El 16 de Marzo de 1923 la Santísima Virgen se presenta ante Josefa, que le ha pedido que le enseñe alguna oración que fuese de mucho agrado al Corazón de Jesús. María le dice:
“Lo que más agrada a Mi Hijo es el amor y la humildad. Escribe, hija, esta oración:
¡Oh dulcísimo y amadísimo Jesús mío! Si no fueseis mi Salvador no me atrevería a venir a Vos. Pero bien sé que sois mi Jesús, mi Salvador, y tenéis un Corazón que me ama con el amor más tierno y más ardiente cual ningún otro corazón es capaz de amarme.
¡Ah, dulce Jesús mío! Yo deseo corresponder a ese amor que me tenéis y quisiera tener para con Vos, que sois mi único amor, todo el ardor de los Serafines, toda la pureza de los Ángeles y de las Vírgenes y toda la Santidad de los Santos que os poseen y glorifican en el Cielo. Si tuviera todo esto, aún no sería bastante para alabar vuestra Bondad y vuestra Misericordia.
Mas, como no lo tengo, os presento mi pobre corazón, tal como es, con todas sus enfermedades, con todas sus miserias y con todos sus buenos deseos. Vos lo purificaréis con la Sangre de Vuestro Corazón, lo transformaréis y lo abrasaréis en amor puro y ardiente, y así resultará que una pobre criatura como yo, incapaz de todo lo bueno y capaz de todo lo malo, os amará y os glorificará tanto como los más encendidos Serafines.
En fin, Dulcísimo Jesús mío, yo os pido que comuniquéis a mi alma la Santidad de Vuestro Corazón, o sea, que la abisméis en Vuestro Corazón Divino, y que en Él os ame, os sirva, os glorifique y se pierda durante toda la Eternidad.
Os pido esta misma gracia para todas las personas que quiero, y deseo que ellas os den la Gloria y el Honor que yo os he quitado cuando os he ofendido.
revelaciones privadas que recibiera de Nuestro Señor
la humilde religiosa Sor Josefa Menéndez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.