La práctica esencial de esta devoción, consiste en realizar todas las acciones CON MARÍA, es decir, en tomar a la Santísima Virgen como el modelo acabado de tus acciones. Debes pues renunciar a tu egoísmo y a tus mejores puntos de vista, abandonándote en Dios, consciente de tu incapacidad para todo bien sobrenatural y para toda acción útil a tu salvación.
Por eso, como esclavo de la Virgen, tienes que recurrir a Ella y unirte a sus intenciones, aunque no las conozcas; confía como buen hijo que la Madre de Dios obrará entonces en ti lo que mejor le parezca. Entiende que no hay vida interior ni acción espiritual posibles que no dependan de Ella.
Por eso, cuando ores, será en María; cuando recibas a Nuestro Señor en la Sagrada Comunión, la pondrás en María para que se complazca en su Hijo. Hagas lo que hagas, será siempre en María, llegando a liberarte así del egoísmo.
Debes, en todo momento y lugar, acudir siempre a Nuestro Señor, POR MARIA, confiando ciegamente en su intercesión y poder ante su Divino Hijo.
Finalmente, la PRÁCTICA INTERIOR DE LA SANTA ESCLAVITUD, consiste en que todas tus obras sean PARA MARÍA, es decir, que siendo Esclavo de Nuestra Señora, no trabajes sino para Ella, para su gloria y honor y por intermedio suyo, para gloria de Dios. Por eso, aconseja en este punto San Luis Grignión de Montfort, que interiormente, repitamos con frecuencia y desde el fondo del corazón: “Por Ti, amada Reina mía, voy acá o allá, hago esto o aquello, sufro esta pena o aquella injuria”
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