sábado, 30 de julio de 2011

NUESTRA SEÑORA Y EL PADRE PÍO


   El Padre Fray Paolo Covino, sacerdote capuchino que administró la Extremaunción al Padre Pío, nos cuenta el enorme amor que el Santo Estigmatizado profesaba a la Virgen Nuestra Señora:


   “El Padre Pío era un hombre de Dios. Rezaba por quien no rezaba. Apenas comía ni bebía. Llevaba siempre en la mano el Santo Rosario, su arma más poderosa contra el enemigo, la cual empleaba sin descanso. Llegaba a rezar quince o veinte rosarios completos al día. Él decía: “Haced amar a la Virgen. Ella os escuchará. Rezad el Rosario todos los días y Ella lo pensará todo”.


   El Padre Pío guardaba rosarios por todas partes: bajo al almohada, en la mesilla de noche, en los bolsillos… Una tarde, estando enfermo en la cama, como no encontraba el suyo, exhortó al Padre Honorato de San Giovanni Rotondo: “¡Muchacho, búscame el arma!, ¡dame el arma!.


   Al Obispo italiano Pablo Corta, que le visitó acompañado de un amigo suyo, oficial del ejército transalpino, le respondió sonriente cuando aquél le pidió en broma un billete al Cielo para el militar: “¡Para entrar en el Paraíso se requiere algo muy importante! Hay que contar con el billete de acceso a la Santísima Virgen. Si esto se logra, lo habremos conseguido todo. Ella es la Puerta del Cielo. El billete que te permite ingresar en el Paraíso es el Santo Rosario.”

viernes, 29 de julio de 2011

NUESTROS GLORIOSOS MÁRTIRES ( IV )

16 CARMELITAS DESCALZOS, MÁRTIRES DE TOLEDO

¡VIVA CRISTO REY!
   
   De la comunidad de los descalzos carmelitas de Toledo compuesta de 21 miembros en 1936,  fueron martirizados 16:  5 sacerdotes; 8 estudiantes de teología  y 3 hermanos no clérigos.  Fueron sacrificados  del 22 de julio  al 31 del mismo mes de 1936;  y el último en ser martirizado lo fue el 7 de septiembre de ese mismo año.
  
   Formaban los 16 una comunidad teresiana  compacta que  la muerte no disgregó sino que la consagró para siempre en la unidad. Juntos vivieron, juntos padecieron, juntos suben  a los altares, y los invocamos a todos ellos juntos...        


 (JOSÉ VICENTE RODRÍGUEZ, OCD)     


Beato Padre Eusebio del Niño Jesús
 y compañeros Mártires Carmelitas Carmelitas, rogad por nosotros

"QUE DESCANSES SIN MIEDO EN MI CORAZÓN"

Viernes: dedicado al SACRATÍSIMO CORAZÓN DE JESÚS; Santa Misa y Comunión          para desagraviarle por tantos pecados como se cometen contra Él en la Sagrada Comunión, en especial , como desagravio por las comuniones en la mano.
 Contemplación del Vía Crucis, meditación sobre los dolores cruentos de Nuestro Señor, de su Preciosa Sangre y su Santa Faz.


jueves, 28 de julio de 2011

NUESTROS GLORIOSOS MÁRTIRES ( III )


BEATAS MÁRTIRES CLARISAS CAPUCHINAS
 
   Cinco monjas capuchinas pertenecían a monasterios situados en la Comunidad Valenciana: Agullent, Castellón y Valencia, y fueron martirizadas en suelo valenciano.

   Singular y llamativo por demás es el caso de las hermanas María Jesús, María Felicidad y María Verónica Masiá Ferragud, clarisas capuchinas de Agullent, y Josefa Masiá Ferragud, agustina descalza, todas ellas asesinadas junto con su anciana madre, María Teresa Ferragud Roig, intrépida mujer de Acción Católica, que tenía 83 años. Ésta fue detenida en compañía de sus cuatro hijas religiosas, que se habían refugiado en su casa y, ocultas en ella, llevaban una vida de oración junto a su madre.

   El día de Cristo Rey, 25 de octubre de 1936, fue inmolada, juntamente con sus cuatro hijas. Como una valerosa madre de los Macabeos, vio como, una a una, iban confesando a Cristo sus hijas hasta que ella, al final, también fue sacrificada por el gran ideal de la fe. Animó a sus hijas en la hora suprema del martirio con estas palabras: «Hijas mías, no temáis, esto es un momento y el cielo es para siempre». Cuando los milicianos cogieron a sus cuatro hijas para asesinarla, ella dijo: «Donde van mis hijas, voy yo». Delante de ella fueron cayendo una a una sus cuatro hijas religiosas y, al terminar de asesinarlas, le dijeron los milicianos: «Oye vieja, ¿tu no tienes miedo a la muerte?» Pero ella contestó: «Toda mi vida he querido hacer algo por Jesucristo y ahora no me voy a volver atrás. Matadme por el mismo motivo que a ellas, por ser cristiana. Donde van mis hijas voy yo». La madre no quiso dejar solas a sus hijas en manos de los verdugos y murió junto con ellas.

   Desde el primer momento fueron tenidas como mártires en la opinión general del pueblo, ya que fueron asesinadas por ser profundamente religiosas. Juntas fueron al martirio y juntas han sido beatificadas, la madre y sus cuatro hijas.

