Cuando Santa Gemma era una niña a fines de la década de 1880, los niños normalmente no recibían a Jesús por primera vez en la Sagrada Comunión hasta alrededor de los 12 años. Sería el Papa San Pío X quien unos treinta años más tarde redujo la edad de los 12 a los 7 años.
Para la pequeña Gemma, la Sagrada Eucaristía era el centro de su vida, por eso, el deseo de recibir a Jesús Sacramentado iba en aumento mientras pasaban los años. Si bien era cierto que ya estaba Confirmada, no podía recibir la Primera Comunión ya que no tenía la edad requerida en ese momento para recibir el Sacramento, pues sólo contaba entonces con 9 años de edad.
Fue el Obispo de Lucca, Monseñor Volpi, quien conociendo el anhelo tan grande del corazón de la niña Gemma, le dijo a su padre, Don Enrique, que si no le daba el permiso para recibir la Comunión, Gemma moriría de dolor.
Fue así que dio el permiso para que las religiosas del Colegio de Santa Zita, donde Gemma asistía, la preparasen para recibir este Sacramento. Inmediatamente comenzó un retiro de 15 días con las demás niñas del colegio. Dice Santa Gemma: "Apenas me vi en el convento rebosaba de felicidad. Corrí a la capilla a dar gracias a Jesús y le pedí con gran fervor la gracia de prepararme bien para la Primera Comunión". Hizo confesión general con Monseñor Volpi, quien sería su Confesor ordinario.
Llegó, por fin, el día tan anhelado, 17 de Junio 1887, que ese año era además Fiesta del Sagrado Corazón. Las vivencias de Santa Gemma solo ella las puede explicar: "me siento incapaz de describir la experiencia de aquel encuentro. En ese momento comprendí que las delicias del Cielo no son como las de la tierra. Hubiera anhelado no interrumpir nunca aquella unión con mi Dios. Me sentía cada vez más desprendida del mundo y más dispuesta para la unión con el Señor. Aquella misma mañana Jesús despertó en mí un gran deseo de ser religiosa".
A raíz de la Primera Comunión se afianza la vocación de Alma Víctima de Santa Gemma. Ella misma lo escribiría en su Diario: "...sentía desarrollarse en mí un ardiente anhelo de padecer y de ayudar a Jesús a sobrellevar la Cruz".
Tras recibir a Jesús Sacramentado por primera vez Santa Gemma anotó cinco firmes propósitos:
1º. Recibiré la Confesión y la Comunión cada vez como si fuera la última.
2º. Visitaré a Jesús en el Santísimo Sacramento con frecuencia, especialmente cuando esté afligido.
3º. Me prepararé para cada Fiesta de Nuestra Santísima Madre con alguna mortificación, y todas
las noches pediré la bendición de mi Madre celestial.
4º. Quiero estar siempre en la Presencia de Dios.
5º. Cada vez que el reloj dé la hora repetiré tres veces: Jesús mío, Misericordia.
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