El Padre Agostino da San Marco in Lamis, primer director espiritual de San Pío de Pietrelcina en el convento de San Giovanni Rotondo; nos cuenta como desde temprana edad, el Padre Pío recibió la gracia de frecuentes visiones de la Virgen y se benefició de la presencia visible de su ángel custodio.
En su inocencia creía que se trataban de fenómenos ordinarios de los que participaban todos los creyentes.
Ese trato asiduo con su ángel de la guarda, en su niñez y juventud, le ayudó en varias ocasiones a escapar del peligro del demonio; así nos lo cuenta el Padre Fernando da Riese, otro de los pocos confidentes del Padre Pío:
“Más de una vez, Francesco (nombre de pila del Padre Pío) me dijo que, al volver de la escuela, cuando llegaba a casa, encontraba a un hombre vestido de sacerdote que no lo quería dejar pasar. Entonces, Francesco se paraba; un muchacho joven (su ángel) con los pies desnudos, llegaba y hacía la señal de la cruz, el sacerdote desaparecía y Francesco, tranquilo, entraba en su casa”.
* * * BREVE REFLEXIÓN * * *
¡Cuánta piedad, cuánto amor tendría que tener el Padre Pío hacia su Ángel Custodio, para que Dios le regalase la gracia de poder verlo y sentir su protección!
Anímate a seguir el ejemplo del Santo Padre Pío y ama tú también, con todo tu corazón, a quien es tu fiel compañero en esta vida y tu intercesor continuo ante Dios.
Ama y venera a tu aliado más fiel; en las tentaciones invócale con la seguridad de que te va a prestar su ayuda.
Invócale, ponle un nombre y reclama su ayuda también en los pequeños problemas cotidianos: para no llegar tarde al trabajo, para ser más cumplidor, para que te aliente cuando te falten las fuerzas, cuando necesites encontrar trabajo.
Ten por seguro que tu Ángel de la Guarda, va delante de ti, para allanarte el camino, eliminando las dificultades que te puedas encontrar. Nunca más te volverás a sentir solo.
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