Como el espíritu purificado y limpio solo puede encontrar descanso en Dios, pues con ese fin ha sido creado, no hay otro lugar para un alma en pecado que el Infierno, y así fue ordenado por Dios. Cuando el alma deja el cuerpo en pecado mortal, en el instante en que cuerpo y espíritu se separan, el alma busca el lugar que le corresponde, sin ninguna guía excepto sus propios pecados. Y si en este momento el alma no estuviera atada por ninguna ordenanza procedencia de la justicia de Dios, iría aún a un infierno mayor que aquel donde Dios le ha dado menor pena de la que realmente merece. El alma, que no encuentra lugar donde ir, manteniendo el mal en ella, termina encontrando por ordenanza divina en el Infierno su propio lugar.
Pero retornando a nuestra cuestión, el Purgatorio, allí va el alma al separarse del cuerpo, cuando ya no está limpia como ha sido creada. Viendo por sí misma este impedimento, sólo por medio del Purgatorio puede limpiarse, y ella se ubica allí voluntariamente. No hay una orden que así haga que suceda, y lo haría, aunque en ese momento hubiera para ella un Infierno peor que el Purgatorio, porque ve que a causa de tal impedimento, no puede acercarse a Dios, que es su objetivo. Y tanto le importa ello, que en comparación el Purgatorio no cuenta en absoluto, aunque sea como el Infierno, comparado con conseguir a Dios, ello aparece como casi nada.
Cuando veo a Dios, no veo ninguna puerta que impida entrar al Paraíso y, como él es todo misericordioso, desea que entremos allí. Él está ante nosotros con los brazos abiertos para recibirnos en Su Gloria. Pero, bien veo, la esencia divina es de tal pureza, mucho mayor de lo que pudiera imaginarse, que un alma con la más mínima imperfección, mejor sería que ella misma se arrojara a mil infiernos, antes que verse manchada en presencia de la Majestad Divina. Así pues, el alma, comprendiendo que el Purgatorio ha sido hecho con el fin de eliminar tales manchas, ella misma va allí y encuentra que ha sido tratada con misericordia al permitírsele eliminar el impedimento constituido por las manchas del pecado.
No hay lenguaje que pueda explicar, ni mente que pueda comprender la seriedad de esta cuestión acerca del Purgatorio.
Mas yo, aunque veo que hay un Purgatorio tan penoso como el Infierno, veo también que el alma con la menor mancha de pecado acepta el Purgatorio, como he dicho, como una merced y aún le parece poco comparado con el impedimento que implica.
Me parece que el dolor de las almas en el Purgatorio por haber disgustado a Dios, esto es, lo que ellas voluntariamente hicieron contra Su gran bondad, es mayor que cualquier pena que puedan sentir en el Purgatorio, y por ello que ven, por su gracia, la verdad y la gravedad de los obstáculos que les impide acercarse más a Dios.
TRATADO DEL PURGATORIO
Santa Catalina de Génova
* * * * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.