Primer Domingo después de Epifanía
La Sagrada Familia de Jesús, María y José
Dicho esto, vemos que el Primer Domingo después de Epifanía ha sido suplantado por la fiesta de la Sagrada Familia que en el calendario del Novus Ordo, pasó al Domingo dentro de la octava de Navidad o en su defecto el 30 de Diciembre. Esta fiesta no es tan antigua, pues fue el Papa León XIII quien en 1893 la concedió para ciertas diócesis y finalmente en 1921 el Papa Benedicto XV la extendió a la Iglesia Universal, y busca la Iglesia con esta fiesta casi al final de la contemplación de los misterios alrededor del Nacimiento del Señor y los comienzos de su Vida Pública, que oficialmente cerraremos el próximo viernes 13 con la conmemoración del Bautismo del Señor, recordar todos los años este gran modelo en el que nunca han dejado de inspirarse las familias cristianas, ya que Jesús, María y José, en la humilde casa de Nazareth, son ejemplo de la santidad más grande en medio de las condiciones de vida más sencillas.
Comienza el Introito de la Misa de este día con las bellas palabras del libro de los Probervios (23, 24-25): Exsúltat gáudio Pater Justi, gáudeat Pater tuus et Mater tua, et exsúltet quae genuit te. (Salte de júbilo el Padre del Justo, alégrense tu padre y tu madre, y regocíjese la que te dio a luz). Y lo corona bellísimamente con las palabras del Salmo 83, 2-3: Quam dilécta tabernácula tua, Dómine virtútum! Concupíscit et déficit ánima mea in átria Dómini (¡Cuán deseables son tus moradas, Dios de los ejércitos! Suspira y desfallece mi alma por morar en los atrios del Señor.)
La Epístola de san Pablo a los Colosenses 3, 12-17 busca recordarnos que la atmosfera de una vida profundamente cristiana especialmente en el ámbito familiar se debe componer de bondad, caridad, comprensión mutua, oración, acción de gracias y alegría en el Espíritu Santo.
El verso del Aleluya, tomado del profeta Isaías 45,15: Verdaderamente eres un Dios escondido, el Dios de Israel, el Salvador; sirve muy propicio de antesala a la lectura del Evangelio de San Lucas 2, 42-52 que nos narra el pasaje de la subida a Jerusalén de la Sagrada Familia cuando Jesús tenía 12 años en que sobresale el hecho que Jesús consciente y fiel cumplidor de la misión que le había encomendado su Padre, no deja de someterse humildemente a Nuestra Señora la Virgen María y San José.
Dice el Gradual de la Misa: “Una sola cosa pido al Señor y deseo ardientemente: morar en la casa del Señor todos los días de mi vida" (Salmo 26,4). Quiera Dios concedernos este deseo; pero ¿cómo? Pues se me ocurre que podríamos hacer todo lo que esté de nuestra parte para que en nuestro hogar se vivan todos estos sentimientos que la liturgia ha presentado como ideal de vida cristiana, de los que nos sirven de ejemplo los Miembros de la Sagrada Familia, de ese modo nuestras casas, también con todo derecho podrían llamarse Casa del Señor y podríamos con toda confianza repetir: Felices Señor, los que habitan en tu casa; por los siglos de los siglos te alabarán” (Salmo 83,5).
Pidamos estas gracias con las palabras de la colecta de la Misa:
"Señor nuestro Jesucristo, que sujeto a María y a José, consagraste la vida de familia con inefables virtudes; haz, que, con el auxilio de ambos, nos instruyamos con los ejemplos de tu Sagrada Familia y alcancemos tu eterna compañía. Tú que vives y reinas con Dios Padre, en Unidad del Espíritu Santo y eres Dios por todos los siglos de los siglos. Amen."
Feliz domingo y fiesta de la Sagrada Familia.
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Rafael Enrique Morán Pineda
Terciario FSSPX.
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