Beata María Jesús Masiá (en el siglo, Vicenta Masiá Ferragud), monja clarisa capuchina, nació en Algemesí (Valencia) el 12 de enero de 1882, y fue fusilada en la Cruz Cubierta de Alzira (Valencia) el 25 de octubre de 1936. Profesó en el monasterio de Capuchinas de Agullent (Valencia) el 26 de enero de 1902. Al inicio de la revolución española se vio obligada a abandonar el monasterio, y se refugió en casa de su madre en Algemesí. Ella y sus tres hermanas contemplativas fueron detenidas por los milicianos, y su madre quiso acompañar y compartir la suerte del martirio de las hijas. Las 5 fueron encerradas en un convento convertido en cárcel y luego fusiladas.

Beata María Verónica Masiá (en el siglo, Joaquina Masiá Ferragud), monja clarisa capuchina, nació en Algemesí (Valencia) el 15 de junio de 1884, y fue fusilada en la Cruz Cubierta de Alzira (Valencia) el 25 de octubre de 1936. Profesó en el monasterio de Capuchinas de Agullent (Valencia) el 26 de enero de 1904. Compartió el martirio de su madre y sus tres hermanas.

Beata María Felicidad Masiá (en el siglo, Felicidad Masiá Ferragud), monja clarisa capuchina, nació en Algemesí (Valencia) el 28 de agosto de 1890, y fue fusilada en la Cruz Cubierta de Alzira (Valencia) el 25 de octubre de 1936. Profesó en el monasterio de Capuchinas de Agullent (Valencia) el 20 de abril de 1910. Compartió el martirio de su madre y sus tres hermanas.

Beata Isabel Calduch Rovira, monja clarisa capuchina, nació en Alcalá de Chivert (Castellón) el 9 de mayo de 1882, y fue martirizada en Cuevas de Vinromá (Castellón) el 14 de abril de 1937. Profesó en el monasterio de Capuchinas de Castellón de la Plana el 28 de abril de 1901. Fue maestra de novicias. Cerrado su monasterio por fuerza de las circunstancias, se refugió en casa de su hermano. Fue arrestada el 13 de abril de 1937, vejada, maltratada y asesinada aquel mismo día junto al cementerio de Cuevas de Vinromá.

Beata Milagros Ortells Gimeno, monja clarisa capuchina, nació en Valencia el 29 de noviembre de 1882, y fue fusilada en el Picadero de Paterna (Valencia) el 20 de noviembre de 1936. Ingresó en el monasterio de Capuchinas de Valencia el 9 de octubre de 1902. Fue maestra de novicias. Obligada a dejar el monasterio a causa de la persecución religiosa, vivió escondida hasta que la descubrieron y arrestaron. Fue inmolada junto con su hermana y 15 Hermanas de la Doctrina Cristiana.

EL MILAGRO EUCARÍSTICO DE SIENA

 
   El milagro eucarístico permanente de Siena se manifiesta en la prodigiosa conservación contra toda ley física, química o biológica de 223 hostias frágiles, consagradas el 14 de agosto de 1730 en la basílica de San Francisco de Siena y en la misma noche, sacrílegamente profanadas por ladrones desconocidos, ávidos del sagrado vaso de plata que las guardaba.

   Gracias a la diligentísima búsqueda realizada por las autoridades religiosas y civiles, las sagradas Partículas fueron encontradas, casualmente, la mañana del 17 de agosto en el vecino santuario de Santa María de Provenzano, donde los sacrílegos ladrones las habían echado dentro de una caja de limosnas.
Caídas en medio del polvo, de las telarañas y del dinero de la caja, fueron piadosamente recogidas, cuidadosamente examinadas y debidamente identificadas. Tributado un homenaje de adoración y reparación por el pueblo, con una solemnísima procesión, fueron llevadas a San Francisco, en una apoteosis de cantos y de oraciones.

   Para satisfacer las demostraciones de fe y de amor por parte de los fieles que habían acompañado aquellas Partículas, los religiosos Menores conventuales no las consumieron. El tiempo pasaba, pero en ellas no se apreciaba ningún signo de alteración, como se hubiera podido esperar. Evidentemente, en los designios de la Providencia, aquella sacrílega profanación debía quedar, a través de los siglos, como un apologético testimonio de la presencia real de Jesús en la Santísima Eucaristía.


   Muchas veces, hombres ilustres las han examinado con los medios que el progreso ponía a su disposición, multiplicando, en el tiempo, causas y elementos que hubieran favorecido la corrupción (contactos, polvo, humedad). Pero la ciencia ha concluido siempre su examen afirmando: Las sagradas partículas están todavía frescas, intactas, físicamente incorruptas, químicamente puras, y no presentan principio alguno de corrupción.
Este fue el veredicto de la Comisión compuesta por eminentes profesores de física, higiene, química y farmacia, que realizó el gran examen científico del 10 de junio de 1914. Constataciones directas e inmediatas se renovaron en 1922, cuando el cardenal Juan Tocci puso las Santas Formas en un cilindro de cristal puro de roca.

   En 1950, las Hostias Milagrosas fueron cambiadas de ostensorio y puestas en uno más atractivo y rico que llamó la atención de otro ladrón. Éste, durante la noche del 5 de agosto,de 1951, cometió otro sacrilegio en contra de las hostias, pero esta vez solo se llevó el ciborio dejando las hostias en una esquina del tabernáculo. Después de contar 133 hostias, el Arzobispo las guardó selladas en un ciborio de plata. Fueron fotografiadas y colocadas en un relicario en el cual se encuentran hoy.


