El amor que Santa Teresa tenía por Cristo Nuestro Señor, le venía en gran parte por la asidua meditación de Su Pasión, que desde niña había acostumbrado hacer.
Sigamos su ejemplo en estos días ya próximos a la Semana Santa; busa en la Pasión de Cristo el sentido y alivio de tus dificultades. Lejos de ver nuestros problemas como obstáculos, sepamos ponerlos todos en manos de la Virgen y, junto a Ella, vayamos tras los pasos de Jesús Nuestro Señor, que ya se encamina al Huerto de Getsemaní, olvidado y despreciado por una mayoría burlona... la sociedad actual, que lejos de hacer penitencia y convertir su corazón a Dios, prefiere continuar en el fango de su pecado...
Recemos por quien no reza, mortifiquemos nuestro apetito por cuantos comen sin razón, saboreemos la soledad con Cristo, como si le acompañásemos, cual testigos mudos, en la agonía de Getsemaní, en Su dolor ante el pecado de los hombres. ¿Serás capaz en estos días, de dedicarle a diario, aunque solo sean 10 minutos, para meditar un capítulo de Su Pasión? Muy poco tiempo y labor sencilla, pero eficaz y elevada, como enseña Santa Teresa...
“Poned los ojos en vos y miraos interiormente, como queda dicho; hallaréis vuestro Maestro, que no os faltará; antes mientras menos consolación exterior, más regalo os hará”
(Carta 29, 2)
“¡Oh Señor!, que todo el daño nos viene de no tener puestos los ojos en Vos, que si no mirásemos otra cosa sino al camino, presto llegaríamos; mas damos mil caídas y tropiezos y erramos el camino por no poner los ojos, como digo, en el verdadero camino”.
“Pues nunca, hijas, quita vuestro Esposo los ojos de vosotras; haos sufrido mil cosas feas y abominaciones contra él y no ha bastado para que os deje de mirar, ¿y es mucho que, quitados los ojos de estas cosas exteriores, le miréis algunas veces a él? Mirad que no está aguardando otra cosa, como dice a la esposa, sino que le miremos; como le quisiereis, le hallaréis. Tiene en tanto que le volvamos a mirar, que no quedará por diligencia suya”
(Carta 26, 3)
“Los ojos en Él, y no hayan miedo se ponga este Sol de Justicia, ni nos deje caminar de noche para que nos perdamos, si primero no le dejamos a Él”
(Vida de Santa Teresa de Jesús, 35, 14)
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