dios es que todo lo recibamos por medio de María..." (San Bernardo de Claraval, Sermón en la Natividad de María 4-7)




                "Los dones celestiales provienen del Padre al Hijo, del Hijo a la Madre, y Ésta los derrama como lluvia benéfica sobre la tierra." (San Bernardino de Siena)

               Corría el año de 1913 cuando comenzó a plantearse la conveniencia de la Definición Dogmática de la Mediación de María entre el clero de Malinas, los Superiores de órdenes religiosas, la Universidad Católica y Episcopado belga. El Cardenal Mercier, el gran promotor del movimiento, invitó a algunos jesuitas españoles a participar. La invitación fue muy bien acogida. Efectivamente, en 1916, se inició la campaña en España desde la revista Sal Terrae, que fue continuada por el jesuita Pablo Villada desde la revista Razón y Fe. 

              En 1917, se celebró, en Murcia (España), una asamblea de Sacerdotes de María. Una de las conclusiones de la asamblea fue solicitar al Padre Villada la publicación de sus artículos sobre la Mediación de María en un opúsculo. De este modo apareció, durante el mismo año 1917, el libro Por la Definición Dogmática de la Mediación Universal de la Santísima Virgen, el primero que sobre el tema se publicó en España.

             El Padre Villada envió el opúsculo a los Prelados invitándoles a firmar un mensaje dirigido a Su Santidad. Con ocasión del Congreso Mariano Monfortiano de 1918, los Prelados volvieron a dirigir un mensaje al Papa.

               El 26 de Enero de 1921, Benedicto XV concedió al Cardenal Enrique Almaraz, Arzobispo Primado de España, la Misa y Oficio de María Medianera de todas las Gracias, que el 12 del mismo mes había conseguido el Cardenal Desiderio Mercier para Bélgica. 

               La Comunidad Agustiniana de Ágreda (Soria) fue la primera en hacer el Voto de profesar y defender la Mediación Universal de María, y a partir de ahí, no hubo en España una congregación mariana que dejara de repetir dicho Voto.

               La intercesión universal de Nuestra Señora se desprende de Su cooperación a la Encarnación como a la Redención, y por Su íntima relación con la Santa Iglesia Católica. Esto se explica por tres razones: 

          1) Si la Virgen Purísima por la Encarnación nos ha dado la Fuente de todas las Gracias (Cristo Nuestro Señor), es lógico que también coopere en la distribución de todas ellas.

          2) Si María Santísima por ser Corredentora es Madre espiritual de todos los hombres, es conveniente que por Su intercesión cuide de la vida sobrenatural de todos sus hijos.

          3) Si María Purísima es Madre de la Iglesia, y toda gracia se comunica por la Iglesia, es lógico que toda gracia del Cielo pase por Sus Benditas Manos.




Algunos argumentos que justifican a Nuestra Señora
como Mediadora de todas las Gracias


              "...la Virgen, exenta de la mancha original, escogida para ser la Madre de Dios, y asociada por lo mismo a la obra de la salvación del género humano, goza cerca de su Hijo de un favor y poder tan grande, como nunca han podido ni podrán obtenerlo ni los hombres ni los Ángeles." (Papa León XIII, Encíclica Supremi Apostolatus Officio, 1883)

               "Junto a la Cruz de Jesús, estaba María, su Madre, que, movida de inmenso amor hacia nosotros para acogernos como hijos, ofreció voluntariamente a su Hijo a la justicia divina, muriendo en su corazón con Él, traspasada por una espada de dolor". (Papa León XIII, Encíclica Jucunda semper, 1894)

               "Ella comenzó a velar sobre la Iglesia, a asistirnos y protegernos como una Madre, de modo que después de haber sido cooperadora de la Redención humana, también se convirtió, por el inmenso poder que le fue otorgado, en la dispensadora de la gracia que fluye de esta Redención para siempre". (Papa León XIII, Encíclica Adjutricem populi, 1895)

               "La Santísima Virgen es Dispensadora Universal de todas las gracias, tanto por Su Divina Maternidad: que las obtiene de Su Hijo, como por Su Maternidad Espiritual: que las distribuye entre Sus otros hijos, los hombres. Esto lo hace subordinada a Cristo, pero de manera inmediata. Y ello por una específica y singular determinación de la Voluntad de Dios, que ha querido otorgar a María esta doble función: ser Corredentora y Dispensadora, con alcance universal y para siempre." (Pío X, Encíclica Ed diem illum, 2 de Febrero de 1904)  

               "Oh Madre de piedad y de misericordia, que acompañabais a vuestro dulce Hijo, mientras llevaba a cabo en el altar de la Cruz la Redención del género humano, como corredentora nuestra y asociada a sus dolores, conservad en nosotros y aumentad cada día, os lo pe­dimos, los preciosos frutos de la Redención y de vuestra compa­sión" (Papa Pío XI, radiomensaje a los peregrinos de Lourdes, 29 de Abril de 1935).  

               "Por la naturaleza de Su Obra, el Redentor debió asociar a Su Madre a Su Obra. Por esta razón la invocamos con el título de Corredentora" (Papa Pío XI, Alocución a los Peregrinos de Vicenza, 30 de Noviembre de 1933)

              "La misión principal, aunque oculta, de todas esas víctimas, es continuar la obra expiatoria, propiciatoria y reparadora del Calvario; aplacar la Ira de Dios y merecer perdones y gracias; hacer lo que hacía María al pie de la Cruz; cooperar a la Obra de nuestra Redención, regeneración, vivificación y santificación."  




             "La tercera manifestación de Cristo es la hecha en las Bodas de Caná, cuando a ruegos de Su Santa Madre, empezó Jesús a mostrar el Poder recibido de Su Eterno Padre, transformando el agua en vino. Así puede transformar, y transforma con la virtud de Su Espíritu, los corazones terrenos en celestiales, y hace de débiles criaturas dignos hijos de Dios. Y esto tiene lugar cuando, por Mediación de María, consumadas las almas en la Caridad, quedan trocadas y dispuestas para celebrar sus místicas bodas con el Divino Verbo, ratificando las Promesas hechas en el Bautismo y llevando a su plena expansión las gracias allí recibidas. (...) Más este milagro ha de realizarse a ruegos de María Inmaculada, que prepara esa mística transformación de los corazones virginales en el de Jesús, y hace que le acompañen a todas partes..." (Juan González Arintero, La evolución mística en el desenvolvimiento y vitalidad de la Iglesia, Salamanca, 1944)



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