El Sacratísimo Corazón de Jesús, que llena de gracias a los que son fieles en la tierra, con mayor generosidad actuará en el Purgatorio con los que le amaron y dieron a conocer la Devoción a Su Divino Corazón.
En la "Vida y Obras" de Santa Margarita María de Alacoque, la Apóstol predilecta de la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús, se pueden hallar más de cincuenta pasajes sobre las Almas Benditas del Purgatorio; las apariciones eran frecuentes y muy familiares, tanto que ya la Santa las llamaba "sus amigas".
"Nuestra querida Madre (se refiere a la Superiora) me ha dado para las Almas la noche del Jueves Santo, permitiéndome pasarla delante del Santísimo Sacramento, en donde estuve una parte del tiempo como rodeada toda de estas pobres almas dolientes, con las cuales he contraído una estrecha amistad; y Nuestro Señor me dice que me da para ellas este año, (habla así la Santa porque todas sus obras eran ya del Corazón de Jesús), con objeto de que les haga todo el bien que pueda. Están frecuentemente conmigo, y no les doy otro nombre que el de mis amigas pacientes. Hay una que me hace sufrir mucho, y no la puedo aliviar cuanto yo quisiera."
Ellas le contaban sus penas y las causas que las habían motivado a permanecer en el Bendito Purgatorio; muchos de los sufrimientos de la Santa eran debidos a su unión con las ánimas:
"El Sagrado Corazón continúa dándome ciertas Almas del Purgatorio para ayudarlas a satisfacer a la divina justicia; en este tiempo es cuando sufro un tormento poco más o menos como el de ellas, sin hallar descanso ni de día ni de noche."
"Él me hizo ver en Sí dos santidades, una de amor y otra de justicia, ambas rigurosas a su manera, y las cuales se ejercitarían continuamente sobre mí. La primera me haría sufrir una especie de Purgatorio dolorosísimo de soportar, a fin de aliviar las Santas Almas que están en él detenidas, y a las cuales permitiese Él, según su beneplácito, que se dirigiesen a mí."
Frecuentemente pedía oraciones y sacrificios para ellas, con un encarecimiento que muestra bien el amor que les tenía:
"¡Ah, mi buena Madre, -escribía a la M. de Saumaise- qué obligada le quedan!, si me ayuda V. con sus oraciones a aliviar a mis buenas amigas pacientes del Purgatorio, pues así es como yo las llamo! No hay cosa que no quisiera hacer y sufrir por aliviaras. Le aseguro que no son desagradecidas"
Cuando salían del Purgatorio, venían, a veces, a despedirse y darle las gracias.
Con mucha razón y conocimiento de causa en el templo votivo nacional al Sagrado Corazón en Montmartre, una de las capillas esta dedicada a las Ánimas Benditas, como para demostrar la relación que media entre ellas y esta devoción sagrada.
¿Qué pretendía, pues, declarar el Corazón de Jesús, al desear que su íntima confidente, siendo así que tan exclusivamente la había escogido y preparado para esta misión divina, repartiese, sin embargo, tan notablemente su devoción y su alma con las Ánimas Benditas?
Creemos que la solución la da ella misma en cierta frase que deja escapar como de paso en una de sus cartas a la M. de Saumaise:
"¡Sí V. supiera con cuánto ardor estas pobres almas demandan ese nuevo remedio tan soberano para sus sufrimientos, pues, así es como ellas llaman a la devoción del Corazón de Jesús y, en particular, la Santa Misa!"
(se entiende en honor del Corazón Divino)
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