"Nadie puede negar que vivimos una terrible crisis en la Iglesia, que afecta profundamente el sacerdocio católico. La perpetuidad del Santo Sacrificio de la Misa, la administración de los Sacramentos, la conservación y transmisión fiel de la fe católica, se ven hoy seriamente amenazados. Por todo eso, es innegable el gravísimo estado de crisis en la Iglesia, y la necesidad que tenemos de sacerdotes católicos para el Santo Sacrificio y para la doctrina."
"Cuando las autoridades de la Iglesia se niegan a dar sacerdotes verdaderamente católicos, un obispo no puede pretender haber cumplido su deber, si se limita a resistir en la fe como un seglar. Delante de Dios, de quien recibí la plenitud del poder de orden en la consagración episcopal, afirmo que, en la presente crisis, no sólo es lícito, sino que además urge aun como un deber impostergable, valerse de estos poderes para el bien de las almas… Cumplo así la misión que me fue confiada: transmito el sacerdocio católico que recibí: Tradidi quod et accepi."
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