"Podrá parecer que dichos "pancristianos", tan atentos a unir las iglesias, persiguen el fin nobilísimo de fomentar la caridad entre todos los cristianos.
Pero, ¿cómo es posible que la caridad redunde en daño de la fe? Nadie,
ciertamente, ignora que San Juan, el Apóstol mismo de la caridad, el
cual en su Evangelio parece descubrirnos los secretos del Corazón
Santísimo de Jesús, y que solía inculcar continuamente a sus discípulos
el nuevo precepto Amaos unos a los
otros, prohibió absolutamente todo trato y comunicación con aquellos que
no profesasen, íntegra y pura, la doctrina de Jesucristo: 'Si alguno
viene a vosotros y no trae esta doctrina, no le recibáis en casa, y ni
siquiera le saludéis'.
Siendo, pues, la fe íntegra y sincera, como fundamento y raíz de la
caridad, necesario es que los discípulos de Cristo estén unidos
principalmente con el vínculo de la unidad de fe.
… la unión de
los cristianos no se puede fomentar de otro modo que procurando el
retorno de los disidentes a la única y verdadera Iglesia de Cristo…"
Papa Pío XI, Encíclica "Mortalium animos", 10, 6 de enero de 1928.
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