sábado, 17 de abril de 2021

LA PURÍSIMA MARÍA, CORREDENTORA DE LAS ALMAS. Parte 2

 


               Cuando a Nuestra Señora la llamamos Mediadora Universal entendemos que Ella logró, no solo logró en plano secundario de la Corredención, la totalidad de las gracias, en una Corredención tan copiosa como la misma Redención, sino que tiene una intervención universal en las distribución de todas y casa una de las gracias, de modo que todo gracia nos viene por María Santísima.

               Los protestantes rechazan la idea de María Corredentora; para ellos es una verdad absoluta y exclusiva la palabra del Apóstol: "No hay más mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús" (1). Pero al querer salvaguardar la unidad de la Redención, lo que hacen es destruirla.

               "Desgraciados -dice el Papa San Pío X- los que desprecian a María so pretexto de honrar a Jesucristo... ¡como si pudiésemos encontrar al Hijo de otra manera que con Su Madre" (2)

               También nosotros decimos que Jesucristo es el único Mediador; Él solo nos redimió si se trata de la pertenencia de justicia del tesoro con que pagó el rescate de la humanidad, que no otra cosa es la Redención: De Él solo es la Sangre con que se pagó el precio de nuestro rescate; de Él solo la libertad y el Amor con que pagó; de Él solo los sufrimientos y la muerte con que quiso acompañar la tremenda paga para la cancelación de nuestra deuda. Por esto, a Él solo, como acreedor y pagador de Justicia, deberán levantar los ojos las generaciones y decirle las palabras del Apocalipsis "Redimiste nos, Dómine, in Sanguine Tuo" (3)

               Pero lo que Dios juntó, el hombre no puede separarlo. Y Dios quiso que Jesús, que podía estar solo en el Acto del Rescate, mejor aún, desde la previsión y preparación hasta la consumación del rescate, no estuviese aislado de toda pura criatura, sino que tuviese por Socia a Su Madre, y precisamente en funciones de tal: No estuvo solo el primer Adán para pecar y perdernos, sino que tuvo por "cruel compañera" a la primera Eva; así, correspondiendo al pensamiento de Reconquista que preside toda la Obra de la Redención -que es vencer al enemigo en el mismo terreno, con opuestos factores y recursos- al segundo Adán, Jesucristo, debía dársele, por ley de conveniencia, una segunda Eva, que fuera "feliz compañera" de Cristo Redentor.


Cardenal Enrique Tomás y Gomá 


NOTAS

1   I Carta de San Pablo a Timoteo, cap. 2, vers. 5

2   Papa San Pío X, Encíclica Ad diem illum

3   Libro del Apocalipsis, cap. 5, vers. 9




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