-Acabar con mi amor propio-
Ciertamente que este vivir a Dios no es fácil ni aún posible a nuestra pequeñez. Grandes obstáculos nos lo dificultan, y el principal obstáculo somos nosotros mismos; nos los ponemos nosotros mismos.
Para que ese hermoso ideal y deseo de vivir a Dios se realice en mí y pueda recibir yo la vida de Dios con plenitud, he de hacer antes desaparecer todos los obstáculos, destruir y arrancar todo lo que es miseria moral mía, flaqueza y maldad mía, acabar con mi amor propio, conocer mi impotencia y ver que es Dios sólo, exigiendo mi cooperación, quien me da Su vida y santidad.
Únicamente negándome de este modo, y poniéndome vigilante en esperanza en Dios me prepararé para recibir la hermosura que Dios quiere comunicarme.
¡Oh Dios mío, que me queréis dar vuestra vida! Haced que yo me prepare y os la pida y muestre mi deseo de recibirla. Haced que quiera de veras, que quiera eficazmente, que quiera con humildad y determinado querer.
Mas, por mucho que yo lo quiera, ¿será posible que pueda participar de la Vida de Dios? Esa Vida es superior a mis fuerzas; pero Dios es mi Padre, y me dice por Jesucristo: quiero que seas uno Conmigo, quiero comunicarte mi vida; no pongas obstáculos, déjate deshacer para que te pueda vivificar.
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