sábado, 22 de enero de 2022

CENTENARIO DE LA MUERTE DE BENEDICTO XV

 

              Giacomo Della Chiesa había nacido en Génova el 21 de Noviembre de 1854, en el seno de una familia de la alta Nobleza: Su padre era Marqués y descendía de Berengario II y Calixto II; la madre era de una familia muy conocida del lugar, los Migliorati, y entre sus antepasados estaba Inocencio VII. 




"Queremos también que los Católicos se abstengan 
de usar aquellos apelativos que recientemente 
se han introducido para distinguir unos Católicos 
de otros, y que los eviten, no sólo como innovaciones
 profanas de palabras, que no están conformes 
con la verdad ni con la equidad, sino también 
porque de ahí se sigue grande perturbación 
y confusión entre los mismos. 
La Fe Católica es de tal índole y naturaleza, 
que nada se le puede añadir ni quitar: 
o se profesa por entero o se rechaza por entero..." 


Ad Beatissimi Apostolorum, 1 de Noviembre de 1915


               Ordenado Sacerdote en 1878, estudió en la Academia de Nobles, para pasar desde ella a ser secretario del Cardenal Rampolla, del que aprendió los intríngulis de la política vaticana. Cuando Rampolla fue nombrado Nuncio en Madrid en 1883, se lo llevó con él, y, cuando como Secretario de Estado fue llamado a Roma en 1887, de nuevo se lo llevó consigo a la Curia como minutante. Della Chiesa cumplió fielmente este cargo durante mucho tiempo.

               El hábil diplomático se mostró también un sabio pastor de almas. Fue nombrado Cardenal, pero tarde, en el último consistorio convocado por San Pío X.

               Duró poco en el cardenalato, pues tres meses después se convertiría en el 258º Vicario de Cristo. De talla menuda, no le sirvió ninguna de las sotanas blancas preparadas para el futuro Pontífice, por lo que el sastre tuvo que usar la más pequeña y adaptarla con alfileres. El nuevo Papa demostró una línea diferente ya desde su ceremonia de Coronación, que no quiso celebrar el la Basílica de San Pedro sino en la Capilla Sixtina, sin solemnidades.

              Trabajó seriamente durante la Gran Guerra en el campo de la Caridad: organizó a través de Obispados y Nunciaturas la ayuda a los soldados en el frente y a las familias de las víctimas, usando toda una red de información que hizo llegar noticias de sus seres queridos a más de 700.000 personas. A través del nuevo Secretario de Estado, el Cardenal Gasparri, organizó ayudas económicas que llegaron a damnificados de ambos bandos.

               En 1917, promulgó el Código de Derecho Canónico, conocido como "Pío-Benedictino", ya que inició la obra magna San Pío X y la culminó Benedicto XV.

              Siguiendo la estela de su antecesor condenó el Modernismo y los errores de los sistemas filosóficos modernos en su Encíclica Ad Beatissimi Apostolorum.

              Autorizó así también la Fiesta de María, Mediadora de todas las Gracias. Durante la Primera Guerra Mundial, Benedicto colocó al mundo bajo la protección de María, y añadió la invocación a María, Reina de la Paz a las Letanías Lauretanas

               Una pulmonía sesgó su vida en solo cuatro días; entregó su alma a Dios el Domingo 22 de Enero de 1922.



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