   Los Obispos y oficiales de la Iglesia fueron, solemnemente, en procesión con las Hostias a través de la ciudad, y las tuvieron expuestas por un tiempo.
Las hostias milagrosas son expuestas públicamente en varias ocasiones, pero especialmente el 17 de cada mes, que conmemora el día que fueron encontradas en el año 1730. En la fiesta de Corpus Christi, las hostias sagradas son llevadas en una triunfante procesión a través de las calles de Siena.

   El milagro eucarístico permanente de Siena, para el cual el tiempo se ha parado, ofrece a todos desde el más excéptico al más distraído la posibilidad de ver con los propios ojos y de tocar con las manos una de las más grandes maravillas de Cristo sobre la tierra, ante la cual la ciencia ha doblado la frente.

  El milagro que continúa, suscita en todos los hijos de Dios un deseo más ardiente del Pan vivo bajado del Cielo y un mayor amor hacia Aquel que se ha hecho nuestro compañero de viaje hasta la consumación de los siglos: por el hombre, por la vida y por la salvación del mundo.

Oración de Desagravio

Os adoro profundamente, oh Jesús mío, verdadero Pan de vida eterna, y con este acto de adoración es mi deseo desagraviaros de tantas heridas que causa cada día a vuestro Corazón la profanación de las iglesias, donde os dignáis permanecer bajo las Especies sacramentales, para ser amado y adorado de vuestros fieles.
En desagravio de tantas irreverencias, os ofrezco la Sangre que derramasteis por vuestras llagas, especialmente por la de vuestro Costado, y, encerrado espiritualmente en ella, repito cada instante:
Bendito y alabado sea en todo momento el santísimo y divinísimo Sacramento.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

lunes, 25 de julio de 2011

NUESTROS GLORIOSOS MÁRTIRES ( II )


BEATAS CARMELITAS MÁRTIRES DE GUADALAJARA, vírgenes ( + 1936)

   La persecución anticristiana de 1936, que buscó exterminar cualquier rasgo visible de la existencia de Dios, ciertamente logró arrasar con los templos, cometiendo los más terribles sacrilegios dentro de ellos, a cambio de eso, la Santa Iglesia ganó el fiel testimonio de miles de hombres y mujeres dispuestos a dar su vida por Cristo y su Iglesia. La sangre de los mártires, se trasformó en el perpetuo canto de victoria a través de los siglos, quedando grabado en la historia y en el cielo. Recordamos hoy a estas santas carmelitas mártires, que llevaron a plenitud su amor por Cristo, y que no dudaron en dar la vida por Él como testimonio de que sólo el vence y Reina, por sobre la maldad del hombre.


* * * * * 
   Desde el 29 de marzo de 1987 la Iglesia venera como Vírgenes Mártires, a las tres Bienaventuradas Monjas Carmelitas de Guadalajara. Sus nombres son: Beata María del Pilar, Beata Teresa del Niño Jesús y Beata María de los Ángeles.

   La Beata María del Pilar
nació en Tarazona (Zaragoza) el 30 de diciembre de 1877. Al bautizarla le pusieron por nombre Jacoba. Fue la última de once hermanos. Sus padres eran muy buenos cristianos y supieron educar dignamente a sus hijos. Ocho murieron de muy niños y los tres que quedaron se consagraron al Señor en la vida sacerdotal o religiosa. Tenía esta angelical niña un carácter apacible y bonachón. Dice ella que aprendió a rezar casi antes que a hablar. Sus padres iban todos los días a misa y en casa se rezaba el rosario y se leían las vidas de los santos.


   No quería ser monja como su hermana Severiana... pero después abrazó la vida carmelita y se entregó de lleno a ella... Las notas características suyas serían, sobre todo, un gran amor a la oración y soledad. Una profunda humildad, pues siempre se sentía la última de todas. El amor a Jesús Eucaristía y a la Virgen María fueron los polos de su vida. Poco antes de estallar la guerra, dijo a su Madre Priora: " - Madre, yo me ofrezco como víctima por V. Reverencia y por toda la Comunidad". El día 24 de julio de 1936, en plena calle, fue acribillada a balazos... Mientras expiraba, decía: " - Padre, perdónales. ¡Viva Cristo Rey!".

   Beata Teresa del Niño Jesús y de San Juan de la Cruz nació en Mochales (Guadalajara) el 5 de marzo de 1909. Al bautizarla le pusieron por nombre Eusebia. Sus padres se llamaron Juan y Eulalia. Sus mismos hermanos han contado el ambiente de piedad cristiana que se respiraba en su hogar: Su madre comulgaba cada día. Se rezaba el rosario en familia. Sus padres les educaban en el amor y temor de Dios. Era lógico que de tales fundamentos surgieran tallos muy fecundos para la Iglesia de Dios.


   Sus maestras y compañeras describen a Eusebia como un ejemplo de niña y de joven. Cuando tan sólo contaba doce añitos ya hizo dos votos que tanto influirían en su vida posterior: el voto de castidad y el de la esclavitud mariana. Varios caminos se abrieron ante ella. No era fácil elegir, pero una vez solucionadas las dificultades, saltó de alegría cuando el día 2 de mayo de 1925, a sus 16 años, atravesaba las puertas del Carmelo de Guadalajara.
Las notas distintivas de su espiritualidad serían: gran espíritu de trabajo, humildad, sencillez, amor a Jesús y María y celo misionero. El 24 de julio... la mataron a balazos después de haberla querido obligar a pecar, pero ella gritaba: " ¡ Viva Cristo Rey ! . . . "

   Beata María Ángeles de San José. Se llamó en el mundo Marciana Valtierra y nació en Getafe (Madrid) el 6 de marzo de 1905. Fue la última de diez hermanas. Al igual que su Madre Santa. Teresa perdió de niña a su madre y eligió a la Madre del cielo. Era muy hermosa. El 14 de julio de 1929 entraba en el Carmelo de Guadalajara en el que siete años después daría su vida por Cristo y la Iglesia.


