martes, 30 de abril de 2024

COMIENZA EL MES DE LA VIRGEN MARÍA



               El Mes de Mayo fue consagrado a María Nuestra Señora desde época inmemorial; así vemos que en el siglo XIII, en España el Rey Alfonso X "El Sabio", invitaba a alabar e invocar a Nuestra Señora ante su altar, en el mes de las flores. Y él mismo escribió las "Cantigas de Santa María" porque quería "trovar en honor de la Rosa de las Rosas y de la Flor de las flores".

              En Italia fue San Felipe Neri, en el siglo XVI, el iniciador del Mes de Mayo dedicado a María, con la costumbre de invitar a los jóvenes a cantar, llevar flores y ofrecer sacrificios a la Virgen.

              Y en América  fueron los celosos Misioneros los que transportaron esta hermosa Tradición de honrar a la Madre de Dios de forma especial en este mes de Mayo.

               De ahora en adelante reza diariamente al menos cinco Misterios del Santo Rosario, arma poderosa contra los enemigos del alma; devoción propagada por todos los Santos, bendecida e indulgenciada por numerosos Pontífices.

               Para aquellos que aún no tengan impuesto el Santo Escapulario del Carmen, ¿qué mejor momento que este Mes de María para hacérselo imponer y bendecir por un Sacerdote facultado para ello?. Llevar esta prenda de la Virgen Santa es signo de nuestra futura salvación, donde contaremos con Ella como Abogada. 

               No dejemos de tener colgada al cuello o prendida en nuestro Rosario, la Medalla Milagrosa, tan protectora y cargada de bendiciones.

               Dedicar cada día un rato a una lectura mariana, como por ejemplo las piadosas meditaciones que (si Dios quiere) compartiremos a lo largo del mes en este blog.

               Cada Sábado, honremos más que otro día, a la Purísima Virgen; procuremos rezar los quince Misterios Tradicionales (Gozosos, Dolorosos y Gloriosos) y ofrezcamos algún pequeño sacrificio a Nuestra Señora (como privarse del café, del azúcar, no ver la televisión...) además de visitar a algún enfermo o anciano que esté necesitado de compañía.

               Como Hijos y Esclavos de Amor de Nuestra Señora, usemos estas prácticas sencillas prácticas de Piedad para asemejarnos más a Aquella que dio el "Fiat" a la Voluntad de Dios. 

               No nos quejemos por el frío o el calor, soportemos con alegría los problemas diarios, nuestros conflictos con nuestros hijos y allegados; en el mes de Mayo, intentemos ver la vida como la entendería la Virgen María: con amor, con dulzura, pero firmes y alegres ante los conflictos que se nos planteen.

               Cada mañana, besemos nuestro Escapulario, que es lo mismo que besar a la Virgen y ofrezcamos a Ella la jornada, con todo lo bueno y lo no tan bueno; abandonándonos en las Purísimas manos de Nuestra Señora, ¿habrá problema que no tenga solución?. 



LA SANTA FAZ Y EL APÓSTOL PEDRO


Oh, Faz adorable, 
cuya divina mirada traspasó 
el corazón de San Pedro 
con una flecha de dolor y amor, 
ten piedad de nosotros.


               Jesús se encontraba a orillas del lago de Genesareth, y Andrés vino y dijo a sus hermanos "Hemos encontrado al Mesías".  De inmediato le condujo a Jesús, habiendo visto a Simón -Intuitus autem eum Jesus- , en el mismo instante le dijo "Tú eres Simón, hijo de Juan, de ahora en adelante te llamarás Cefas, que quiere decir piedra". Admiremos el poder y la eficacia de la mirada de Jesús. 

               Él vuelve Su Santa Faz sobre un pobre pescador, y descubre en él lo que hasta entonces nadie había visto, un alma elegida, un futuro pescador de hombres, él quien estaba destinado a ser la piedra angular sobre la que habría de edificar Su Iglesia. 

               Esta mirada penetró tanto el alma de Pedro, que inmediatamente abandonó sus redes y su familia, y siguió a su Maestro.

               ¿Acaso no fue también una mirada de los ojos del Salvador, que cayeron sobre mi alma, en el instante en que quizás me encontraba lejos de la grey celestial, y que, iluminándome con un rayo de gracia, me capacitaron para comprender la nada de las cosas creadas, y la felicidad de seguir al Divino Maestro? 

               Oh, Señor, obra Tu tierna mirada para que brille una vez más, y señálame el camino que debo seguir, a fin de que de ahora en adelante evite las sendas del vicio y el error.  

               "Aunque todos se escandalicen de Ti, Yo nunca me escandalizaré" , replicó el Apóstol a su Maestro en la víspera de Su Pasión; y como castigo de su arrogante confianza en sí mismo, Jesús permitió que las palabras dichas por una sirvienta hicieran que Su Vicario le negara por tres veces y afirmara con juramento que no conocía al hombre. 

               ¡Oh, Jesús, qué lección! ¡Pero, mira! apenas se había consumado la caída antes que el Salvador piense en nada más que en levantar de nuevo a Su Apóstol. Se olvida de Sus propios sufrimientos e ignominias, y vuelve hacia él Su Faz adorable; un rayo de luz de amor, proveniente de los ojos del Maestro, penetra el corazón del discípulo infiel, y Pedro confiesa su culpa. "Flevit amare", dice el Evangelio, "lloró amargamente", y tan amargamente, que un riachuelo de incesantes lágrimas trazó sobre la cara de Pedro un surco imborrable. 

               ¿No es la historia de Tu Apóstol de alguna manera la mía?.  ¿Cuántas veces no Te he negado por el pecado?. ¡Cuántas me has levantado de nuevo con una mira tierna de Tus ojos!. 

               Pero, Oh mi Jesús, ¿se ha asemejado mi contrición a esa del Apóstol penitente?. Dame su verdadero dolor por mis culpas, y que aprenda, contemplando Tu augusta Faz, desfigurada por mis pecados, de aquí en adelante a llevar una vida de reparación y amor. 


Jaculatoria para repetir a lo largo de hoy...

