sábado, 12 de febrero de 2022

LA VIRGEN MARÍA, PASTORA VIGILANTE, ME PROTEGE, por la Madre Ángeles Sorazu

 


Dibujo realizado por la Madre María Ángeles Sorazu


              En el periodo del sufrimiento, el lobo se acerca a la oveja de María, para repetir la tentación de la libertad. La observa, y al verla reclusa en el estrecho círculo que la Virgen le señalara, y que no puede penetrar en sus dominios, santificados con la presencia de la Cruz, pretende inculcar en ella el desaliento y la desesperación; la Señora lo apalea con su cayado y le obliga a retirarse.

MARÍA

               Retírate, lobo dañino; tratas de penetrar aquí, protegido por las tinieblas que sustituyen al día radiante de la consolación, pero en vano; porque no duerme ni dormita la Guardiana de este santo asilo. Yo soy quien condujo a esta reclusión esta querida oveja y la coloqué bajo la sombra protectora del signo de la Redención. Yo la establecí en este estrecho círculo y la encadené a la Cruz bendita de Mi Hijo, comprometiéndome a velar por ella noche y día.

               Márchate de aquí, maldito, que este lugar no te pertenece. Renunció, para siempre, al comercio innecesario de los mortales, y voluntariamente se colocó bajo Mis auspicios, de donde no saldrá jamás. Es pues, inútil que la sugieras pensamientos de libertad. Ni esperes apoderarte de ella por el desaliento y la desesperación, porque me pertenece. Yo soy la Madre del Amor Hermoso y de la Santa Esperanza, y las relaciones que nos unen la garantizan la eternidad bienaventurada que la espera después del destierro. La desesperación que quieres inculcar en ella, caiga ti como peso aplastante, y gravite tu situación en los infiernos a donde te sepulta mi poder.

ALMA

               ¡Oh María, tierna Madre y Pastora mía!, en las perturbaciones interiores, en las angustias, dudas y perplejidades, que desgarraron mi corazón y ofuscan mi mente, merced a las sombras que proyecta en mí la presencia del lobo infernal que me acecha, socórreme, prodígame Tu luz y protección y Tus gracias de predilección, Divina Pastora mía; fortalece mi Fe y alienta mi Esperanza, comprometidas a causa de la dolorosa influencia que padezco. Ahora que me encuentro rodeada de espinos, envuelta en nubes y sombras, y arrollada por la furiosa tempestad que la Justicia eterna suscita en mi alma, sé Tú mi luz, mi brújula, y condúceme a mi Dios, como piloto que rige la nave por las olas tempestuosas del agitado mar de mi vida. No me dejes, Madre mía, no me desampares, que pereceré sin remedio, si me falta Tu protección.

               A la sombra de la Cruz estoy segura. María por mí combate; el infierno está vencido.


Del Libro "Opúsculos Marianos" 
revisados y anotados por el Padre Nazario Pérez, SI


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