1 de Julio
La Preciosísima Sangre
de Nuestro Señor Jesucristo
Renovad, por lo tanto, en vuestros corazones, queridos hijos e hijas, la saludable devoción a la Preciosísima Sangre; la señal que ésta ha impreso en vosotros con el Bautismo, es, como bien sabéis, indeleble.
En la misma naturaleza, la sangre derramada parece adherirse a las manos del delincuente,
como el delito y el remordimiento se agarran a su conciencia:
la poesía y el arte dramático han obtenido de esta tenaz persistencia, efectos impresionantes;
y en vano Pilato se lavó ante el pueblo las manos que habían suscrito la sentencia de muerte del Justo;
hasta el fin de los siglos la mancha de la Sangre divina quedará imborrable sobre su memoria:
“passus sub Pontio Pilato“.
También vosotros podéis, desde ahora y durante todo el tiempo de vuestra vida, hacer vuestro, como un grito de amor,
También vosotros podéis, desde ahora y durante todo el tiempo de vuestra vida, hacer vuestro, como un grito de amor,
el que fue grito de odio de los judíos: “Sanguis eius super nos et super filios nostros“;
“su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos”.
Señor Nuestro Jesús, diréis vosotros, que has derramado Tu Sangre Preciosa por todos los pecadores:
Señor Nuestro Jesús, diréis vosotros, que has derramado Tu Sangre Preciosa por todos los pecadores:
haz que se derrame en gracias de redención sobre nosotros, sobre nuestros seres queridos,
y especialmente sobre los que serán, si así te place, los herederos de nuestra propia sangre!"
"Nos has rescatado, Señor, con Tu Sangre,sin distinción de tribu, lengua, pueblo y nación;
e hiciste de nosotros un reino para nuestro Dios."
e hiciste de nosotros un reino para nuestro Dios."
(Apoc. 5, 9 )
Tributamos hoy merecido homenaje que mana de las heridas y del Corazón de Cristo, precio infinito de nuestro rescate y que ha merecido nuestra santificación. Instituyó esta Fiesta el Papa Pío IX en 1849, cuando habiendo sido desterrado de Roma por la revolución, después de refugiarse en la ciudad de Gaeta, pudo regresar a la Ciudad Eterna.
La historia de la Devoción a la Preciosa Sangre de Nuestro Señor es la misma Historia de la Santa Iglesia Católica, porque Nuestro Señor, con el derramamiento de Su Bendita Sangre, desde la flagelación hasta la inmolación en la Cruz, nos ha redimido de nuestros pecados; en esta necesaria devoción se condensa la Predicación del Evangelio y la administración de los Sacramentos, especialmente en la confesión sacramental, donde místicamente, vuelve a rociarnos con esa Preciosa Sangre para lavarnos de la inmundicia del pecado
Los Santos Padres fueron devotísimos de la Preciosa Sangre, como San Juan Crisóstomo en Oriente y San Agustín en Occidente. Entre las Santas, las revelaciones de Santa Gertrudis están llenas de las palabras más dulces y profundas acerca de la Preciosa Sangre.
Pero fue Santa Catalina de Siena, la que mayormente destacó en su amor y veneración por la Sangre Bendita de Nuestro Señor, eligiendo esta devoción como su predilecta, además de remedio necesario para todos los males de cualquier época.
La Devoción de la Preciosa Sangre es inseparable del Santo Sacrificio de la Misa, donde Nuestro Señor se hace presente en el Altar con Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinad por medio de las palabras de la Consagración; sería ideal que todo buen católico, en el momento de la elevación del Cáliz, rogase para sí y para los suyos, ser lavados en esta Bendita Sangre; que pidamos al Buen Jesús, que si fuese necesario, también nosotros derramemos nuestra sangre para defender y transmitir la Fe Católica, como han hecho los innumerables Mártires que no dudaron en entregarse como Nuestro Señor lo hizo en la Cruz Redentora.
SÚPLICA A
LA PRECIOSÍSIMA SANGRE
indulgenciada por el Papa Pío VII
Oh Sangre Preciosísima de vida eterna, precio y rescate de todo el universo bebida y purificación de nuestras almas, que defiendes continuamente la causa de los hombres ante el trono de la Suprema Misericordia! Os adoro profundamente, y quisiera desagraviaros, hasta donde me sea posible, de las injurias y ultrajes que recibís continuamente de las criaturas humanas; y especialmente de aquellas que se atreven temerariamente a blasfemar de Vos.
Y ¿quién no bendecirá esta Sangre de infinito valor? ¿Quién no se sentirá inflamado de amor para con Jesús que la derramó? ¿Qué sería de mí si no hubiese sido rescatado por esta Divina Sangre? ¿Quién os sacó hasta la última gota de las venas de mi Señor? ¡Ah! el amor fue ciertamente. ¡Oh amor inmenso, que nos has dado este bálsamo saludable! ¡Oh bálsamo inestimable, emanado de la fuente de un amor inmenso! ¡oh! haced que todos los corazones y todas las lenguas puedan alabaros, encomiaros y daros gracias ahora y siempre y hasta el día de la eternidad. Amén.
El Papa Pío VII, con rescripto de 18 de octubre de 1815, que se conserva en el archivo de la Archicofradía de la Preciosa Sangre de Jesucristo, además de concedió 300 días de indulgencia por cada día a los que con corazón contrito rezaren esta oración.
Concedió también el mismo Pontífice 100 días de indulgencia
Concedió también el mismo Pontífice 100 días de indulgencia
por cada día a todo el que rece con devoción las siguientes aspiraciones.
ASPIRACIONES DEVOTAS
100 días de Indulgencia cada vez que se rezaren
Viva, viva Jesús, que por mi salvación derramó toda la sangre de Su Corazón.
La Preciosísima Sangre de Jesús fue mi vida.
Bendita sea Su bondad infinita.
Sea siempre alabada la Sangre del Crucificado.
Que al mundo del infierno ha rescatado.
Esta Sangre por bebida se nos ha dado,
y del pecado a las almas ha lavado.
La Sangre de Jesús aplaca la indignación del Eterno,
y nos lleva a su mansión.
Si la sangre de Abel clama venganza,
pues la de Jesús perdona y alcanza.
Si de esta Sangre nuestro corazón se llena,
el ministro del furor divino pronto se ahuyenta.
Si la Divina Sangre de Jesús se enaltece,
triunfa el Cielo, y el abismo se entristece.
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