"Conversus Domini respexit Petrum, 
egressus foras, Petrus flevit amare". 
Y el Señor, volviéndose, miró a Pedro, 
y Pedro, saliendo, lloró amargamente. 
(Evangelio de San Lucas, 22, 61)


Tomado del libro "Un mois en l'honneur de la Sainte Face",
por el Sacerdote Jean-Baptiste Fourault, 
editado por vez primera en 1903





LOS TRECE MARTES DE SAN ANTONIO. MARTES 7º: LA BENIGNIDAD

 

Del 19 de Marzo
al 11 de Junio de 2024

          San Antonio de Padua murió para este mundo el Viernes 13 de Junio del año 1231; el Martes siguiente, sus restos mortales fueron trasladados desde Arcella a la ciudad de Padua, donde reposan hasta hoy; durante el camino fueron muchos los prodigios que obraron las reliquias del Santo franciscano, de ahí que entre sus devotos comenzara la costumbre de encomendarse al Santo los Martes; inicialmente durante nueve consecutivos, pero con el tiempo se ampliaron hasta 13, para hacerlos coincidir en número con el día de San Antonio. 

          Se pueden rezar Los Trece Martes en cualquier época del año, tan solo se exige que se realicen con Piedad, en gracia de Dios y de forma consecutiva, para poder ganar las indulgencias que le están concedidas.

          Fue el Papa León XIII quien el 1 de Marzo de 1898, concedió una Indulgencia Plenaria para cada uno de Los Trece Martes consecutivos; las almas devotas que realicen esta práctica deben acercarse además a los Sacramentos de la Comunión y la Confesión en el trascurso de esta súplica a San Antonio.




            Por la señal de la Santa Cruz + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro + 

            En el Nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.


ACTO DE CONTRICIÓN


            Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quién sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta.

            Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en Vuestra Bondad y Misericordia infinita, que me los perdonaréis, por los méritos de Vuestra Preciosísima Sangre, Pasión y Muerte y me daréis gracia para enmendarme, y perseverar en Vuestro Santo Amor y servicio, hasta el fin de mi vida. Amén.

ORACIÓN INICIAL


            Postrado a tus pies, oh amantísimo protector mío San Antonio, te ofrezco el piadoso ejercicio que voy a practicar para que me alcances del Señor el perdón de mis pecados, las virtudes propias de mi estado, la perseverancia final y la gracia especial que solicito con esta devoción. Más si ésta no me conviniese, obtenme conformidad con la Voluntad de Dios. Amén.


MARTES 7º: LA BENIGNIDAD

            ¡Oh, soberano y suavísimo San Antonio! Alcanzadme una santa benignidad para con mis prójimos, a fin de que no quiera otras armas contra mis enemigos más que orar por ellos y hacerlos bien.      

A continuación rezamos un Padrenuestro
un Avemaría y un Gloria. Luego, terminamos 
rezando el tradicional Responsorio de San Antonio...




Y terminamos este ejercicio piadoso signándonos 
en el Nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.



lunes, 29 de abril de 2024

LA REUNIÓN DE TODOS LOS BIENES Y HERMOSURAS, por el Padre Valentín de San José, Carmelita Descalzo de Las Batuecas, capítulo VII, punto 39-40



               Es tan excesivamente hermoso e inmenso el bien del Cielo, tan encantador y superior a toda otra belleza, tan insoñable y delicioso sobre cuanto la inteligencia puede pensar y la imaginación fantasear, que las almas a quienes Dios mostró comunicaciones sobrenaturales de esa belleza inefable salen de sí mismas en éxtasis al sólo recordar tan maravillosa y deslumbrante delicia, que no se parece a nada visible. 

               El pensamiento de que verán a Dios infinito, de que estarán en Dios y vivirán la vida de Dios y su misma delicia y sabiduría y poder, les abstrae en gozo a veces días enteros, como lo leemos en sus biografías o ellos mismos lo dejaron escrito, y les hacía repetir constantemente: "Dios, Dios, Cielo, Luz, Verdad Eterna". 

               Sé ciertamente por la Fe y por la Teología que Dios es la Suma Bondad y la Omnipotencia; es el Amor infinito y la generosidad sin límites. Sé, Dios mío, que eres mi Padre y me has criado para el Cielo y has criado el Cielo, cúmulo o "juntura" de todos los bienes y delicias, para premiar, galardonar y obsequiar con toda la magnificencia de Tu largueza sin límites y con Tu Amor y Poder infinitos, a Tus hijos buenos, que te amaron, obedecieron y practicaron las virtudes en la tierra. 

               Amar es vivir la Voluntad de Dios. La ley que gobierna y alegra el Cielo es el amor glorioso y la compenetración. El Cielo no se parece a nada de la tierra. El Cielo es sobrenatural. El premio de la felicidad del Cielo es Dios mismo. Dios se da a los Bienaventurados y les comunica Su naturaleza gloriosa y Sus perfecciones, Su sabiduría y Su dicha. El Cielo infinito es Dios mismo, que se da a Sí mismo y produce el gozo sin término. El Cielo es la reunión de todos los bienes y hermosuras y el lugar donde Dios se da y se comunica a las almas y las hace felices. 

               Nada de la tierra puede compararse con las bellezas y encantos del Cielo, ni los encantos del lugar del Cielo con Dios. Dios se da gloriosamente y comunica Sus perfecciones a los Bienaventurados en proporción del amor que en la tierra le tuvieron y de las virtudes y obras buenas que practicaron. Ante Dios nada son ni la fama, ni los bienes, ni la sabiduría, ni el poder de la tierra, si no se emplearon para Dios. Dios no mira ni a la belleza del cuerpo, ni al atractivo de la persona, ni a la ignorancia o rudeza. Todo es don de Dios, y lo da para poder ganar más Cielo. La sabiduría, la hermosura, la habilidad y riqueza ante Dios y con los que se compra Cielo, son la gracia y el amor, que se acrecientan con las virtudes. 

