Pues Yo te amo porque eres miserable y pequeña. Por eso te he revestido con mis méritos y te he cubierto con mi Sangre, y así te presentaré delante de mis elegidos, en el Cielo. Tu pequeñez ha dejado lugar a mi grandeza… tu miseria y aún tus pecados a Mi Misericordia… y tu confianza a mi amor y a mi bondad.
Ven… apóyate en Mi Corazón y descansa en Él, puesto que eres mi esposa. Pronto vendrás a esta morada para no dejarla jamás…
Éste será nuestro trabajo en el Cielo: enseñar a las almas a vivir unidas a Mí, no como si estuviera lejos, sino que me consideren en su alma, pues por la gracia vivo dentro de ellas. Si mis almas escogidas viven unidas a Mí y me conocen de verdad, ¡cuánto bien podrán hacer a tantas otras, que viven lejos de Mí y no me conocen!
Cuando mis almas escogidas se unen estrechamente a Mi Corazón, saben cuán ofendido soy… conocen mis sentimientos… entonces me consuelan y, llenas de confianza en Mi Bondad, piden perdón y obtienen gracia para el mundo.
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