   Era humilde, alegre, sencilla, fervorosa. Antes había dicho: "¡Qué dicha si pudiéramos derramar la sangre por Cristo!"... Fue la primera en morir acribillada por las balas en una calle de Guadalajara. Era la tarde del 24 de julio de 1936

EL PURGATORIO Y SANTA CATALINA


   Santa Catalina de Siena tuvo, como tantos otros santos, visiones del Purgatorio, y también del infierno. Aqui reproducimos una breve narración de una de sus experiencias místicas.

   ¿Qué vio usted, madre, durante ese tiempo y por qué retornó su alma al cuerpo? -le pregunté de nuevo-. Le pido encarecidamente que no me oculte nada.

   -Sepa, Padre -me contestó-, que mi alma penetró en un mundo desconocido y vio el premio de los justos y el castigo de los pecadores. Pero aquí me falla la memoria y la pobreza del lenguaje me impide hacer una descripción adecuada de esas cosas. Sin embargo le diré lo que pueda. Tenga la seguridad de que vi la ESENCIA divina y por eso sufro tanto al verme de nuevo encadenada al cuerpo. Si no me lo impidiese el amor a Dios y al prójimo, moriría de dolor. Mi gran consuelo está en sufrir porque tengo la seguridad de que mis sufrimientos me permitirán una visión más perfecta de Dios. De aquí el que las tribulaciones, en lugar de resultarme penosas, constituyen para mí una delicia. Vi los tormentos del infierno y los del purgatorio; no existen palabras con que describirlos. Si los pobres mortales tuvieran la más ligera idea de ellos, sufrirían mil muertes antes que exponerse a experimentar uno de esos tormentos por espacio de un solo día. Vi en particular los tormentos que sufren aquellos que pecan en el estado del matrimonio no observando las normas que él impone y buscando en él únicamente los placeres sensuales». Y como yo le preguntase por qué este pecado, que no es en sí peor que los demás, recibe tan duro castigo, me dijo: «-Porque se le presta poca atención y por consiguiente produce menos contrición y se comete con mayor facilidad. Nada hay tan peligroso como una falta, por pequeña que sea, cuando quien la comete no la purifica cuidadosamente con las aguas de la penitencia». 

   Catalina prosiguió después con lo que había comenzado. «Mientras mi alma contemplaba estas cosas, mi esposo celestial me dijo: ‘-Ves la gloria que pierden y los tormentos que sufren quienes me ofenden. Vuelve por consiguiente a la vida y muéstrales lo extraviados que están y el terrible peligro que los amenaza’. Y como mi alma se mostrase horrorizada ante el pensamiento de retornar al mundo, el Señor agregó: ‘-Lo exige así la salvación de muchas almas; en lo sucesivo ya no vivirás como antes. Abandonarás tu celda y continuamente irás de un lado a otro a través de la ciudad a fin de salvar muchas almas. Yo cuidaré de ti; te traeré y te llevaré; te confiaré el honor de mi SANTO NOMBRE y tu enseñarás mi doctrina a altos y a bajos, a legos, a sacerdotes y monjes; te daré un don de palabra y de sabiduría al que nadie podrá resistir. Te pondré en presencia de los Pontífices y de los gobernantes, tanto de la Iglesia como del pueblo para confundir así la arrogancia de los poderosos’. Mientras Dios se dirigía de esta manera a mi alma, me encontré de pronto, sin poder explicarme cómo, unida al cuerpo. Entonces me acometió una gran pena y vertí copiosas lágrimas durante tres días y tres noches; siempre que recuerdo esto no puedo reprimir los deseos de llorar, y, Padre, no se admire de esto: ¿puedo acaso evitar que mi corazón se sienta destrozado al recordar la gloria que llegué a poseer y de que ahora me siento privada? La salvación de mi prójimo es la causa de esto; si yo amo tan ardientemente a las almas cuya conversión ha puesto el Señor en mis manos, es porque me han costado muy caro. Me han separado de Dios; me han privado del goce de su gloria por un tiempo que todavía me es desconocido».

(Úrsula, de la Orden Tercera de San Francisco)

jueves, 21 de julio de 2011

"MILAGRO EUCARÍSTICO DE BOLSENA"


   En la Basílica de Santa Cristina de Bolsena se guardan con celo, desde hace siete siglos, las reliquias menores del milagro de Bolsena una de las piedras sagradas sobre las cuales se perciben todavía bien visibles grumos de la preciosa Sangre del Redentor , que han alimentado la piedad de generaciones y generaciones de fieles.


   El hecho eucarístico milagroso acaeció hacia 1264, en una región que fue testigo de las vicisitudes del papado, y va vinculada al nombre de dos de los más poderosos exponentes del pensamiento teológico: Tomás de Aquino y Juan Fidenza, más conocido con el nombre de San Buenaventura.


   Un sacerdote de Praga, atormentado por dudas acerca de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, mientras dividía la Hostia santa en la celebración de la Misa, vio el corporal lleno de sangre que brotaba de las sagradas especies. Asombrado y aturdido por tan gran prodigio, le vino la duda de si había de terminar o seguir la Misa.