               Los filósofos o literatos paganos describen y hablan de un cielo material muy semejante a esta vida de la tierra, aunque exento de dolencias. En ese cielo no tenían entrada los pobres ni los esclavos, como si no fueran criaturas de Dios. ¡Pobres doblemente los pobres según su enseñanza! ¡Llevaban aquí vida miserable y arrastrada y no podían tener cielo después de la muerte! ¡Cuán diferente es el pensamiento de Dios! 

               Todos somos hijos del Altísimo. Jesucristo empieza Su Doctrina diciendo: Bienaventurados los pobres de espíritu, y los pacíficos, y los que lloran, y los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Aun en esta vida Dios ha hecho más frecuentemente sus maravillosas mercedes sobrenaturales a los pobres, a los desconocidos, a los que lo han renunciado todo por Él. Con las almas recogidas  y alejadas del trato de sociedad ha mostrado Sus especiales complacencias. Porque lo que vale ante Dios es la virtud, la limpieza de corazón, la humildad, la rectitud de intención. 

               Bien hizo Dante en no tomar por guía en el Paraíso a Virgilio, como le había tenido en las descripciones del Infierno y del Purgatorio. Virgilio, nacido en el paganismo, carecía de la luz de la Fe, y ni sus ojos ni su inspiración podían ver las maravillas sobrenaturales del Cielo sobrenatural que nos enseña la Revelación. Sólo sabe decir del Cielo que los hombres allí tienen las mismas diversiones y hacen los mismos ejercicios que cuando vivían en la tierra y conservan las mismas aficiones que en esta vida tuvieron a los buenos caballos, a los buenos carros en magníficas praderas (1). ¡Pobre hombre si viviera en la eternidad en tan bajo y mísero cielo!. 

               ¡Y aún es más mísero el estado de las almas en el cielo según la descripción que Ovidio hace con toda su fantasía juguetona! ¡Bendita sea la Fe, que enseña la felicidad sobrenatural del Cielo y la participación de la vida y perfecciones del mismo Dios en proporción de la virtud y del amor santo que en la tierra vivieron!.

               La filosofía romana, siguiendo la doctrina de Platón, aunque sin llegar a la belleza de su inspiración, dice por Marco Tulio que separar el alma del cuerpo es aprender a morir, y es mi consejo que nos despeguemos de las cosas corporales para que vayamos aprendiendo a morir..., y cuando lleguemos al Cielo, entonces sí que viviremos., porque esta vida presente más bien es muerte (2). En el Cielo de nada se carecerá, y el espíritu se sustentará de las mismas cosas que se sustentan y mantienen los astros (3). El Cielo, enseña, es la reunión de todos los bienes, y está exento de todos los males. La vida del Cielo será muy agradable y deliciosa, teniendo el trato y amistad con los hombres más grandes, más sabios y más agradables que han existido. Ese es todo el Cielo que se ha de gozar según el entender de Cicerón, aprendido de los filósofos griegos. No merece ni recordar el Cielo que promete y describe el Corán en las riberas de arroyos y en muy amenas praderas. No era más alta la idea que de la virtud tenía el que lo escribió. 

               Pero el Cielo es en verdad todo luz, todo belleza y delicia sobrenatural, todo sabiduría y contento. El Cielo es todo Amor. La ley que gobierna el Cielo y une las almas es el Amor, Amor glorioso, sobrenatural, por poseer ya a Dios y Sus perfecciones y en Dios todos los bienes y todas las perfecciones y alegrías. El Cielo es el amor fraternal, confidencial, íntimo, sin engaños ni equivocaciones, en el amor triunfal y esplendoroso de Dios. El Cielo es la reunión gloriosa de la gran familia humana y angélica, gozando en jubilosa unión en Dios de los triunfos que alcanzaron en la virtud. 

               El Cielo es la posesión en plenitud de la Sabiduría, del Poder y de la Bondad. Es el gozo de la verdad. No sabrá más el que tenía más ciencia y conocimientos en la tierra, sino el que amó más a Dios. No será más feliz el que conoce más cosas en el mundo, sino el que conoce más de Dios. Porque Dios es la Felicidad y el Cielo. Pero el que amó más a Dios en esta vida, conoce más de Dios y conoce también más verdades en la Verdad y hermosura de Dios. Seré dichoso, porque veré, conoceré y viviré a Dios.


NOTAS 

1) Virgilio: Eneida, lib. VI. 
2) Marco Tulio Cicerón: Tusculanae Disputationes, lib. I, cap. XXXI, núm. 75. 
3) Id., id., id.: cap. XIX, núm. 43





viernes, 26 de abril de 2024

NUESTRA SEÑORA DEL BUEN CONSEJO en el siglo de la confusión



               A mediados del siglo XIV Albania atravesaba grandes dificultades. Después de ser disputada durante siglos entre los pueblos vecinos, era invadida entonces por el poderoso imperio turco. Sin estructura militar capaz de oponerse al enérgico adversario, el pueblo rezaba con angustia, confiándose al auxilio del cielo. La respuesta a tales oraciones no se hizo esperar: en la emergencia surgió un varón de Dios, de noble estirpe y devotísimo de María, decidido a luchar por la Patrona y por la libertad de su país.

               A costa de inmensos esfuerzos bélicos, logró mantener la unidad y la fe de su pueblo. Las crónicas de su tiempo exaltan las hazañas realizadas por él y por los valerosos albaneses que lucharon a su lado estimulados por su ardor.

               Cuando los combates les daban tregua, se arrodillaban todos a los pies de “Santa María de Scútari”, de donde salían fortalecidos y obtenían portentosas y decisivas victorias contra el enemigo de la fe. En eso reluce una característica de aquella que el mundo co­nocería en el futuro como Madre del Buen Consejo: fortalecer a todos los que, combatiendo el buen combate, se le aproximan buscando aliento y valor.

              Sin embargo… al cabo de 23 años de luchas, Skanderbeg fue llevado de esta vida. La falta del piadoso líder era irreparable. Todos presentían que la derrota estaba próxima. El pueblo se encontraba ante la trágica encrucijada de abandonar la patria o someterse a la esclavitud turca.

