El 16 de Julio de 1251, mientras San Simón Stock rezaba fervorosamente en su convento de Cambridge (Inglaterra), se le apareció Nuestra Señora revestida del hábito carmelita, portando en Sus brazos al Niño Jesús y extendiéndole un escapulario le dijo estas palabras:
"Recibe, queridísimo hijo, este Escapulario de tu Orden, señal de Mi confraternidad, privilegio para ti y para todos los Carmelitas. Todo aquel que muera con él revestido, no arderá en las llamas del infierno. Él es, pues, una señal de salvación, una seguridad de paz y de eterna alianza."
En 1314, la Madre de Dios se apareció nuevamente, esta vez al Papa Juan XXII, confirmando Su especial protección a los que usasen el Escapulario y prometiendo además que los libraría del Purgatorio el primer sábado después de la muerte.
Esto llevó a Pontífices, monarcas, religiosos de otras órdenes y personas de todas las condiciones a querer participar de este privilegio, recibiendo el Escapulario como un símbolo de devoción a María Santísima y de salvaguarda contra los enemigos del alma y del cuerpo.
DE LA CARTA DEL PAPA PÍO XII a la Orden Carmelita,
con motivo del VII Centenario de la Aparición
de Nuestra Señora a San Simón Stock
"...Todos los Carmelitas por tanto, así los que militan en los claustros de la primera y segunda Orden como los afiliados a la Tercera Orden regular o secular y los asociados a las Cofradías que forman por un esencial vínculo de amor una misma familia de la Santísima Madre, reconozcan en este memorial de la Virgen un espejo de humildad y castidad; vean en la forma sencilla de su hechura un compendio de modestia candor; vean sobre todo en esa librea que visten día y de noche, significada con, simbolismo elocuente la oración con la cual invocan el auxilio divino; reconozcan, por fin en ella, su consagración al Corazón Sacratísimo de la Virgen Inmaculada, por Nos recientemente recomendada.
Además esta Madre piadosísima no dejará ciertamente de interceder ante Dios según la tradicional promesa del llamado Privilegio Sabatino para que aquellos de Sus hijos que hayan de expiar sus faltas en el Purgatorio, consigan cuanto antes el eterno descanso de la Patria.
En tanto como auspicio de divina protección y auxilio y en prenda de nuestra particular predilección impartimos a vosotros, amados hijos y a toda la Orden de los Carmelitas con grande afecto en el Señor, la Bendición Apostólica."
(Papa Pío XII, 11 de Febrero de 1950, a los Padres Kiliano Lynch,
Prior General de la Orden Carmelita de la Antigua Observancia
y Silverio de Santa Teresa, Prepósito General de los Carmelitas Descalzos)
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