sábado, 3 de septiembre de 2011

VOTO DE ESCLAVITUD MARIANA: CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A JESUCRISTO, LA SABIDURÍA ENCARNADA, POR MANOS DE MARÍA






VOTO DE ESCLAVITUD MARIANA

(Sería muy provechoso renovarlo a diario o al menos
 en las grandes fiestas de Nuestra Señora, 
como el ocho de Septiembre, el día de la Inmaculada Concepción
 o el trece de Mayo, día de las Apariciones de Fátima)


   ¡Oh Sabiduría eterna y encarnada! ¡Oh muy amable y adorable Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, Hijo único del Padre Eterno y de María siempre Virgen! Os adoro profundamente en el seno y en los esplendores de Vuestro Padre, durante la eternidad, y en el seno virginal de María en el tiempo de vuestra encarnación.


   Os doy gracias porque os habéis anonadado tomando la forma de esclavo para sacarme de la cruel esclavitud del demonio; os alabo y glorifico, porque os dignasteis someteros a María, vuestra Santa Madre, en todas las cosas, a fin de hacerme por Ella vuestro fiel esclavo. 


   Os saludo, pues, ¡oh María Inmaculada!, tabernáculo viviente de la divinidad, donde la Sabiduría eterna escondida quiere ser adorada de los ángeles y de los hombres.


   Os saludo, ¡oh Reina del Cielo y de la Tierra!, a cuyo Imperio está todo sometido, todo lo que está debajo de Dios.


   Yo, (decir nuestro nombre) pecador infiel, renuevo y ratifico hoy en vuestras manos los votos de mi bautismo; renuncio para siempre a Satanás, a sus pompas y a sus obras y me entrego todo entero a Jesucristo, la Sabiduría Encarnada, para llevar mi cruz en pos de Él todos los días de mi vida, y a fin de serle más fiel de lo que he sido hasta ahora.


   Os escojo hoy, ¡oh María!,  en presencia de la corte celestial, por mi Madre y Señora. Os entrego y consagro, en calidad de ESCLAVO, mi cuerpo y mi alma, mis bienes interiores y exteriores y aún el valor de mis buenas acciones pasadas, presentes y futuras, dejándoos entero y pleno derecho de disponer de mí y de todo lo que me pertenece, sin excepción, a vuestro beneplácito, a mayor gloria de Dios en el tiempo y en la eternidad.


    Recibid ¡oh Virgen Benigna!, esta pobre ofrenda de mi esclavitud en honor y unión de la sumisión que la Sabiduría eterna se dignó tener a Vuestra Maternidad; en homenaje al poder que ambos tenéis sobre este insignificante gusanillo y miserable pecador, y en acción de gracias por los privilegios con que la Santísima Trinidad os ha favorecido.


   Protesto que en adelante quiero, como verdadero esclavo vuestro, buscar vuestro honor y obedeceros en todas las cosas.


( Extracto de la “Consagración” de San Luis Mª. Grignión de Montfort )


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