              En esa situación de perplejidad, la Virgen del fresco se aparece en sueños a dos valientes soldados de Skanderbeg, llamados Georgis y De Sclavis, para ordenarles que la sigan en un largo viaje. La imagen les inspiraba una gran confianza y arrodillarse a sus pies era motivo de gran consuelo para ellos. Cierta mañana estando ambos sumidos en fervorosa oración, ven el más grande milagro de sus vidas.

               El maravilloso fresco se desprende de la pared y, llevado por ángeles, envuelto en una blanca y luminosa nube, va retirándose suavemente del recinto. ¡Resulta fácil imaginar la reacción de los buenos hombres! Atónitos, siguen a la Virgen que avanza por los cielos de Scútari. Cuando se dan cuenta, están a orillas del Mar Adriático. ¡Habían recorrido treinta kilómetros sin sentir cansancio!

               Siempre rodeada por la blanca nube, la milagrosa imagen avanza mar adentro. Perplejos, Georgis y De Sclavis no quieren dejarla; y entonces verifican, estupefactos y eufóricos, que bajo sus pies las aguas se convierten en sólidos diamantes, regresando al estado líquido tras su paso. ¡Qué milagro! Tal como san Pedro en el lago de Genezaret, estos dos hombres ca minan sobre el Adriático guiados por la propia “Estrella del Mar”.

              Sin saber decir cuánto tiempo caminaron, ni cuántos kilómetros dejaron atrás, los buenos devotos ven nuevas playas. ¡Estaban en la península itálica! Pero… ¿dónde estaba Santa María de Scútari? Miran a uno y otro lado, escuchan otro idioma, sienten un ambiente tan diferente a su Albania, pero ya no ven a la Señora de la luminosa nube. Había desaparecido. ¡Qué gran prueba! Comenzaron entonces una búsqueda infatigable. ¿Dónde estaría Ella?

               En esa misma época, en la pequeña ciudad de Genazzano, no lejos de Roma, vivía una piadosa viuda llamada Petruccia de Nocera. Para entonces ya era una octogenaria mujer de mucha rectitud, terciaria de la orden agustina, y cuya modesta herencia apenas le alcanzaba para vivir. Petruccia era muy d vota de la Madre del Buen Consejo, venerada en una vieja iglesia de Genazzano. La piadosa señora recibió del Espíritu Santo la siguiente revelación: “María Santísima, en su imagen de Scútari, desea salir de Albania”.

               Si la comunicación sobrenatural la sorprendió, todavía más asombro causó en ella recibir de la Virgen misma la orden expresa de levantar el templo que debería recibir su fresco, así como la promesa de ser ayudada en el tiempo oportuno. Comenzó, pues, Petruccia la construcción de la pequeña iglesia. Empleó todos sus recursos… que se terminaron cuando las paredes sólo llegaban al metro de altura. Los escépticos habitantes de la pequeña ciudad convirtieron a la viuda en blanco favorito de sus burlas y sarcasmos, llamándola loca, visionaria, imprudente y anticuada. Pero ella atravesó confiada esta prueba tal como Noé, de quien se mofaban todos mientras construía el arca.

               Era el día 25 de Abril de 1467, Fiesta de San Marcos, Patrono de Genazzano. A las dos de la tarde, Petruccia parte camino a la iglesia, pasando por la bulliciosa feria donde se ofrece desde tejidos de Génova y Venecia hasta un elixir de eterna juventud o un “poderosísimo” licor contra cualquier tipo de fiebre. En medio del vocerío, el pueblo siente una melodía de singular belleza venida del cielo. Se impone el silencio. Todos notan que la música proviene de una nubecita blanca, tan luminosa que ofusca los propios rayos del sol, la cual baja gradualmente hacia la pared inconclusa de una capilla lateral. La muchedumbre acude estupefacta, ocupa el pequeño recinto y ve deshacerse la nube. Ahí estaba suspendido en el aire, sin ningún soporte visible el sagrado fresco, la Señora del Buen Consejo. “¡Un milagro, un milagro!”, gritan todos. ¡Qué alegría para Petruccia y qué consuelo para Georgis y De Sclavis cuando pudieran llegar allá! Se confirmaba el superior designio de la construcción iniciada, y empezaba en Genazzano un largo e ininterrumpido desfile de milagros y gracias obrados por la Virgen.



IMPLORAR EL AUXILIO DE NUESTRA SEÑORA
DEL BUEN CONSEJO, por Plinio Corrêa de Oliveira

               Sin duda, en nuestra época, tan afligida y conturbada, incontables son las almas que precisan, a este o aquel título, de un buen consejo. Nada pueden hacer ellas de mejor que implorar el auxilio de Aquella que la Santa Iglesia, en la letanía lauretana invoca como “Mater Boni Consilii”.

               Sin embargo cumple ponderar que un consejo es de tanto mayor validez, cuanto mayor fuese la importancia del asunto sobre el cual versa.

              Por esto, supremamente importante son para cada uno los consejos necesarios para conocer a respecto de sí mismo -dentro de la tempestad de tinieblas del siglo XX- los designios de Nuestra Señora y los medios aptos para realizarlos.

               Aquí hay un primer título para afirmar la particular actualidad de la devoción a Nuestra Señora de Genazzano en este siglo que podrá pasar para la Historia como el siglo de la confusión.

               Inclusive, si ampliamos nuestros horizontes para mas allá de la esfera individual, y consideramos en una perspectiva histórica la crisis por la cual hoy pasa la Iglesia de Dios, no podremos dejar de ponderar que aún aquí la humanidad necesita como nunca de un buen consejo de la Virgen de las vírgenes...

               Parecerá tal vez excesivo, para algunos lectores, que afirmemos ser éste el siglo más confuso de la Historia. Sin embargo, entre las múltiples pruebas que esta aseveración comporta, es necesario ponderar una, que por sí misma justifica nuestra afirmación.

               En efecto, sería difícil constatar que en algún tiempo la confusión haya sido mayor en los medios católicos de que en el nuestro.

               Por cierto, hubo épocas en que la Iglesia pareció afectada por una confusión más grave. Así, las crisis a lo largo de las cuales los antipapas dislaceraban el Cuerpo Místico de Cristo, o la lucha de las investiduras que dividió durante mucho tiempo el Occidente Cristiano, lanzando el Sacro Imperio contra el Papado. Pero estas crisis, o eran más de rivalidades personales que de principios, o ponían en juego sólo algunos principios, si bien que básicos, de la doctrina católica.

