lunes, 15 de junio de 2020

Santa María Micaela del Santísimo Sacramento


"Salvar almas es una sed que me devora..." 

(Santa María Micaela del Santísimo Sacramento)


            María de la Soledad Micaela Agustina Antonia Bibiana Desmaissières y López de Dicastillo, Vizcondesa de Jorbalán, nació en Madrid el 1 de Enero de 1809, en plena Guerra de la Independencia Española, en el seno de una familia Noble. Fue bautizada en la Parroquia de San José, el día 4 del mismo mes. Fueron sus padres el general Miguel Desmaissiéres y Flórez, Conde de la Vega del Pozo, y Bernarda, Marquesa de los Llanos de Alguazasera, Dama de Cámara de la Reina María Luisa de Parma. Recibió desde niña una cuidada y piadosa educación; destacó siempre en ella un fuerte amor a la Sagrada Eucaristía y una generosa entrega para ayudar a los más necesitados.




            Desde muy joven realizó frecuentes visitas al hospital de San Juan de Dios. Allí conoció las salas de enfermedades venéreas y descubrió los hondos problemas en que se encontraban tantas jóvenes que se habían perdido en el mundo de la prostitución. De ese dolor que experimentó María Micaela, surgió en su alma la primera inspiración de abrir una casa para acoger a las jóvenes a su salida del hospital y ayudarlas a rehacer su vida. El 21 de Abril de 1845 consiguió instalar su primera casa, llevada en sus comienzos con la ayuda de una junta de benefactoras. La Obra hubiera fracasado desde este planteamiento, pero el Señor seguía marcándole el camino con insistencia y suavidad.

            En la Festividad de Pentecostés de 1847 recibió una gracia mística que marcó en ella una nueva etapa. A partir de entonces, Jesús Sacramentado sería es el Maestro de su Vida Espiritual y el que guiaría su Apostolado. 

            El 12 de Octubre de 1850, deja los fastos de la Corte de la Reina Isabel II y se va a vivir con las alumnas en el Colegio de las Desamparadas, donde asume totalmente su dirección. Busca la colaboración de maestras para que la ayuden a instruir y educar a sus chicas. El resto de la Nobleza la toma por loca y su hermano, Diego, la reprende severamente por entender que actuaba en contra de su condición social.

            Su forma de vivir, impacta a algunas de sus maestras y a otras jóvenes de su entorno social que ven su entrega y generosidad. En 1856 se reúne el primer grupo, que con la aprobación eclesiástica, empezará a vivir con su Fundadora un nuevo carisma.

            Su espiritualidad abarca dos campos bien extensos y a la vez, delimitados: adorar a Jesús presente en la Sagrada Eucaristía, y atenderlo a la vez en las jóvenes a quienes ha sido enviada. María Micaela comprende que es el único y mismo Señor en dos modos de presencia.

            Así surge la Congregación de Adoratrices, Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad, donde María Micaela cambia su nombre por el de "Madre Sacramento" y ese mismo año escribe las Constituciones de su naciente Congregación, que serán aprobadas por la Santa Sede en 1861. Por orden de su Confesor, San Antonio María Claret, escribe su autobiografía, con el mandato expreso de no dejar de reflejar ninguna gracia extraordinaria que hubiese recibido del Cielo, que en realidad fueron muchas y frecuentes.

            Siempre entregada en el amor a Dios y al prójimo, no dudó en acudir junto a sus religiosas y jóvenes afectadas por la epidemia del cólera en Valencia,  donde terminó sucumbiendo a la enfermedad el 24 de Agosto de 1865.

            Dejó fundadas siete casas: Madrid, Zaragoza, Valencia, Barcelona, Burgos, Pinto y Santander, lo que le valió el sobrenombre de "la Santa Teresa del siglo XIX". Fue canonizada por el Papa Pío XI el 4 de Marzo de 1934.



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