domingo, 16 de enero de 2022

XX ANIVERSARIO CONSAGRACIÓN EPISCOPAL MONSEÑOR GEERT STUYVER

 


              Tal día como hoy, hace veinte años, el 16 de Enero de 2002, su Excelencia Reverendísima Robert Fidelis McKenna OP, consagraba Obispo al Sacerdote belga Geert Stuyver, miembro del Instituto Mater Boni Consilii, en Verrua Savoia (Turín, Italia).

               Es necesaria la Consagración Episcopal como un medio para ayudar a preservar nuestra preciosa Fe Católica en estos tiempos de herejía y Apostasía. Aunque las consagraciones de Obispos Católicos tradicionales han sido bienvenidas por la mayoría de los Fieles, existen algunos que cuestionan su licitud, basándose en que la letra de la ley la prohíbe estrictamente la consagración de un Obispo sin Mandato Pontificio.



En el centro de la imagen, Monseñor McKenna y Monseñor Stuyver

              La correcta y única conclusión a la que podemos llegar es que la moderna "Jerarquía" de la Iglesia surgida del Concilio Vaticano II no es ni puede ser la representante del verdadero Magisterio Católico, pues Cristo prometió estar con los Apóstoles y sus sucesores “todos los días hasta la consumación de los siglos.” Nuestro Señor les prometió la asistencia del Espíritu Santo, el Espíritu de Verdad, que “moraría siempre en ellos.”



             A partir de las enseñanzas del Concilio Vaticano (el de 1870), sabemos que la Iglesia Católica es infalible no solamente en sus decretos solemnes (como cuando por ejemplo el Papa habla ex cátedra, o cuando en los concilios ecuménicos se decreta algo), sino también en sus enseñanzas ordinarias y universales: “Por lo tanto, deben ser creídas con fe divina y católica todas las cosas contenidas en la Palabra de Dios, ya escrita, ya transmitida, y que sean propuestas por la Iglesia como materia divinamente revelada, sea por decreto solemne, sea por magisterio ordinario y universal.”

               Pensar de otro modo sería insinuar que Cristo falló a Su Iglesia y que el Espíritu Santo, el Espíritu de Verdad, que mora con los Apóstoles, dejó a la Iglesia caer en errores manifiestos.



              Con el fin de preservar la Fe Católica, el Sagrado Sacerdocio y el Santo Sacrificio de la Misa, y para asegurar la Promesa de Cristo Nuestro Señor de “que en Su Iglesia habrá Pastores y Maestros hasta la consumación de los siglos,” los Obispos tradicionales tomaron las medidas pertinentes, sin intención alguna de negar la primacía de jurisdicción del Romano Pontífice, la Autoridad suprema del Papa; ya que estos Obispos, y los Sacerdotes ordenados por ellos, han profesado sin reservas la Fe Católica, la cual incluye la Doctrina de la primacía de jurisdicción y la Infalibilidad del Romano Pontífice. Pero, en vista de las circunstancias, el cargo de Papa está vacante y, por tanto, es imposible obtener un Mandato Papal para autorizar las Consagraciones Episcopales.



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