               Actualmente, por lo contrario, no hay error, por más craso y rotundo, que no procure revestirse de un ropaje más o menos nuevo para obtener libre tránsito en los ambientes católicos. Se puede decir que asistimos en nuestro propio medio al desfile de todos los errores, farisaicamente disfrazados con piel de oveja, para solicitar la adhesión de católicos incautos, superficiales o poco devotos de nuestra Fe. Y, ante esa maniobra, cuántas concesiones, cuántas falsas prudencias, cuánto criminal noviazgo con la herejía!

               Trazado este cuadro, pensamos con afecto y con aprensión en las muchas almas sin mayores estudios religiosos. ¡Cuan necesario les es el buen consejo de Nuestra Señora, para vencer la confusión! La Iglesia puede decir de ahí, analógicamente, las palabras de Nuestro Señor; “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”, (Juan, XIV, 6). Si en los ambientes católicos sopla la confusión, es inevitable que ésta se extienda por todos los otros dominios de la existencia. Y, en la Iglesia no puede haber confusión mayor de la que de los principios.

               Es natural, pues, que afirmemos ser éste nuestro siglo, el siglo de la confusión, y que de nuestros labios suba una súplica para la Madre de Dios: Nuestra Señora del Buen Consejo, rogad por nosotros, y ayudadnos a permanecer fieles al Camino, a la Verdad y a la Vida, en medio de tanto extravío, de tanta mentira y de tanta muerte. 



jueves, 25 de abril de 2024

ORACIÓN DE OFRECIMIENTO PARA RECITAR DESPUÉS DE COMULGAR A JESÚS SACRAMENTADO



Estampa devocional diseñada para ser impresa a doble cara. 
Permitida su difusión, sin fines comerciales

               "Habiendo recibido la Santa Comunión, estaba pensando cómo ofrecer una cosa más especial a Jesús, cómo mostrarle mi amor y darle mayor gusto; y le he dicho: "Queridísimo Jesús mío, Te ofrezco mi corazón para Tu satisfacción y Tu eterna alabanza, y Te ofrezco todo mi ser, hasta las mínimas partículas de mi cuerpo, como otros tantos muros que pongo delante de Ti, para impedir toda ofensa que Te hagan, aceptando todas sobre mí, si fuera posible y como a Ti te guste, hasta el día del Juicio; y ya que quiero que mi ofrecimiento sea completo y Te satisfaga por todos, quiero que todas las penas que tenga que soportar, recibiendo yo las ofensas que Te hagan, Te compensen por toda la Gloria que habrían debido darte los Santos que están en el Cielo cuando estaban en la tierra, la que Te debían dar las Almas del Purgatorio y la Gloria que Te deben todos los hombres pasados, presentes y futuros; Te las ofrezco por todos en general y por cada uno en particular". 


Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, "Libro de Cielo", Vol. 4, 3 de Octubre de 1901




miércoles, 24 de abril de 2024

TRADICIONAL HIMNO "TE JOSEPH CELEBRENT"

 



               "Hija Mía, aunque has escrito que Mi esposo San José es excelentísimo entre los Santos y Príncipes de la Celestial Jerusalén, pero ni tú puedes ahora manifestar su eminente Santidad, ni los mortales pueden conocerla antes de llegar a la Vida de la Divinidad, donde con admiración y alabanza del mismo Señor se harán capaces de este privilegio; el día último, cuando todos los hombres sean juzgados, llorarán amargamente los infelices condenados no haber conocido por sus pecados este medio tan poderoso y eficaz para su salvación (la devoción a San José), ni haberse valido de él para ganarse la amistad de Mi Divino Hijo, el Justo Juez.

               Y todos los del mundo han ignorado mucho los privilegios y prerrogativas que el Altísimo Señor concedió a Mi Santo Esposo José y cuánto puede su intercesión con su Majestad y Conmigo, porque te aseguro, muy querida hija, que en presencia de la Divina Justicia es uno de los grandes intercesores para detenerla contra los pecadores y alcanzar grandes mercedes.

               Y por la noticia y la luz que de esto has recibido y recién escrito, quiero que seas muy agradecida a la dignación del Señor y al favor que en esto hago contigo; y de aquí en adelante en lo que queda de tu vida procures adelantarte en la devoción y cordial afecto a Mi Santo Esposo José y bendecir al Señor, porque le favoreció con tantos dones y por el gozo que yo tuve de conocerlo. En todas tus necesidades te has de valer de su intercesión y solicitarle muchos devotos, y que las religiosas se fijen mucho en esto, pues lo que pide Mi Esposo José en el Cielo concede el Altísimo en la tierra y a sus peticiones y palabras tiene vinculados grandes y extraordinarios favores para los hombres, si ellos no se hacen indignos de recibirlos.

                Y todos estos privilegios corresponden a la perfección de este admirable Santo y a sus virtudes tan grandiosas, porque la Divina Misericordia se inclinó a ellas y le miró con mucho agrado, para conceder admirables misericordias para José y para los que acuden a su intercesión".


Extraído de "Mística Ciudad de Dios
de la Venerable Sor María de Jesús de Agreda




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martes, 23 de abril de 2024

EL BESO DEL TRAIDOR SOBRE LA FAZ DE JESÚS


Oh, Faz adorable, 
besada por Judas el traidor, 
ten piedad de nosotros


               Jesús, habiendo terminado su oración, regresó donde sus discípulos y les dijo "Levantaos, vamos ; mirad, está cerca el que habrá de traicionarme". Apenas había terminado de hablar, cuando Judas se presentó a la cabeza de una tropa armada con espadas y antorchas, para llevarse al Señor conforme el signo que les había dado a ellos... "Aquél, a quien yo bese, ése mismo es, lleváoslo rápidamente". Y mira que el traidor en verdad se acerca a Jesús, y le da un beso infame sobre Su augusta Faz, diciendo "Te saludo, Maestro", ¡qué hipocresía y qué ultraje! 

