sábado, 2 de julio de 2011
PLEGARIA AL CORAZÓN DE MARÍA
Oh Corazón de María, el más amable y compasivo después del de Jesús, Trono de las misericordias divinas a favor de los pobres pecadores; yo, reconociéndome sumamente necesitado, acudo a Vos, en quien el Señor ha puesto todo el tesoro de sus bondades, con plenísima seguridad de ser por Vos socorrido. Vos sois mi refugio, mi amparo, mi esperanza; por eso os digo y os diré en todos mis apuros y peligros: ¡Oh Dulce Corazón de María, sed la salvación mía!.
Cuando la enfermedad me aflija, o me oprima la tristeza, o la espina de la tribulación llague mi alma: ¡Oh Dulce Corazón de María, sed la salvación mía!.
Cuando el mundo, el demonio y mis propias pasiones, coaligados para mi perdición, me persigan con sus tentaciones y quieran hacerme perder el tesoro de la divina gracia: ¡Oh Dulce Corazón de María, sed la salvación mía!.
En la hora de mi muerte, en aquel momento del que depende mi eternidad, cuando se aumenten las angustias de mi alma y los ataques de mis enemigos: ¡Oh Corazón de María, sed la salvación mía!.
Y cuando mi alma pecadora se presente ante el Tribunal de Jesucristo para rendirle cuenta de toda su vida, venid Vos a defenderla y ampararla, y entonces, ahora y siempre: ¡Oh Corazón de María, sed la salvación mía!.
Estas gracias espero alcanzar de Vos, oh Corazón amantísimo de mi Madre, a fin de que pueda veros y gozar de Dios, en vuestra compañía en el Cielo. Amén.
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