sábado, 24 de abril de 2021

LA PURÍSIMA MARÍA, CORREDENTORA DE LAS ALMAS. Parte 3


              La Teología Protestante impugna este título de solidaridad entre Cristo Redentor y María Corredentora con Él, por cuanto, se dice se debiera admitir la colaboración de todos los ascendientes de Jesús en la gran Obra. Es necia y falsa la razón. Ninguno de los ascendientes de Jesús tuvo la intervención personal que tuvo María en la Redención. 




              Ninguna la mereció como Ella, aunque de congruo o simple conveniencia; ni hubo entre los ascendientes quien pactara con el Ángel de la Anunciación y diera su consentimiento a la grande Obra, ni se formó el Redentor en las entrañas de ninguna de las mujeres de su genealogía; ni atravesó la espada de Simeón más que el Alma de María; ni nadie más que Ella "conmurió" con Cristo, clavado en la Cruz, derramando conjuntamente con Él, sino la sangre de Sus venas, la de Su Purísimo Corazón: in Sanguine Cordis. Es decir, ninguno de los ascendientes de Jesús fue, como María, llamada a los sumos honores y a los excelsos y durísimos oficios de la Maternidad Divina. Por eso es Ella la única Corredentora con el único Redentor. 

               Jesús solo, como Sacerdote único y única Hostia "entró una sola vez en el Santuario y logró la Redención Eterna" (1) . La misma Madre tuvo que ser redimida, aunque con redención preventiva y total. Pero a esta Madre así redimida, precisamente para que fuera digna Madre de Dios, llamóla Dios a esta Obra Ministerial de Jesús, con la misma amplitud que Él, pero en un plano inferior, dentro del mismo orden sobrenatural.


Cardenal Enrique Tomás y Gomá 


NOTA

1 Carta a los Hebreos, cap. 9, vers. 12



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