Sor Benigna Consolata Ferrero entró en la Historia de la Mística Católica por ser un alma confidente del Divino Corazón de Jesús, gracia muy especial de la que han gozado sólo pocos Santos. Desde el anonimato de la clausura, escribía cuanto le dictaba el Sagrado Corazón de Jesús, como lo hiciera el Señor con Santa Gertrudis, de modo semejante a Santa Margarita María de Alacoque y como volverá a pasar con Sor Josefa Menéndez.
De los Dictados de Jesús
a Sor Benigna Consolata
"Yo preparo la obra de Mi Misericordia. Yo quiero una nueva resurrección en la sociedad y Yo quiero que sea la obra del Amor.
No sabes bien el placer que experimento haciendo el oficio de de Salvador. Es Mi mayor placer y hago mis más hermosas obras maestras, precisamente con las almas que saco de mayores miserias, por éstas me dan más que hacer, más materia para trabajar.
Tú no puedes figurarte el placer que Yo experimento en hacer el oficio de Salvador; éste es todo Mi contento, y Yo hago Mis mayores obras maestras precisamente en las almas que He levantado desde lo más bajo, las que estaban más hundidas en el fango.
Una vez que los pecador están perdonados, se convierten, para el alma que los ha cometido, en manantial de gracia; porque son manantiales perpetuos de humildad.
Presta oído; quiero resucitar tus Lázaros, tus hermanos, los pecadores, ¡tienes tantos de éstos!, llévame a sus sepulcros, y ¿dónde están sus sepulcros?
Mira, uno está sepultado en el vicio de la gula, pues éste está muerto, ese vicio es su sepulcro. Cuando tú practicas algunas mortificaciones del gusto, Me conduces al sepulcro del primero.
El segundo está sepultado en otros vicios. Está muerto: tú viviendo una vida angélica, Me llevas a su sepulcro. Pero escúchame con atención, enseguida doy orden al muerto y hago que resucite; pero queda todavía ligado y mando a los suyos que desaten sus ligaduras; así debes tú perseverar en las prácticas de la mortificación para acabar la obra de la resurrección de los pecadores y conseguir que se vean libres de sus malas costumbres.
Lo que más pena Me da de todo, es ver la indiferencia que las criaturas tienen por Mí, me aborrecen... huyen de Mí, como si fuera un asesino, un malhechor, un ladrón que quisiera robarles su bienestar... En vez de esto Yo quisiera dárselo; pero no puedo porque ellas no quieren.
Esposa Mía, ¡tengo sed de Mis criaturas! Los serafines Me quieren sobe todas las cosas, los Santos también; su amor es más puro y más perfecto. Tengo, pues, mucho amor en el Cielo, pero vengo a buscarlo sobre la tierra, porque en ella el amor es libre...
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