viernes, 28 de mayo de 2021

LA REDENCIÓN ES UN MISTERIO DE AMOR MISERICORDIOSO


               ...tan sólo por los Evangelios llegamos a conocer con perfecta claridad que la Nueva Alianza estipulada entre Dios y la humanidad -de la cual la alianza pactada por Moisés entre el pueblo y Dios, fue tan solo una prefiguración simbólica, y el vaticinio de Jeremías una mera predicción- es la misma que estableció y realizó el Verbo Encarnado, mereciéndonos la Gracia Divina. 




                Esta Alianza es incomparablemente más noble y más sólida, porque a diferencia de la precedente, no fue sancionada con sangre de cabritos y novillos, sino con la Sangre Sacrosanta de Aquel a quienes aquellos animales pacíficos y privados de razón prefiguraban: "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (1). Porque la Alianza Cristiana, más aún que la antigua, se manifiesta claramente como un pacto fundado no en la servidumbre o en el temor, sino en la amistad que debe reinar en las relaciones entre padres e hijos. Se alimenta y se consolida por una más generosa efusión de la Gracia Divina y de la Verdad, según la sentencia del Evangelista San Juan: "De su plenitud todos nosotros recibimos, y gracia por gracia. Porque la ley fue dada por Moisés, mas la Gracia y la Verdad por Jesucristo han venido" (2).

               Introducidos por estas palabras del Discípulo "al que amaba Jesús, y que, durante la Cena, reclinó su cabeza sobre el pecho de Jesús" (3), en el mismo Misterio de la infinita Caridad del Verbo Encarnado, es cosa digna, justa, recta y saludable, que nos detengamos un poco en la contemplación de tan dulce Misterio, a fin de que, iluminados por la luz que sobre él proyectan las páginas del Evangelio, podamos también nosotros experimentar el feliz cumplimiento del deseo significado por el Apóstol a los fieles de Éfeso: "Que Cristo habite por la Fe en vuestros corazones, de modo que, arraigados y cimentados en la Caridad, podáis comprender con todos los Santos cuál es la anchura y la longitud, la alteza y la profundidad, hasta conocer el Amor de Cristo, que sobrepuja a todo conocimiento, de suerte que estéis llenos de toda la plenitud de Dios» (4).

               En efecto, el Misterio de la Redención Divina es, ante todo y por su propia naturaleza, un Misterio de Amor; esto es, un Misterio del Amor justo de Cristo a Su Padre Celestial, a quien el Sacrificio de la Cruz, ofrecido con amor y obediencia, presenta una satisfacción sobreabundante e infinita por los pecados del género humano: "Cristo sufriendo, por caridad y obediencia, ofreció a Dios algo de mayor valor que lo que exigía la compensación por todas las ofensas hechas a Dios por el género humano" (5). Además, el Misterio de la Redención es un Misterio de Amor Misericordioso de la Augusta Trinidad y del Divino Redentor hacia la humanidad entera, puesto que, siendo esta del todo incapaz de ofrecer a Dios una satisfacción condigna por sus propios delitos (6), Cristo, mediante la inescrutable riqueza de Méritos, que nos ganó con la efusión de Su Preciosísima Sangre, pudo restablecer y perfeccionar aquel pacto de amistad entre Dios y los hombres, violado por vez primera en el Paraíso terrenal por culpa de Adán y luego innumerables veces por las infidelidades del pueblo escogido.


Papa Pío XII, Encíclica Haurietis aquas, 15 de Mayo de 1956


NOTAS

     1 Evangelio de San Juan, cap. 1, vers. 29
     2 Evangelio de San Juan cap. 1, vers. 16-17
     3 Evangelio de San Juan, cap. 21
     4 Carta a los Efesios, cap. 3, vers. 17-19
     5 Santo Tomás, Summa Theologica, 3, 48, 2
     6 Papa Pío XI, Encíclica Miserentissimus Redemptor, 1928



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