               Nuestro Señor había colmado a Judas con bondad, lo había llamado a la gloria del apostolado, lo había honrado con el don de realizar milagros, y había confiado a su cuidado los recursos de los que podía disponer el rebaño que le había seguido. 

               Después de haberle lavado sus pies, lo había admitido al primer banquete eucarístico y se le había dado Él mismo en la Santa Comunión... ¡Que Comunión sacrílega, oh, Buen Maestro, ¡y que terrible el resultado de ella! ¡El ultraje infringido sobre Jesús por el traidor se dirige a Su Corazón, y se manifiesta en Su Santa Faz!. 

               Cuán dolorosa para el Salvador fue la traición de Su apóstol. Jesús la recibe y Él aún llama a Judas su amigo "Amice, ad quid venisti?" (Evangelio de San Mateo, cap. 26, vers. 50).

               Era tanto como para decirle "Aunque ya no Me amas más, Yo siempre te amo, y Mi Corazón permanece abierto para ti, a pesar de la vergüenza que cubre Mi Rostro". 

               Perdón, Señor, perdón, mil veces, perdón por el beso traidor. Ah, ojalá con mi amor consolara Tu Corazón, y por mis reparaciones lavara Tu Faz divina por las afrentas recibidas en el Huerto de la Agonía. 

              ¡Cuántas veces, ah! ¡no ha sido renovado el beso de Judas! Conozco un hombre, oh, Dios mío, a quien colmaste con el exceso de Tu ternura, y en cuya alma, sumergida en la inmundicia del pecado, Te compadeciste. Tú la alzaste y la sumergiste en el baño de la Salvación, la acercaste a Tu Corazón, y la alimentaste en Tu mesa con el Pan de los Ángeles, y todavía este hombre Te traiciona. Y este pecador soy yo mismo, oh Señor, yo que he despedazado Tu Corazón, con mi ingratitud, y con mis iniquidades. He cubierto Tu Faz adorable de vergüenza. 

               Por último, no me permitas traicionarte con una Comunión sacrílega, con un beso hipócrita. Ah, Señor, sería mejor para mí morir mil veces que de nuevo traicionarte. Inclina sobre mí Tu Faz misericordiosa. Que escuche, caer de Tus labios, la dulce palabra pronunciada en el huerto "Amice", amigo... Sí, Jesús, de ahora en adelante, seré Tu amigo. ¡Qué insensatez traicionarte por una locura pasajera de orgullo, de sensualidad y de avaricia!. ¿En mi última hora que habré cosechado de ello?

               Amarte como un fiel apóstol, tal debe ser el pósito de mi vida; reparar los ultrajes que Te he infringido, será de ahora en adelante mi única ocupación, para que un día pueda escuchar pronunciar de Tus labios, ya no más un amable reproche, sino lleno de ánimo y salvación "Amice, ad quid venisti?" Y yo responderé "¡Señor, a alabarte, a amarte, a bendecirte por toda la Eternidad!


Jaculatoria para repetir a lo largo de hoy...

"Osculetur me osculo oris Sui".  
Que me bese con los besos de Su boca 
(Cantar de los Cantares, 1, 1)


Tomado del libro "Un mois en l'honneur de la Sainte Face",
por el Sacerdote Jean-Baptiste Fourault, 
editado por vez primera en 1903




LOS TRECE MARTES DE SAN ANTONIO. MARTES 6º: LA BONDAD


Del 19 de Marzo
al 11 de Junio de 2024

          San Antonio de Padua murió para este mundo el Viernes 13 de Junio del año 1231; el Martes siguiente, sus restos mortales fueron trasladados desde Arcella a la ciudad de Padua, donde reposan hasta hoy; durante el camino fueron muchos los prodigios que obraron las reliquias del Santo franciscano, de ahí que entre sus devotos comenzara la costumbre de encomendarse al Santo los Martes; inicialmente durante nueve consecutivos, pero con el tiempo se ampliaron hasta 13, para hacerlos coincidir en número con el día de San Antonio. 

          Se pueden rezar Los Trece Martes en cualquier época del año, tan solo se exige que se realicen con Piedad, en gracia de Dios y de forma consecutiva, para poder ganar las indulgencias que le están concedidas.

          Fue el Papa León XIII quien el 1 de Marzo de 1898, concedió una Indulgencia Plenaria para cada uno de Los Trece Martes consecutivos; las almas devotas que realicen esta práctica deben acercarse además a los Sacramentos de la Comunión y la Confesión en el trascurso de esta súplica a San Antonio.




            Por la señal de la Santa Cruz + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro + 

            En el Nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.


ACTO DE CONTRICIÓN


            Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quién sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta.

            Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en Vuestra Bondad y Misericordia infinita, que me los perdonaréis, por los méritos de Vuestra Preciosísima Sangre, Pasión y Muerte y me daréis gracia para enmendarme, y perseverar en Vuestro Santo Amor y servicio, hasta el fin de mi vida. Amén.

ORACIÓN INICIAL


            Postrado a tus pies, oh amantísimo protector mío San Antonio, te ofrezco el piadoso ejercicio que voy a practicar para que me alcances del Señor el perdón de mis pecados, las virtudes propias de mi estado, la perseverancia final y la gracia especial que solicito con esta devoción. Más si ésta no me conviniese, obtenme conformidad con la Voluntad de Dios. Amén.


MARTES 6º: LA BONDAD

            ¡Oh, dadivoso bienhechor, San Antonio! Dignaos extender la dulce virtud de la bondad hacia mí, para que no me contente con la justicia aparente, sino que sea bueno de verdad ante Dios y los hombres, según Él desea.       

A continuación rezamos un Padrenuestro
un Avemaría y un Gloria. Luego, terminamos 
rezando el tradicional Responsorio de San Antonio...