   En la esperanza de ocultar a los presentes lo sucedido y con el deseo de pedir ayuda y explicación a la competente autoridad, resolvió suspender la celebración de la Santa Misa, y, recogidas las sagradas especies en paños sagrados, corrió a la sacristía, sin reparar que, en el trayecto, algunas gotas de la preciosísima Sangre habían caído sobre el mármol del pavimento. Esto sucedía en la Basílica de Santa Cristina, sobre el altar puesto bajo el baldaquino de mármol lombardo.


   Cuando acaecía este milagro, era Ministro General de los Franciscanos Juan Fidenza, conocido bajo el nombre de Buenaventura de Bagnorea, ciudad natal del Santo, a pocos kilómetros de Bolsena. Profundo conocedor de los hombres y de los lugares, el Doctor Seráfico fue encargado por el Papa Urbano IV de presidir la comisión de teólogos instituida para controlar la verdad de los hechos.


   Realizado su cometido por la comisión, confirmó la verdad del milagro, y el Papa ordenó a Jaime Maltraga, Obispo de Bolsena, que le llevase a Orbieto, donde tenía su residencia, el sagrado corporal, el purificador y los linos manchados de sangre. Acompañado el Papa de su corte, salió al encuentro de las sagradas reliquias, y, en el puente de Rivochiero, tomó entre sus manos el sagrado depósito y lo llevó procesionalmente a Orbieto.

martes, 19 de julio de 2011

SANTA TERESITA LOS SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS




   "Siendo una niña de nueve años, y antes de su Primera Comunión, Santa Teresita se consagró a los santos Ángeles, como miembro de la “Congregación de los santos Ángeles”, con las siguientes palabras: “Yo me consagro solemnemente a vuestro servicio. Yo prometo, en presencia de Dios, de la Santísima Virgen y de mis compañeras, ser fiel a vosotros y esforzarme por imitar vuestras virtudes, principalmente vuestro fervor, vuestra humildad, vuestra obediencia y vuestra pureza.” Más tarde, siendo ya una postulante prometió: “honrar con una particular veneración a los santos Ángeles y a María, su augusta Reina. […] Trabajaré con todas mis fuerzas para corregir mis faltas, para alcanzar las virtudes y para cumplir todas mis obligaciones de alumna y cristiana.”

   Los miembros de dicha congregación cultivaban también una particular devoción al Ángel de la guarda, a quien dirigían la siguiente oración: “Ángel de Dios, príncipe del cielo, guardián vigilante, guía fiel, pastor amoroso, yo me regocijo de que Dios te haya creado con tanta perfección, de que Él te haya santificado por Su gracia y, finalmente, de que te haya coronado de gloria por haber perseverado en Su servicio. ¡Qué Dios sea siempre alabado por los muchos bienes que te concedió! ¡Bendito seas por todo el bien que nos haces, a mí y a mis compañeros! Yo te entrego mi cuerpo, mi alma, mi memoria, mi inteligencia, mi imaginación y mi voluntad. Gobiérname, ilumíname, purifícame; dispón de mí como quieras” (Manual de la Congregación de los Santos Ángeles, Tournai).

lunes, 18 de julio de 2011

18 DE JULIO

Hoy, 18 de Julio, Aniversario del Alzamiento Nacional contra las fuerzas comunistas y masónicas que pretendían destruir España y a su Iglesia. ¡Gloria a los Santos Mártires que dieron su vida por Dios y por España!

EL PURGATORIO EN LOS SUEÑOS DE SAN JUAN BOSCO


Don Bosco habló a toda la Comunidad después de las oraciones de la noche:

               Ayer noche, mis queridos hijos, me había acostado, y no pudiéndome dormir, pensaba en la naturaleza y modo de existir del alma; cómo estaba hecha; cómo se podía encontrar y hablar en la otra vida separada del cuerpo; cómo se trasladaría de un lugar a otro; cómo nos podremos conocer entonces los unos a los otros siendo así que, después de la muerte, sólo seremos espíritus puros.

                Y cuanto más reflexionaba sobre esto, tanto más misterioso me parecía todo. Mientras divagaba sobre éstas y otras semejantes fantasías, me quedé dormido y me pareció estar en el camino que conduce a… (y nombró la ciudad) y que a ella me dirigía.


               Caminé durante un rato; atravesé pueblos para mí desconocidos, cuando de pronto sentí que me llamaban por mi nombre.

               Era la voz de una persona que estaba parada en el camino.


         -Ven conmigo, me dijo; ahora podrás ver lo que deseas.

               Obedecí inmediatamente.

               Aquella persona se movía con la rapidez del pensamiento y lo mismo yo.

               Caminábamos sin tocar con los pies en el suelo. Al llegar a una región que no sabría precisar, mi guía se detuvo.

               Sobre un lugar eminente se elevaba un magnífico palacio de admirable estructura.

               No sabría puntualizar dónde estaba, ni a qué altura; no recuerdo si sobre una montaña o en el aire, sobre las nubes.

              Era inaccesible, y no se veía camino alguno para subir.

              Sus puertas estaban a una altura considerable.


         -¡Mira! ¡Sube a ese palacio!, -me dijo mi guía.

         -¿Cómo hacerlo?, -exclamé. ¿Cómo apañarme? Aquí abajo no hay entradas y yo no tengo alas.

         -¡Entra!, -me dijo el otro en tono imperativo.

         Y viendo que yo no me movía, añadió:

         -Haz como yo; levanta los brazos con buena voluntad y subirás. Ven conmigo.

              Y diciendo esto levantó en alto las manos hacia el cielo. Yo abrí entonces los brazos y al instante me sentí elevado en el aire a guisa de ligera nube. Y heme aquí a la entrada del gran palacio. El guía me había acompañado.







 -¿Qué hay dentro?, -le pregunté.

