miércoles, 16 de diciembre de 2020

V Aniversario de Monseñor Robert Fidelis McKenna


              Monseñor Robert F. Mackenna nació el 8 de Julio de 1927 en Danville, Illinois (EEUU). Sus padres, Jaime e Irene, eran piadosos católicos que le educaron en la Fe y le enviaron al Colegio Aquino, que llevaban los Padres Dominicos. Cuando Robert, siendo adolescente ingresó en la Orden de Predicadores de Santo Domingo, tomó el nombre de Fray Fidel.

              En 1958, Fray Robert fue ordenado Sacerdote de Cristo por el Cardenal Amleto Cicognani; cansado de la debacle en la Orden Dominicana tras el Concilio Vaticano II, se unió al Padre Francisco Fenton, Sacerdote de la Diócesis de Bridgeport en Connecticut, en su fundación del Movimiento Católico Romano Ortodoxo (ORCM) y abrió la Capilla de Nuestra Señora del Rosario en Monroe, Connecticut. Más tarde fundaría a las Hermanas Dominicas del Inmaculado Corazón de María, que se dedican a la oración y a la enseñanza.





              En la Fiesta del Inmaculado Corazón de María, recibiría la plenitud del Sacerdocio cuando fue consagrado Obispo, el 22 de Agosto de 1986, en Raveau (Francia) por Mons. Michel-Louis Guérard des Lauriers, también dominico, consagrado a su vez por el Arzobispo Pierre Martin Ngo-Ding Thuc.

              Monseñor McKenna consagró varios Obispos para la Causa Católica, entre otros a Monseñor Oravec (en 1988), a Monseñor Slupski (en 1999), a Monseñor Stuyver y a Monseñor Sanborn (en 2002).

               Valiente defensor de la Integridad Católica, Teólogo, escritor, reconocido exorcista, siempre se mostró contrario al Concilio Vaticano II al tiempo que creía que los Pontífices que sucedieron al Papa Pío XII carecían de Autoridad, como afirmó hace unos años en una entrevista personal:

               "... mientras los Papas del Vaticano II, incluido el actual Benedicto XVI (el testimonio corresponde al año 2012), pueden funcionar en el nivel puramente natural al dirigir la Iglesia como una organización o corporación legal, en el nivel sobrenatural, en vista de su locura espiritual, no tienen autoridad divina para hablar por la Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo o para gobernar a los fieles en Su nombre; no hay poder, es decir, para funcionar precisamente como Vicario de Cristo mientras dure esta locura. Ellos y los obispos que están bajo su mando, siguiéndolos ciegamente, carecen de la jurisdicción que de otro modo tendrían en circunstancias normales. Simplemente debemos ignorarlos y continuar lo mejor que podamos sin ellos..."

               Monseñor McKenna atendió solícito la Capilla de Nuestra Señora del Rosario, en Monroe, Connecticut, además de ser un reconocido exorcista, hasta que su salud se lo permitió. Siempre se consideró un fraile dominico, por lo que se caracterizó por una vida sobria y modesta, sin ostentaciones ni boatos innecesarios.

               Monseñor McKenna era último Obispo Dominico Tradicional; entregó su alma al Todopoderoso el 16 de Diciembre de 2015; tenía 88 años, de ellos, 29 como Obispo y 57 como Sacerdote. Sus restos mortales esperan la Resurrección de la carne en el Cementerio de San Patricio, Illinois, Estados Unidos de América.





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