LOS FENÓMENOS DE GARABANDAL SEGÚN EL PADRE LUCIO RODRIGO, JESUITA

               El Padre Lucio Rodrigo Llanos nació en Monzón de Campos, Palencia, el 13 de Diciembre de 1885. Desde niño tomó contacto con la Compañía de Jesús, en su colegio de Carrión de los Condes, donde además de estudiante, sería Novicio a partir de 1900. Sería ordenado Sacerdote en 1916, se Doctoró primero en Sagrada Teología y poco después en Derecho Canónico en la Universidad Gregoriana de Roma. 

               En 1921 comenzaría una larga andadura como Profesor en la Universidad de Comillas, donde ejercería hasta 1965; en Comillas impartiría las asignaturas de Teología, Moral y Derecho Canónico, además de múltiples investigaciones. Asceta, delgado, de noble porte pero a la vez sencillo y humilde, fue defensor y maestro de la Escolástica. 

               Por su condición sacerdotal, sufrió dos veces la prisión durante la Guerra Civil Española. Tras una vida dedicada a Dios mediante la docencia y la dirección de almas, el Padre Rodrigo partió al Paraíso el 30 de Marzo de 1973, con fama de haber sido perfecto religioso.

               Analizando los acontecimientos en San Sebastián de Garabandal, algunos de los cuales el Padre Lucio Rodrigo había sido testigo ocular, en una carta dirigida al Padre José Ramón García de la Riva el 10 de Agosto de 1966, declaraba su firme convencimiento de la realidad de las Apariciones de Nuestra Señora en Garabandal en los siguientes términos: 

           "A los que creemos en la realidad sobrenatural, de orden divino, de lo acontecido en Garabandal... nosotros hemos concluido y creído el carácter sobrenatural de orden divino de aquellos fenómenos, no por lo que ellas (las niñas videntes) hayan podido decir entonces, o dentro o fuera del supuesto trance, de la que estaban viendo o habían visto, sino por el conjunto de fenómenos que veníamos presenciando u otros, de plena solvencia, aseguraban haber presenciado, conjunto que hemos sometido a severo análisis crítico, llegando de ese análisis a la conclusión que aquellos fenómenos ni eran ni podían ser ficciones de niñas, o ilusiones enfermizas o diabólicas que se daban en ellas..." 

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