          -Entra: visítalo y verás. En una sala, al fondo, encontrarás quien te aleccione.

              El guía desapareció y yo, habiéndome quedado sólo y guía de mí mismo, entré en el pórtico, subí las escaleras y me encontré en un departamento verdaderamente regio. Recorrí salas espaciosas, habitaciones ricamente decoradas y largos pasillos. Yo caminaba a una velocidad fuera de lo normal. Cada sala brillaba al conjuro de los sorprendentes tesoros en ella acumulados y con gran rapidez recorrí tantos departamentos que me hubiera sido imposible contarlos.

               Pero, lo más admirable fue lo siguiente. A pesar de que corría a la velocidad del viento, no movía los pies, sino que permaneciendo suspendido en el aire y con las piernas juntas, me deslizaba sin cansancio sobre el pavimento sin tocarlo, como si se tratase de una superficie de cristal. Así, pasando de una sala a otra, vi finalmente al fondo de una galería una puerta. Entré y me encontré en un gran salón, magnífico sobre toda ponderación… Al fondo del mismo, sobre un sillón, vi majestuosamente sentado a un Obispo, como quien espera a dar audiencia. Me acerqué con respeto y quedé maravillado al reconocer en aquel prelado a un amigo íntimo. Era Monseñor… (y dijo el nombre), Obispo de… muerto hace dos años. Parecía no sufrir nada. Su aspecto era lozano, afectuoso y de una belleza que no se puede expresar.

          -¡Oh, Monseñor! ¿Vos aquí?, -le dije con alegría.

          -¿No me veis?, -replicó el obispo.

           -¿Cómo os encontráis? ¿Estáis vivo todavía? ¿No habíais muerto?

          -Sí, he muerto.

          -Pues si moristeis, ¿cómo estáis aquí sentado, tan lozano y con tan buena apariencia? Si estáis vivo todavía, decídmelo por favor pues de lo contrario nos veremos en un gran lío. En A… hay ya otro Obispo, Monseñor… ¿cómo arreglaremos este asunto?

          -Estad tranquilo, no os preocupéis, que yo estoy muerto…

          -Más vale así, pues ya hay otro en vuestro lugar.

          -Lo sé. ¿Y vos, Don Bosco, estáis vivo o muerto?

          -Yo estoy vivo. ¿No me veis aquí en cuerpo y alma?

          -Aquí no se puede venir con el cuerpo.

          -Pues yo lo estoy.

          -Eso os parece, pero no es así…

              Y al llegar a este punto de la conversación, comencé a hablar muy aprisa, haciendo pregunta tras pregunta, sin obtener contestación alguna.

           -¿Cómo es posible, decía, que estando yo vivo pueda estar aquí con Vos que estáis muerto?

               Y tenía miedo de que el prelado desapareciese; por eso comencé a decirle en tono suplicante:

          -Monseñor, por caridad, no os vayáis. ¡Necesito saber tantas cosas!

               El Obispo, al verme tan preocupado:

          -No os inquietéis de ese modo, dijo; -estad tranquilo, no lo dudéis; no me iré; hablad.

          -Decidme, Monseñor, ¿os habéis salvado?

         -Miradme, contestó; observad cuán fuerte, lozano y resplandeciente me encuentro.

               Su aspecto verdaderamente me daba cierta esperanza de que se hubiera salvado; pero no contentándome con eso, añadí:

          -Decidme si os habéis salvado: ¿sí o no?

          -Sí, estoy en un lugar de salvación.

          -Pero ¿estáis en el Paraíso gozando de Dios o en el Purgatorio?

          -Estoy en un lugar de salvación; pero aún no he visto a Dios y necesito que recéis por mí.

         -¿Y cuánto tiempo tendréis que estar todavía en el Purgatorio?

          -¡Mirad aquí!

               Y me mostró un papel, añadiendo:

          -¡Leed!

               Tomé el papel en la mano, lo examiné atentamente, pero no viendo en él nada escrito, le dije:

          -Yo no veo nada.

         -Mirad lo que hay escrito; leed.

          -Lo he mirado y lo estoy mirando, pero no puedo leer, porque no hay nada escrito.

          -Mirad mejor.

          -Veo un papel con dibujos en forma de flores celestes, verdes, violáceas, pero no veo ninguna letra.

          -¡Son cifras!

          -Yo no veo cifras, ni números.

               Miró el prelado el papel que tenía yo en la mano y dijo después:

          -Ya sé por qué no comprendéis; poned el papel al revés.

             Examiné la hoja con mayor atención, la volví por ambos lados, pero ni al derecho ni al revés pude leer. Solamente me pareció apreciar que entre las vueltas y las revueltas de aquellos dibujos floridos, hubiere el número 2.

             El Obispo continuó:

        -¿Sabéis por qué es necesario leer al revés?

        Porque los Juicios de Dios son diferentes de los del mundo. Lo que los hombres toman por sabiduría es necedad para Dios.

               No me atreví a pedirle una explicación más clara, y dije:

          -Monseñor, no os marchéis, quiero preguntaros más cosas. -Preguntad, pues; yo escucho.

          -¿Me salvaré?

          -Tened esperanza en ello.

          -No me hagáis sufrir; decidme enseguida si me salvaré.

          -No lo sé.

          -Al menos, decidme si estoy o no en gracia de Dios.

          -No lo sé.

          -¿Y mis muchachos, se salvarán?

          -No lo sé.

          -Por favor, os suplico que me lo digáis.

          -Habéis estudiado Teología, y por tanto podéis saberlo y daros la respuesta vos mismo.

