viernes, 16 de septiembre de 2011

QUE EL CORAZÓN DE JESÚS REINE Y PROTEJA NUESTROS HOGARES:



   En España, hasta no hace muchos años, era costumbre muy piadosa, colocar una imagen del Sagrado Corazón de Jesús en el interior - y a veces exterior- de las puertas de las casas. Aunque es un magnífico testimonio poner la imagen en el exterior, procuremos que sea de metal o sencilla, para evitar “piadosos” robos…


   Mis padres siempre tuvieron por costumbre colocar un hermoso cuadro del Corazón de Jesús en lo alto de la puerta principal, para que al salir a la calle, nos encomendásemos al Rey de todos los corazones. 


   Nunca olvidaré a mi tía Dolores Ortega, que tenía en la fachada de la puerta la tradicional cruz metálica, con la imagen del Sagrado Corazón en el centro; cuando salía, cerraba la puerta y pasando la mano por encima de la imagen, se persignaba a continuación y seguía rezando sus oraciones de la mañana mientras bajaba en el ascensor…


Tradicional placa metálica 
que se pegaba a las puertas

   ¡Qué bueno sería que todos continuásemos con esa bellísima tradición!. Tener en la puerta de nuestro hogar a nuestro Mayor Amor, al Guardián de nuestro Hogar, al Rey y Señor de nuestra familia, a Aquél que vela por nuestros padres e hijos.


   Por eso, os animo a que consigáis una placa metálica con la imagen del Sagrado Corazón, ideal para poner en el exterior de la puerta de vuestra casa, mientras que el interior, podéis usar una de las que acompañan estas letras; sólo tendríais que pinchar sobre la imagen, guardarla, imprimirla y mejor aún si la plastificáis.




   Nunca olvidemos aquella promesa que el mismo Jesús hiciera a Santa Margarita de Alacoque: “Bendeciré los hogares donde Mi imagen sea expuesta y venerada”. ¡Cuántos bienes, cuántas gracias podemos obtener por este medio! Y, al mismo tiempo, ¡qué buen ejemplo podemos dar a los demás!. No seamos cobardes ni tibios, que nuestros hijos, vecinos y amigos, cuando lleguen al umbral de la casa, vean y sean vistos por este Corazón que sólo sabe amar. 


   Colocando a Nuestro Señor en la misma puerta de la casa, no sólo le honramos a Él y damos testimonio valiente de nuestra fe, sino que además, ayudamos a extender la devoción al Sagrado Corazón, ese Amor de los Amores que también prometió: “Los que propaguen mi devoción, tendrán su nombre escrito en Mi Corazón y jamás será borrado de Él”.

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