Y terminamos este ejercicio piadoso signándonos 
en el Nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.



lunes, 22 de abril de 2024

SE PIENSA EN EL CIELO DONDE SE VIVE LA FELICIDAD PERFECTA, por el Padre Valentín de San José, Carmelita Descalzo de Las Batuecas, capítulo VII, punto 37-38


               Mi pensamiento se pregunta: ¿Qué es el Cielo? ¿Dónde está el Cielo? ¿Cómo es el Cielo? Si el Cielo es mi deseo, si he sido criado para el Cielo, ¿no podré saber lo que es y dónde está y sus delicias antes de que Dios me lleve a él? ¿Qué noción o qué detalles puedo tener del Cielo? ¿Cómo viviré en el Cielo? ¿Qué hombre mortal no se hace esta misma pregunta y desea su aclaración?.



               Porque no son solos los Santos ni solos los Cristianos quienes piensan en el Cielo y discurren sobre el Cielo, y aun debiéramos pensar mucho más. También los paganos han pensado y discurrido sobre el Cielo, y lo han deseado. Sus filósofos han descrito el Cielo, aunque muy pobre y erróneamente, como era pobre y erróneo el concepto de los que ellos tenían por dioses, seres muy humanos y con pasiones desordenadas, como formados por la mente del hombre. No tenían la Verdad revelada en el Evangelio y habían recibido muy enturbiada la revelación primitiva. 

               Las potencias del hombre no pueden remontarse hasta lo sobrenatural si Dios no las levanta, ni pueden comprenderlo hasta que no lo posean en el Cielo. Ni los filósofos ni la gente sencilla podían tener una idea sobrenatural del Cielo. Sus conceptos y descripciones, por hermosos y levantados que fueran, no dejaban de ser humanos, naturales y a la manera humana natural. Sus descripciones del Cielo son de una belleza natural y de la satisfacción de las conversaciones con personas cultas y de recreos y diversiones placenteras. No podían concebir el Cielo sobrenatural que nos enseña la Fe a los Cristianos, ni conocían los adelantos de los inventos actuales para poder soñar con sus encantos. 

               Aun con la Fe y con la Revelación, muchos cristianos no conciben nada más que las delicias de un cielo material y social, no las sobrenaturales de Dios. Bellas y emocionantes ideas expuso Platón sobre la inmortalidad del alma y sobre la vida feliz que viviría después de la muerte. 

               Los Padres y Doctores de la Iglesia y la Teología Cristiana han recogido algunas ideas verdaderas de su filosofía para ayudarse con ellas a explicar el concepto sobrenatural de Dios y del Cielo. Pero ni la inteligencia de Platón ni la de Aristóteles, ni la de filósofo alguno, pudieron volar hasta percibir la Luz de la Verdad total y sobrenatural, como nos enseña la Fe. No lo ha alcanzado el hombre con sólo su discurso. Lo ha enseñado Dios. Es verdad revelada, y porque lo creen, lo saben hasta los niños que viven la Fe. 

               Los Santos, afianzados en la Fe, aun careciendo a veces de formación científica, llegaron a tener una idea inmensamente alta, clara y sobrenatural de la Luz purísima de Dios y juntamente del Cielo. Era luz especial comunicada por Dios. Porque tenían tan alto conocimiento de Dios, tenían ansias muy crecidas e incontenibles de ir al Cielo. Su belleza y rutilante claridad abstraía sus sentidos hasta perder, a veces, la sensación. 

               El Cielo es todo luz y belleza cautivadora, como la más hermosa imagen material creada de la infinita bondad y belleza increada de Dios. Mirarse envuelto en esa hermosura es vivir la idealidad de la belleza y del bien. Los Santos la vivían; por eso eran, en cierta manera, dichosos, y por eso también eran más vehementes las ansias de verla ya sin velos y vivirla gloriosos. 

               San Juan de la Cruz aconsejaba a un alma santa se mirase siempre envuelta en esa hermosura. La biografía de Fray Gil dice que la llevaba tan fascinadoramente bella dentro de sí mismo, que sólo nombrarle el Paraíso le producía el éxtasis. 

              Paseaba un día el estático San Miguel de los Santos en la huerta de su convento con unos conocidos suyos hablando de Dios. Uno de ellos dijo en la conversación: "¿Qué sucederá cuando las almas gocen de las delicias del Paraíso?; y apenas oírlo, quedó el Santo fuera de sí, arrobado" (1).

               ¿Cómo no recordar la cena de San Francisco y Santa Clara, en que, hablando de Dios, quedaron arrobados por largo tiempo y los que los acompañaban? ¿Y la conversación sobre Dios de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, terminando los dos en maravilloso éxtasis?.

               Tanta belleza se comunica al alma pensando en la soberana e infinita de Dios. Santa Teresa narra muy detalladamente el éxtasis que tuvo con los efectos especiales en el convento de Salamanca. Estaba en animada y santa recreación con sus monjas; en lo más animado, una religiosa joven y de bonita voz entonó una preciosa canción, como acostumbran, para avivar el fervor. Era la canción del amor y deseo de ver y estar ya con Dios. Al oír la Santa el hoy muy conocido cántico: Véante mis ojos, dulce Jesús bueno; véante mis ojos, muérame yo luego. Véome cautivo sin tal compañía; muerte es la que vivo sin Vos, vida mía. ¿Cuándo será el día que alcéis mi destierro? Véante mis ojos, muérame yo luego, etc. como tanto lo deseaba, sintió en su alma y en su cuerpo los efectos tan extraordinarios que ella misma nos dice: "Anoche, estando con todas, dijeron un cantarcillo de cómo era recio de sufrir vivir sin Dios... Fue tanta la operación que me hizo... que si el canto no cesara, que iba ya a salir el alma del gran deleite y suavidad que Nuestro Señor le daba a gustar, y así proveyó Su Majestad que dejase el canto quien cantaba, que la que estaba en esta suspensión bien podía morir, mas no podía decir que cesase... Aquí el alma no querría salir de allí, ni le sería penoso (morir), sino grande contentamiento, que eso es lo que desea. ¡Y cuán dichosa muerte sería a manos de este amor!" (2). Desmayada, sin sentido, traspuesta, la llevaron a su celda. El sentimiento de su soledad por verse lejos de Dios o sin ver a Dios, causó la suspensión de los sentidos y la puso en éxtasis. 

