Comenzando este Tiempo Pascual, queremos retomar nuestro habitual esquema de piedad de "La Semana del Buen Cristiano" para dirigir la mirada a nuestros fieles guardianes: los Santos Ángeles Custodios.
A ellos nos debemos encomendar cada día, desde el amanecer hasta el momento de irnos a descansar por la noche; si nos acostumbramos a llamarles, a rezarles y sobre todo, aprendemos a confiar en su intercesión, veremos cómo cualquier dificultad se resuelve mejor de lo esperado y todo sufrimiento redunda en beneficio propio y de las almas, pues nuestro Ángel Custodio, será testigo de nuestras buenas obras y de ellas dará cuenta ante el Tribunal de Dios.
Pero si de veras quiere ser amigo y devoto de los Santos Ángeles, podré confiarle un lugar donde seguro va a encontrar miles de ellos... el Sagrario. El Bendito Tabernáculo donde Jesús Sacramentado se ha quedado encerrado con Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, deseoso de entrar en nosotros en la Sagrada Comunión; justo allí, en esa Prisión de Amor, se encuentra el Rey de Reyes y Señor de Señores, y con Él y en torno a Su Majestad, su Corte y Noble Guardia formada por miles de almas angélicas, que le adoran día y noche, sin cansancio y con el fervor que jamás entenderemos en esta vida terrena.
LA PARTICIPACIÓN DE LOS ÁNGELES EN EL ALTAR
(Padre Roberto Coggi O.P. "El Tesoro escondido")
En la Santa Misa los Ángeles rodean al sacerdote. Todo el santuario y el espacio que circunda al altar están ocupados por las potencias celestes para honrar al que está presente en el altar.
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