No peca de exagerado Don Vicente del Bosque, hombre que siempre ha destacado por querer permanecer en un segundo plano cuando bien podría presumir de su gesta de haber llevado a la Selección Española a logar el Mundial del 2010 y recientemente la Eurocopa; un caballero español de los que pocos quedan: serio, discreto, extremadamente educado, jamás ha tenido un desaire ni ha perdido los nervios aún cuando las circunstancias lo hubiesen justificado.
El secreto de su éxito, del éxito de España en el fútbol, no es otro que Álvaro; sí, ha sido su hijo el que le ha enseñado a que "cuando soy débil entonces soy fuerte" (2 Cor. 12, 7-10), y es que en el deporte, como en la vida espiritual, lo importante no es no caer, sino levantarse con mayor entusiasmo y conciencia de llegar a la meta: la santidad.
Por otro lado, Don Vicente del Bosque da un claro ejemplo de la verdadera caridad cristiana, aquella que nos obliga a amar al más necesitado, sin importarnos el trabajo y el cansancio que nos suponga. Nadie dice que sea fácil criar a un hijo que padece síndrome de Down o cualquier otro tipo de enfermedad, pero no me cabe en la cabeza que un padre o una madre, tengan corazón para eliminar esa vida antes de que vea la luz de este mundo.
Y es que resulta "muy fácil" extirpar a ese ser inocente, desvalido e indefenso que está criándose en el seno de su madre, una mujer que si decide abortar, no sólo matará a su propio hijo, sino también su conciencia y hasta su propia alma.
Trini, la mamá de Álvaro del Bosque, comentó hace años que cuando nació su hijo, los médicos le advirtieron que tendrían que operarle, ya que presentaba muchísimas dificultades. La valiente mujer de Don Vicente del Bosque, católica como su marido, hasta decir basta, no se lo pensó dos veces y fue al Santuario de Santa Gema a pedir por la salud de su hijo, por aquél maravilloso niño que llevó en sus entrañas y que ahora, gracias a la intercesión de la Santa Pasionista, ha compartido con su padre el éxito de los triunfos deportivos de España.
No me cabe la menor duda de que por eso, la otra hija que nació después de Álvaro, lleva por nombre Gema, en honor a aquella Santa que a bien seguro intercedió por Álvaro; Santa Gema, que padeció mil y una enfermedades en su vida, no pudo dejar de escuchar la súplica de una madre que quería a su hijo más que a su vida...¡qué ejemplo!.
¿Cuántas madres van tan ricamente a las clínicas abortivas, sin pararse ni por un momento a pensar, si su hijo será como Álvaro del Bosque?. Digo bien, como Álvaro, que a pesar de su enfermedad, es el hijo predilecto de un técnico que ha llevado a España a saborear el éxito deportivo a nivel mundial; un chico como otro cualquiera, que no sólo ha disfrutado como el que más del buen hacer de su equipo, sino que con ellos, paseó triunfante por las calles de Madrid para celebrar que él era también un campeón.
El aborto, el crimen más inicuo que puede haber, no tiene justificación alguna: ni la violación, ni el embarazo adolescente, ni el despiste en los métodos anticonceptivos. Nunca podré comprender cómo una madre, llamada a ser la tenaz defensora de su prole, la que no sólo alimente sino que colme de besos y caricias, la que les llene de amor y les enseñe a rezar, buscando que aquellos que son carne de su carne y sangre de su sangre sean personas íntegras, tire la toalla y ceda a las presiones del mundo cómodo que nos rodea y decida acabar con la existencia de su propio hijo ¡cuando aún no ha nacido!.
Nuestra Señora, la Virgen Purísima, pobre y necesitada de la protección de San José, temerosa porque llevaba dentro de sí al que es Dueño y Señor de la Vida, ilumine a todas esas mujeres que se plantean matar a sus hijos, negándoles el regalo que Dios mismo les dio: la Vida.
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