viernes, 15 de mayo de 2020

"AMOR Y MISERICORDIA SON COMO LA RESPIRACIÓN DE MI DULCÍSIMO CORAZÓN..."




              Sor Benigna Consolata Ferrero entró en la Historia de la Mística Católica por ser un alma confidente del Divino Corazón de Jesús, gracia muy especial de la que han gozado sólo pocos Santos. Desde el anonimato de la clausura, escribía cuanto le dictaba el Sagrado Corazón de Jesús, como lo hiciera el Señor con Santa Gertrudis, de modo semejante a Santa Margarita María de Alacoque y como volverá a pasar con Sor Josefa Menéndez.



De los Dictados de Jesús 
a Sor Benigna Consolata


               Esposa Mía, Yo tengo un Corazón humano y Yo quiero a los hombres, porque son Mis hermanos, sí, porque son Mis hermanos los hombres...

              No ansíes tanto las palabras de las criaturas: tienes a tu Criador que te habla. ¿No te basto Yo, o esperas encontrar un corazón que te ame más y que te compadezca más? Mi Corazón es un abismo de Misericordia, y ¿aún no Le conoces? ¿No has tenido ya la felicidad de experimentarlo?.

              Sí, concédeme el consuelo de darme tus miserias. Quiero ser contigo el "Trapero", es decir, el que se queda con los trapos y además paga al que se los presenta. Si me das tus miserias yo las pago, te saco de la confusión en que te encuentras y con ello me agradas. Pero hay que vendérmelas por un acto de profunda humildad, no superficial, sino sentida.

               Dame esos harapos con los cuales no sabes qué hacer. Yo sacaré de ellos algo provechosa para las almas. Deja obrar a Mi Amor. Llámame como más te guste:o el "Trapero del Amor" o el "de la Misericordia", los dos títulos me agradan: Amor y Misericordia son como la respiración  de Mi Dulcísimo Corazón. 

               Aspiro, es decir, atraigo a Mí las miserias de Mis pobres y débiles criaturas para consumirlas en el fuego de Mi Divina Caridad; y después, Yo respiro, es decir, despido de Mi Dulcísimo Corazón este fuego que devora y que es capaz de inflamar tantos corazones. Necesito consumir las miserias de mis pobres y débiles criaturas y nunca me canso de lavar y relavar las almas, porque las lavo en Mi Preciosísima Sangre.






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