porque nada les falta a quienes Le temen.
A los que buscan al Señor
no les faltará bien alguno"
La Santa Iglesia ha tributado veneración a los fieles seguidores de Nuestro Señor Jesucristo: en los primeros siglos, a los Mártires, a continuación, a los confesores; señaló sucesivamente en el curso del año un día para la conmemoración de cada Santo.
Hacia el año 609, no siendo posible tener un día para cada Santo, comenzó en varios lugares la celebración de esta Fiesta de Todos los Santos, conocidos o ignorados.
El Papa Gregorio IV en el año 835, extendió esta festividad a la Iglesia Universal.
El Espíritu Santo va iluminando a las personas espirituales los medios para llegar a la Santidad. Les enseña a cumplir aquello que decía San Pablo: "Castigo mi cuerpo y lo reduzco a servidumbre, no sea que enseñando a otros el camino de la Santidad, yo me quede sin llegar a conseguirla" (I Carta a los Corintios, cap. 9, vers. 27).
A las almas que desean llegar a la Santidad, el Divino Espíritu les recuerda frecuentemente aquellas palabras de Jesús: "Si alguien quiere venir Conmigo, niéguese a sí mismo, acepte su cruz de sufrimientos de cada día, y sígame"(Evangelio de San Mateo, cap. 16, vers. 24).
Existen almas imprudentes que consideran como lo más importante para adquirir la Perfección y la Santidad, el dedicarse a obras exteriores.
Para muchas almas el dedicarse totalmente a obras exteriores les hace más daño que bien para su espíritu, no porque esas obras no sean buenas y recomendables, sino porque se dedican de manera tan total a ellas que se olvidan de lo esencial y más necesario que es reformar sus pensamientos, sus sentimientos y actitudes, no dejar que sus malas inclinaciones se desborden libremente; éstas les exponen a muchas trampas y tentaciones de los enemigos del alma. En este caso sí que se podría repetir la frase que San Bernardo le escribió a su antiguo discípulo Eugenio, que era Sumo Pontífice en ese entonces: "Malditas ocupaciones" las que te pueden apartar de la Vida Espiritual y la santificación de tu alma.
Los enemigos de nuestra salvación, viendo que la cantidad de ocupaciones que nos atraen y nos apartan del verdadero camino que lleva a la santidad, no sólo nos animan a seguirlas practicando, sino que nos llenan la imaginación de quiméricas y falsas ideas, tratando de convencernos de que por dedicarnos a muchas acciones exteriores ya con eso nos estamos ganando un maravilloso paraíso eterno (olvidando lo que decía un Santo: "Ojalá se convencieran los que andan tan ocupados y preocupados por tantas obras exteriores, que mucho más ganarían para su propia Santidad y para el bien de los demás, si se dedicaran un poco más a lo que es espiritual y sobrenatural; de lo contrario todo será lograr poco, o nada, o menos que nada, pues sin Vida Espiritual se puede hasta llegar a hacer más daño que bien").
Existe otra trampa contra nuestra Vida Espiritual, es que durante la oración se nos llene la cabeza de pensamientos grandiosos y hasta curiosos, agradables acerca de futuros apostolados y trabajos por las almas, y en vez de dedicar ese tiempo precioso a amar a Dios, a adorarlo, a pensar en sus perfecciones, a darle gracias y a pedirle perdón por nuestros pecados, nos dediquemos a volar como varias mariposas por un montón de temas que no son oración, y aun como moscardones a volar con la imaginación, por los basureros de este mundo.