          -¿Cómo? Estáis en un lugar de salvación y no sabéis estas cosas:

          -Mirad, el Señor se las hace saber a quien quiere; y cuando quiere que se den a conocer estas cosas, concede el permiso y da la orden. De otra manera nadie puede comunicarlo a los que aún viven.

               Yo me sentía impulsado por un deseo vehemente de preguntar más y más cosas ante el temor de que Monseñor se marchase.

          -Ahora, decidme algo de vuestra parte para comunicarlo a mis muchachos.

          -Vos sabéis tan bien como yo, qué es lo que han de hacer. Tenéis la Iglesia, el Evangelio, las demás Escrituras que lo contienen todo; decidles que salven el alma, que lo demás nada interesa.

          -Pero, eso ya lo sabemos, que debemos salvar el alma. Lo que necesitamos es conocer los  medios que hemos de emplear para conseguirlo. Dadme un consejo que nos haga recordar esta necesidad. Yo se lo repetiré a mis muchachos en vuestro nombre.

          -Decidles que sean buenos y obedientes.

          -¿Y quién no sabe esas cosas?

          -Decidles que sean modestos y que recen.

          -Pero, decidme algo más práctico.

          -Decidles que se confiesen frecuentemente y que hagan buenas comuniones.

          -Algo más concreto aún.

          -Os lo diré, puesto que así lo queréis. Decidles que tienen delante de sí una niebla y que simplemente el distinguirla es ya una buena cosa. Que se quiten ese obstáculo de delante de los ojos, como se lee en los Salmos: Nubem dissipa.

          -¿Y qué es esa niebla?

          -Todas las cosas del mundo, las cuales impiden ver la realidad de las cosas celestiales.

          -¿Y qué deben hacer para que desaparezca esa niebla?

          -Considerar el mundo tal cual es: mundus totus in maligno positus est (el mundo entero se encuentra en el maligno), y entonces salvarán el alma; que no se dejen engañar por las apariencias mundanas. Los jóvenes creen que los placeres, las alegrías, las amistades del mundo pueden hacerles felices y, por tanto, no esperan más que el momento de poder gozar de ellas; pero que recuerden que todo es vanidad y aflicción de espíritu. Que se acostumbren a ver las cosas del mundo, no según su apariencia, sino como son en realidad.

          -¿Y de dónde proviene principalmente esta niebla?

          -Así como la virtud que más brilla en el Paraíso es la pureza, también la oscuridad y la niebla son producidas principalmente por el pecado de la inmodestia y de la impureza. Es como un negro y densísimo nubarrón que priva de la vista e impide a los jóvenes ver el precipicio que les amenaza con tragárselos. Decirles, pues, que conserven celosamente la virtud de la pureza, pues los que la poseen, florebunt sicut lilium in civitate Dei (florecerán como el lirio en la ciudad de Dios).

          -¿Y qué se precisa para conservar la pureza? Decídmelo, que yo se lo comunicaré a mis jóvenes de vuestra parte.

          -Es necesario: el retiro, la obediencia, la huida del ocio y la oración.

          -¿Y después?

          -Oración, fuga del ocio, obediencia, retiro.

          -¿Y nada más?

          -Obediencia, retiro, oración, y fuga del ocio. Recomendadles estos medios que son suficientes.

               Yo deseaba preguntarle muchas cosas más, pero no me acordaba de nada.

               De forma que, apenas el Prelado hubo terminado de hablar, en mi deseo de repetiros aquellos mismos consejos, abandoné precipitadamente la sala y corrí al Oratorio. Volaba con la rapidez del viento y en un instante me encontré a las puertas de nuestra casa. Seguidamente me detuve y comencé a pensar:

          -¿Por qué no estuve más tiempo con el Obispo de…? ¡Me habría proporcionado nuevas aclaraciones! He hecho mal dejándome perder tan buena ocasión. ¡Podría haber aprendido tantas cosas hermosas!

               E inmediatamente volví atrás con la misma rapidez con que había venido, temeroso de no encontrar ya a Monseñor. Penetré, pues, de nuevo en aquel palacio y en el mismo salón.

               Pero, ¡qué cambio se había operado en tan breves instantes! El Obispo, palidísimo como la cera, estaba tendido sobre el lecho; parecía un cadáver; a los ojos le asomaban las últimas lágrimas; estaba agonizando. Sólo por un ligero movimiento del pecho, agitado por los postreros estertores, se comprendía que aún tenía vida. Yo me acerqué a él afanosamente:

          -Monseñor, ¿qué os ha sucedido?

          -Dejadme, dijo dando un suspiro.

          -Monseñor, tendría aún muchas cosas que preguntaros.

          -Dejadme solo; sufro mucho.

          -¿En qué puedo aliviaros?

          -Rezad y dejadme ir.

          -¿Adónde?

          -A donde la mano omnipotente de Dios me conduce.

          -Pero, Monseñor, os lo suplico, decidme adónde.

          -Sufro mucho; dejadme.

         -Decidme al menos qué puedo hacer en vuestro favor, repetía yo.

          -Rezad.

          -Una palabra nada más: ¿tenéis algún encargo que hacerme para el mundo? »No tenéis nada que decir a vuestro sucesor?

         -Id al actual Obispo de… y decidle de mi parte esto y esto.

                  Las cosas que me dijo no os interesan a vosotros, mis queridos jóvenes, por tanto las omitiremos.

                 El Prelado prosiguió diciendo:

          -Decidle también a tales y tales personas, éstas y estas otras cosas en secreto.

