viernes, 22 de julio de 2016

...TU VIDA, AUNQUE SEA IMPERFECTA




     Cuántas almas arrastradas al mal, necesitan de una ayuda constante, ya visible, ya invisible. ¡Ay!, lo repito: ¿Se dan cuenta mis almas escogidas de cuánto bien se privan y privan a las almas, por falta de generosidad? 

     Ofrece tu vida, aunque sea imperfecta, para que todas entiendan qué misión tan hermosa pueden realizar, con sus obras ordinarias, con su trabajo cotidiano. Que sepan a qué grado de intimidad las llamo, y cómo quiero que sean celadoras de mi gloria y de mis intereses; hay muchas que lo comprenden, pero otras no lo saben bastante... 




     Mi amor transforma sus menores acciones dándoles un valor infinito. Pero va todavía más lejos: mi Corazón ama tan tiernamente a las almas, que se sirve aun de sus miserias y debilidades y muchas veces hasta de sus mismas faltas para la salvación de otras almas.

     Efectivamente, el alma que se ve llena de miserias, no se atribuye a sí misma nada bueno y sus flaquezas la obligan a revestirse de cierta humildad que no tendría si se encontrase menos imperfecta. 

     Así, cuando en su trabajo o en su cargo apostólico se siente incapaz y hasta experimenta repugnancia para dirigir a las almas hacia una perfección que ella no tiene, se ve como forzada a anonadarse; y si conociéndose a sí misma recurre a Mí, me pide perdón de su poco esfuerzo e implora de mi Corazón valor y fortaleza... ¡Ah!, entonces, ¡no sabe esta alma con cuánto amor se fijan en ella mis ojos, y cuán fecundos hago sus trabajos!...





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