jueves, 10 de enero de 2013

LA BEATA ÁNGELA DE FOLIGNO Y LA SAGRADA EUCARISTÍA



   "Es necesario que el alma penetre hasta lo íntimo del Dios-Hombre y descubra su plan de amor, actuado en el Santo Sacrificio. El alma debe mirar a ese inefable Amor de Dios que lo impulsó a excogitar todo medio, para quedarse totalmente con nosotros. Y quiso este Sacramento, no sólo en memoria de su muerte, que es nuestra salvación, sino también para quedarse con nosotros, todo y siempre. Y el que quiera sondear este abismo de amor, es menester que tenga buenos ojos...

   Pienso que esta verdad ha de ser escudriñada por todos los que quieren celebrar y recibir este Sacrificio. De ahí no se aleje el alma, sino que se detenga y quede, porque la mirada que el Dios-Hombre dirigió al género humano era tan amable que es absolutamente necesario destacar ese inefable amor, cuando decidió inmolarse todo por nosotros en el Santo Sacrificio.


   Deteneos a considerar quién es el que quiso quedarse en este Sacrificio. “Él es el que es”. Y él que es todo el ser, se quedó todo en ese Sacramento. Por eso nadie se extrañe de cómo puede existir simultáneamente en tantos altares, aquende y allende los mares, y allá como acá, y acá como allá. El habló así: «Yo soy Dios, incomprensible para vosotros. Todo lo hice sin vosotros, y obro sin vosotros. Frente a lo que no comprendéis, inclinad la cabeza, porque para mí nada es imposible.

   ¿Hay algún alma tan insensible que, contemplando esa mirada tan amorosa y tan sincera, al instante no se transforme toda en amor?... ¿Y puede haber algún alma tan escasa de amor que, al ver cómo ha sido amada y cómo Él dispuso todas las cosas para quedarse totalmente con nosotros en el santo sacrificio, no se transforme toda en amor?..."


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