viernes, 12 de julio de 2013

SANTA VERÓNICA GIULIANI, CLARISA CAPUCHINA ( III )




- HECHOS SOBRENATURALES EN LA VIDA 
DE SANTA VERÓNICA GIULIANI -
( III )

      Hoy es viernes, jornada que dedicamos en LA SEMANA DEL BUEN CRISTIANO al Sacratísimo Corazón de Jesús así como a meditar en la Pasión de Nuestro Señor; creo que es el día perfecto para recordar algunos pasajes del Diario de Santa Verónica Giuliani, a la que estamos citando en estos días ya que el pasado día 9 fue el Aniversario de su entrada en el Paraíso.

             En un instante el Señor me quitó el corazón. Me pareció verlo, en la mano de la Santísima Virgen, y Ella lo lavaba y limpiaba, con la Sangre que salía del Costado de Jesús. Lo vi repentinamente tan reluciente y purificado, como, si fuese cristal purísimo. Jesús tenía en la mano algo como un pincel, lo mojaba en su costado, y luego con el mismo escribía caracteres en el corazón que tenía la Santísima Virgen en la mano. Me pareció que Jesús había impreso en él con caracteres de su sangre estos dos nombres: Jesús y María, y así sellado lo ponía de nuevo en su sitio."

          En aquel momento me pareció sentir una cosa nueva en mí y no pude entenderla en absoluto por el exceso de amor que sentía. Mi alma se unió tan estrechamente con Dios..., y los dos nombres que había escrito en mí propio corazón, me parecían una atadura indisoluble con la que tenía atada mi alma. No puedo describir con la pluma lo que tuve en aquel momento y el deseo inmenso de Dios con que quedé. Estaban estos caracteres, como voz viva ante la presencia de Dios y El me daba a entender cómo debo encaminarme por el camino de los sufrimientos y cómo debo portarme cuando me hace participar de los dolores y penas de su Santísima Pasión. En este tiempo me parece que Dios infundía en mi corazón su amor, de un modo especial; y me dejó un vivo recuerdo de Jesús y María"


       Vuelvo de nuevo a la narración de la visión. Me pareció que Jesús levantaba la mano que tenía apoyada sobre su corazón; vi entonces abierta la llaga de su costado; y me pareció ver en su corazón con letras de oro esas precisas palabras: "Verónica de Jesús y de María". De pronto, se cubrió de nuevo con su mano; de su corazón salía un resplandor tan grande que parecía al de muchos soles. Aquí no puedo explicar lo que en aquel momento gustó mi alma, no hay manera de encontrar palabra que le cuadre. ¡Todo sea a gloria de Dios! En este día tuve tres veces la misma visión, de la misma manera, y cada vez que volvía en mí, Dios me daba especial dolor de mis pecados. ¡Todo sea a gloria de Dios!"



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