               Don Bosco calló también estos encargos: pero tanto éstos como los primeros parece que se referían a avisos y remedios para ciertas necesidades de aquella diócesis.

          -¿Nada más?, -continué yo.

          -Decid a vuestros muchachos que siempre los he querido mucho; que mientras viví, siempre recé por ellos y que también ahora me acuerdo de ellos. Que rueguen ahora por mí.

          -Tened la seguridad de que se lo diré y de que comenzaremos inmediatamente a aplicar sufragios. Pero, apenas os encontréis en el Paraíso, acordaos de nosotros.





               El aspecto del Prelado denotaba entretanto un mayor sufrimiento. Daba pena contemplarlo; sufría muchísimo, su agonía era verdaderamente angustiosa.

          -Dejadme, me volvió a decir; dejadme que vaya a donde el Señor me llama.

          -¡Monseñor!… ¡Monseñor!…, repetía yo lleno de indecible compasión.

          -¡Dejadme!… ¡Dejadme!…

             Parecía que iba a expirar mientras una fuerza invisible se lo llevaba de allí a las habitaciones más interiores, hasta que desapareció de mi vista.

           Yo, ante una escena tan dolorosa, asustado y conmovido, me volví para retirarme, pero habiendo tropezado por aquellas salas con la rodilla en algún objeto, me desperté y me encontré en mi habitación y en el lecho.

          Como veis, queridos jóvenes, éste es un sueño como los demás, y en lo relacionado con vosotros no necesita explicación, para que todos lo entendáis.

          Don Bosco terminó diciendo:

          En este sueño aprendí muchas cosas relacionadas con el alma y con el Purgatorio, que antes 
no había llegado a comprender y que ahora las veía tan claras que no las olvidaré jamás.





EL FALSO “APOSTOLADO DE LAS RELIQUIAS”

Aunque hace unos meses advertí a muchos del conocido como “Apostolado de las Reliquias”, me llegan aún numerosas quejas y preguntas de personas piadosas, que se sienten confundidas y hasta engañadas por ese esperpéntico “apostolado”.


Conozco personalmente al sujeto que se encuentra tras el blog que promociona el citado “Apostolado de las Reliquias” y he visitado el “museo” donde almacena las reliquias; por eso comprobé por mí mismo algunas incongruencias, que a continuación voy a enumerar:


1º- El supuesto “Guardián de las reliquias”, no se llama José García, sino JUAN JOSÉ LANZA GARCÍA; oculta su verdadera identidad ya que hace años se vio envuelto en un delito contra la salud pública, por lo que fue condenado por un Juzgado de Sevilla. Con teclear su verdadero nombre en Google, podréis leer la noticia.


2º- JUAN JOSÉ LANZA GARCÍA ( José García, como se hace conocer ), presume tener una autorización o “nihil obstat” del que fuera Cardenal de Sevilla, para la obtención de reliquias; en su blog tiene colgado el presunto documento, en un tamaño imposible de leer. De todas maneras, con casi toda seguridad, es falso, ya que como me han aclarado, tanto el Señor Nuncio, como el actual Arzobispo de Sevilla, JAMÁS SE LE HA EXPEDIDO SEMEJANTE AUTORIZACIÓN. Prueba de ello, las cartas del Nuncio de España y del Arzobispo de Sevilla que aquí expongo.


3º- Por tanto, NI JUAN JOSÉ LANZA GARCÍA NI SU “APOSTOLADO DE LAS RELIQUIAS”, TIENEN AUTORIZACIÓN NI APOYO ALGUNO POR PARTE DE LAS AUTORIDADES ECLESIÁSTICAS. No deja de ser una iniciativa personal, mediante la cual, presuntamente intenta lucrarse económicamente, ya que desde el inicio en su blog, aparece un número de cuenta y una petición de donativos.


Os ruego a todos que advirtáis a vuestros conocidos y amigos, así como a vuestros Obispos y Nunciaturas; tengo entendido que JUAN JOSÉ LANZA GARCÍA, está dando a conocer su “apostolado” en México, por lo que os pido suma cautela a los hermanos de aquél país. No dejéis de advertir a los párrocos ni autoridades eclesiásticas, usando como prueba estas cartas que podéis imprimir.

sábado, 16 de julio de 2011

MATER ET DECOR CARMELI

ORACIÓN
PARA ALCANZAR SU AMOR

¡Oh Virgen del Carmen, María Santísima! Vos sois la criatura más noble, la más sublime, la más pura, más bella y más santa de todas. ¡Oh si todos os conocieran, Señora y Madre mía, si todos os amaran como Vos merecéis! Pero me consuelo porque tantas almas dichosas en el Cielo y en la tierra viven enamoradas de vuestra bondad y belleza. Y me alegro más porque Dios os ama a Vos sola más que a todos los hombres y ángeles juntos. Reina mía amabilísima, yo, miserable pecador, también os amo, pero os amo poco en comparación de lo que Vos merecéis; quiero, pues, un amor más grande y tierno hacia Vos, y esto Vos me lo habéis de alcanzar, ya que amaros a Vos y llevar vuestro Santo Escapulario es una señal de predestinación a la gloria, y una gracia que Dios no concede sino a los que eficazmente quiere salvar. Vos, pues, que todo lo alcanzáis de Dios, conseguidme esta gracia: que mi corazón arda en vuestro amor, conforme al afecto que Vos me mostráis; que os ame como verdadero hijo, ya que Vos me amáis con el amor más tierno de Madre, para que, uniéndome con Vos por el amor aquí en la tierra, no me separe de Vos después en la eternidad. Amén.