               Como entraba en éxtasis Santa Angela de Foligno y decía: "Dios no es conocido...", y ponía únicamente su esperanza en un bien secreto, muy secreto y escondido, que veía estaba en la grande oscuridad. En ella se deleitaba en todo Bien, y no viendo nada, veía todo Bien, absolutamente todo Bien (3). Y pedía a Dios, por la Virgen y Sus Ángeles, no la retardara ya más la muerte. 

               La inteligencia, la voluntad, la memoria y hasta la imaginación de estos Santos estaban divinamente obsesionadas y absorbidas con la hermosura y delicia del Cielo y toda el alma llena de ansias de Dios, infinitamente más hermoso que el Cielo, pues es el verdadero Cielo y felicidad y será siempre la ininterrumpida y jubilosa delicia. 


NOTAS

1) Isabel Flores de Lemus: Año Cristiano Ibero Americano, 6 de Septiembre.
2) Santa Teresa de Jesús. Cuentas de conciencia, 13, y Meditaciones, del C. 7, 8. 
3) Santa Ángela de Foligno: Le livre de la Bienheureuse Soeur Angela de Foligno, du Tiers Ordre de S. François. Documents originaux edités et traduits par le Pere Paul Doncoeur, IX. 




domingo, 21 de abril de 2024

LA GRAN CONSPIRACIÓN DE APOSTASÍA E INDIFERENCIA, por el Doctor Plinio Corrêa de Oliveira

 


               Ciertas verdades referentes a Dios y a nuestro destino eterno, podemos conocerlas por la simple razón. Otras, las conocemos porque Dios nos las enseñó. En su infinita bondad, Dios se reveló a los hombres en el Antiguo y Nuevo Testamento, enseñándonos no solamente lo que nuestra razón no podía descubrir, sino además muchas verdades que podríamos conocer racionalmente, pero que por culpa propia la humanidad ya no conocía de hecho. 

               La virtud por la cual creemos en la Revelación es la Fe. Nadie puede practicar un acto de Fe, sin el auxilio sobrenatural de la gracia de Dios. Esa gracia, Dios la da a todas las criaturas y, en abundancia torrencial, a los miembros de la Iglesia Católica. Esta gracia es la condición para su salvación. Nadie llegará a la eterna bienaventuranza, si rechaza la Fe. Por la Fe, el Espíritu Santo habita en nuestros corazones. Rechazar la Fe es rechazar al Espíritu Santo, es expulsar del alma a Jesucristo.

               Veamos ahora, en nuestro entorno, cuántos Católicos rechazan la Fe. Fueron bautizados, pero en el curso del tiempo perdieron la Fe. La perdieron por culpa propia, porque nadie pierde la Fe sin culpa, y culpa mortal. Helos aquí, indiferentes u hostiles, piensan, sienten y viven como paganos. ¡Son nuestros parientes, nuestros prójimos, quizá nuestros amigos! Su desgracia es inmensa. Indeleble está en ellos la señal del Bautismo. Están marcados para el Cielo, y caminan para el Infierno. En su alma redimida, la aspersión de la Sangre de Cristo está marcada. Nadie la apagará. Es de cierto modo la propia Sangre de Cristo que ellos profanan cuando en esta alma rescatada se acogen principios, máximas, normas contrarias a la Doctrina de la Iglesia. El Católico apóstata tiene alguna cosa de análogo al Sacerdote apóstata: arrastra consigo los restos de su grandeza, los profana, los degrada y se degrada con ellos, pero no los pierde.

                ¿Y nosotros? ¿Nos importa esto? ¿Sufrimos con esto? ¿Rezamos para que estas almas se conviertan? ¿Hacemos penitencias? ¿Hacemos apostolado? ¿Dónde está nuestro consejo? ¿Dónde está nuestra argumentación? ¿Dónde está nuestra caridad? ¿Dónde está nuestra altiva y enérgica defensa de las verdades que ellos niegan o injurian?

               El Sagrado Corazón sangra con esto. Sangra por su apostasía y por nuestra indiferencia. Indiferencia doblemente censurable, porque es indiferencia para con nuestro prójimo y sobre todo indiferencia para con Dios.

               ¿Cuántas almas en el mundo entero van perdiendo la Fe?. Pensemos en el incalculable número de periódicos impíos, radioemisoras impías [¡la televisión de hoy!], de los que diariamente se llena el orbe. Pensemos en los innumerables obreros de Satanás que, en las cátedras, en el seno de la familia, en los lugares de reunión o de diversión, propagan ideas impías. De todo este esfuerzo, ¿quién ha de admitir que nada resulte? Los efectos de todo esto están delante de nosotros. Diariamente las instituciones, las costumbres, el arte, se van descristianizando, indicio incontestable de que el propio mundo se va perdiendo para Dios.

               ¿No habrá en todo esto una gran conspiración? Tantos esfuerzos, armónicos entre sí, uniformes en sus métodos, en sus objetivos, en su desarrollo, ¿serán mera obra de coincidencias? ¿Dónde y cuando, intenciones desarticuladas produjeron articuladamente la más formidable ofensiva ideológica que la Historia conoce, la más completa, la más ordenada, la más extensa, la más ingeniosa, la más uniforme en su esencia, en sus fines, en su evolución?

               No pensamos en esto. No percibimos esto. Dormimos en la modorra de nuestra vida de todos los días. ¿Por qué no somos más vigilantes? La Iglesia sufre todos los tormentos, pero está sola. Lejos, bien lejos de Ella susurramos. Es la escena del Huerto que se repite.

               Para decirlo por entero, la Iglesia nunca tuvo tantos enemigos y, paradójicamente, nunca tuvo tantos "amigos". Oigamos a los espiritistas: dicen que no promueven ninguna guerra hacia la religión, y menos aún al catolicismo que a cualquier otra. Sin embargo, la vida de todos ellos, comunistas, espiritistas, protestantes, ¿no es desde la mañana hasta la noche otra cosa, sino una conspiración contra la Iglesia? Ellos también tienen los labios prontos para el ósculo, aunque en su mente ya hayan decidido hace mucho tiempo exterminar a la Iglesia de Dios.