Se cumplen cincuenta y cinco años de la entrada en la Vida del Padre Pío, hasta el momento, el primer y único Sacerdote estigmatizado; su nombre de pila, Francisco, fue como un anuncio providencial de su misión en la tierra: ser un crucificado sin cruz, a semejanza del primer estigmatizado, San Francisco de Asís, y como él, padecer las heridas de la Pasión de Cristo en sí mismo, configurándose física y místicamente con la Víctima del Calvario, en especial, en el momento cumbre de un Sacerdote, la Santa Misa. Era allí, en el ara del Altar, donde el Padre Pío se transfiguraba y se hacía doblemente Víctima: primero en virtud de su Sacerdocio, gracias al cual prestaba sus labios, sus manos, su cuerpo todo, al Verdadero Sacerdote, Cristo, en quien el pobre hombre opera in Persona Christi; pero además, el Padre Pío, jamás se pudo abstraer de esa mística realidad, ya que sólo tenía que sufrir las heridas que el Cielo le había regalado, para unirse aún más a Jesús inmolado, a Jesús Sacramentado, la Víctima Divina.
ALGUNAS NOTAS SOBRE
LA ESTIGMATIZACIÓN DEL PADRE PÍO
"El 20 de Septiembre de 1918, después de la celebración de la Misa, al entretenerme para hacer la acción de gracias en el Coro, en un momento fui asaltado por un gran temblor, después volví a la calma y vi a Nuestro Señor con la postura de quien está en cruz. No me ha impresionado si tuviera la Cruz, lamentándose de la mala correspondencia de los hombres, especialmente de los consagrados a Él y por ello más favorecidos (1). De aquí se manifestaba que Él sufría y que deseaba asociar a las almas a Su Pasión. Me invitaba a compenetrarme con Sus dolores y a meditarlos: al mismo tiempo, a ocuparme en la salud de los hermanos. Seguidamente me sentí lleno de compasión por los dolores del Señor y le preguntaba qué podía hacer. Oí esta voz: ‘Te asocio a Mi Pasión’. Y acto seguido, desaparecida la visión, volví en mí, recobré la razón y vi estos signos aquí, de los que goteaba sangre..." (De la declaración del Padre Pío al Obispo Monseñor Raffaele Rossi (2), el 15 de Junio de 1921)
Rostro del Crucifijo ante el que rezaba el Padre Pío
cuando fue agraciado con los Sagrados Estigmas
"Las manos, los pies y el costado me sangraban y me dolían hasta hacerme perder todas las fuerzas para levantarme. Me sentía morir, y hubiera muerto si el Señor no hubiera venido a sostenerme el corazón, que sentía palpitar fuertemente en mi pecho. A gatas me arrastré hasta la celda. Me recosté y recé, miré otra vez mis llagas y lloré, elevando himnos de agradecimiento a Dios". (De una carta del Padre Pío a su Director Espiritual, el Padre Benedetto de San Marco in Lamis)
"...de las llagas se desprendía un perfume intenso de violeta... los estigmas en cuestión no son obra del Diablo, ni un engaño burdo, un fraude, una artimaña de persona artera y maliciosa... " sus estigmas no me parecen un producto morboso de sugestión externa." (Monseñor Raffaele Rossi, en las conclusiones del informe oficial que presentó ante el Santo Oficio después de examinar al Padre Pío).
NUESTRO SEÑOR REVELÓ AL PADRE PÍO
EL INMENSO VALOR DE LA SANTA MISA
Durante la persecución puesta en marcha por la Jerarquía de la Iglesia, entre finales de los años 20 y comienzo de los 30 del siglo XX, el Padre Pío se dedicó a rezar, leer, estudiar y escribir; en un diario personal dejó anotadas algunas revelaciones de Nuestro Señor acerca del valor de la Santa Misa:
"Pensad que el Sacerdote que Me llama entre sus manos tiene un poder que ni a Mi Madre concedí. Reflexionad que si sirviesen al Sacerdote, en vez que un sacristán, los más excelsos Serafines, no serían suficientemente dignos de estarles cerca. Domándoos sí, considerando la preciosidad del regalo que os hago, es indigno asistir a Misa pensando en otra cosa que no sea Yo. Más bien sería justo que, humillados y agradecidos, palpitarais alrededor Mío y, con toda el alma, me ofrecierais al Padre de las Misericordias; más bien sería justo considerar el Altar no por lo que han hecho los hombres, sino por lo que vale, por Mi Presencia Mística, pero Real. Mirad la Hostia, en la que cada especie es aniquilada, y me veréis a Mí, humillado por vosotros. Mirad el Cáliz en el que Mi Sangre vuelve a la tierra, rica como es de toda bendición. Ofrecedme, ofrecedme al Padre. No olvidéis que para esto Yo vuelvo entre vosotros.
Si os dijeran: ‘Vámonos a Palestina para conocer los Santos Lugares en los que Jesús vivió y donde murió’ vuestro corazón daría un vuelco ¿verdad? Sin embargo, el Altar sobre el que bajo ahora es más que Palestina, porque de ella partí hace veinte siglos y sobre el Altar Yo retorno todos los días Vivo, Verdadero, Real, si bien escondido, pero Soy Yo, Yo mismo Soy el que palpito entre las manos de Mi Ministro. Yo vuelvo a vosotros, no simbólicamente, oh no, sino verdaderamente. Os lo digo una vez más: verdaderamente.
¡Getsemaní, Calvario, Altar! Tres lugares de los que el último, el Altar, es la suma del primero y del segundo; son tres lugares, pero uno sólo es Aquél que encontrareis ahí. […]
Yo vuelvo sobre el Altar Santo desde el cual os llamo. Llevad vuestros corazones sobre el corporal santo que sujeta Mi Cuerpo. Hundíos, almas dilectas, en aquel Cáliz Divino que contiene Mi Sangre. Es ahí que el Amor estrechará a vuestros espíritus al mismo Creador, al Redentor, a vuestra Víctima; es ahí donde celebraréis Mi Gloria en la humillación infinita de Mí Mismo. Venid al Altar, miradme a Mí, pensad intensamente en Mí…"
NOTAS
1- Contaba el Padre Pío que en una aparición, sucedida el 7 de Abril de 1913, Nuestro Señor, con "una gran expresión de disgusto en el rostro" mirando a una multitud de Sacerdotes, le dijo: "Yo estaré en agonía hasta el Fin del Mundo por causa de las almas más beneficiadas por Mí".
2- Monseñor Raffaelle Carlo Rossi, Obispo de Volterra, Carmelita Descalzo, que en 1921 fue enviado como Visitador Apostólico por el Santo Oficio, para examinar al Padre Pío en su convento de San Giovanni Rotondo. En 1930 sería elevado al Cardenalato por el Papa Pío XI.
Para leer una reseña biográfica
del Padre Pío de Pietrelcina
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PADRE PÍO: EL SACERDOTE QUE SUFRIÓ
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