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El dolor de San José está unido al dolor de su hijo Jesús por la Salvación del Mundo. Dios quiso probarlo con dolores y sufrimientos (dudas, pobreza, derramamiento de sangre, anuncio de la Pasión, persecución, temores, separación) para darle después la alegría de la Pascua, y lo hizo pasar de la duda a la seguridad de su misión paternal; de la pobreza a la posesión de Cristo, su Tesoro; de la sangre derramada a la miel del Nombre de Jesús; del anuncio profético de Pasión y Muerte a la certeza de la Salvación Humana; de la persecución y huida a la liberación de los peligros; del temor de un rey sanguinario a la tranquilidad y paz del hogar de Nazareth; de la búsqueda angustiosa la posesión total de Jesucristo.
Estos “Dolores y Gozos” de San José son su participación anticipada en el Misterio Pascual de Jesús, y al mismo tiempo, son el modelo para el consagrado en el camino de su fidelidad a Dios y de su vida espiritual... Imitemos a San José, que preparó la Misión de Jesús alimentándolo, cuidándolo y educándolo desde la infancia, adolescencia y juventud, hasta la edad adulta...
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