lunes, 12 de noviembre de 2018

LA SEMANA DEL BUEN CRISTIANO, resumen de la Piedad Católica


                 “El cristiano que comprende su Religión, está persuadido de que cada día es para él un Domingo, un día del Señor en el que fija su corazón y sus pensamientos todos; de que cada día es para él un Viernes, y aun un Viernes Santo, porque doma sus pasiones y recibe en su carne las impresiones de la Cruz de Jesucristo; de que cada día es para él una fiesta de Pascua, porque incesantemente se separa de este mundo de corrupción y pasa al mundo invisible e incorruptible, alimentándose con la Palabra y Carne del Verbo humanado; y finalmente de cada día es para él una Fiesta de Pentecostés, porque resucitó en espíritu con Jesucristo, subió con Él a los Cielos, hasta el Trono del Padre, donde está sentado con Jesucristo, y en Jesucristo, por el cual recibe la plenitud del Espíritu Santo”.

 (Orígenes, Contra Celso, Lib. VIII)





                Ha sido un empeño continuo dar a conocer LA SEMANA DEL BUEN CRISTIANO desde los inicios de este modesto Blog; una y otra vez hemos recordado las Verdades de Fe que entrañan las Devociones más tradicionales y que en otras épocas, ilustraban el entendimiento de aquellas almas sencillas que si bien eran iletradas, precisamente gracias a su Piedad tenían grandes conocimientos de la Doctrina Católica.

                El origen de dedicar cada día de la semana a una Devoción en particular tiene sus inicios en la Edad Media, y transmitido a través de los siglos, con pequeñas variaciones; el esquema final fue recogido en el maravilloso Catecismo de la Perseverancia del sacerdote francés Jean Joseph Gaume, editado por primera vez en 1854 y que ahora actualizamos al vocabulario y estilo de nuestros días.


               La siguiente estampa se ha diseñado para el Apostolado: se puede imprimir a modo de esquema, como parte de nuestro plan de vida espiritual. También es ideal esta estampa para niños que van a recibir a Jesús en la Primera Comunión.

                Aunque como casi siempre que publico algo, he pensado en los "niños grandes", aquellos que un día tuvieron fe y luego la perdieron... a esas almas que andan como ovejas sin Pastor, les he dedicado mis pobres esfuerzos en este apostolado virtual y cuento con la ayuda de Dios, me siga dando energía para seguir en esta labor.






BREVE EXPLICACIÓN DE
 LA SEMANA DEL BUEN CRISTIANO


                "No bastaba a la Iglesia haber desterrado el lenguaje de la idolatría; como madre tierna e ilustrada conocía la flaqueza de sus hijos, y por este motivo, y para conservar continuamente suspenso su fervor con nuevos objetos, piadosas y antiguas tradiciones consignaron a cada feria una devoción particular. El Domingo, o la primera feria, se consagró en todos los tiempos al Señor.

                A principios de la Edad Media, el Lunes, o segunda feria, estaba consagrado al culto especial del Hijo de Dios, la Sabiduría Eterna; mas adelante fue dedicado al Espíritu Santo, para implorar su asistencia al principiar las tareas de la semana, y finalmente en el día se consagra al alivio de las Almas del Purgatorio.

               El Martes, o tercera feria, está generalmente consagrado al culto de los Santos Ángeles y en especial al Ángel Custodio. 

               El Miércoles, o cuarta feria, es el día elegido por la devoción para honrar a San José, y alcanzar la gracia de una buena muerte. Desde los siglos apostólicos ha sido el Miércoles el objeto de una devoción particular en la Iglesia de Oriente y en la de Occidente... era un día de estación, es decir de ayuno y de reunión en los sitios de oración o en los sepulcros de los Mártires, a donde acudían muy temprano, y no salían hasta la hora nona, es decir hasta las tres de la tarde en que acababa la Misa y el pequeño ayuno que se practicaba en este día. Llamábase “pequeño ayuno”, porque tenía tres horas menos que el de la Cuaresma, de las cuatro Témporas y de las vigilias de las grandes festividades, y porque no era de obligación tan estricta, al menos en Occidente.

                Iguales ejercicios de piedad y de penitencia se practicaban el viernes o sexta feria. ¿Deseáis por qué había consagrado la Iglesia estos dos días a reanimar la devoción de sus hijos con el ayuno y la oración? En conmemoración de lo que sucedió a Nuestro Señor la antevíspera y el día de la Pasión. En el miércoles recordaba a sus hijos el consejo de los judíos, en que se había resuelto dar muerte a Jesucristo, y en el viernes les mostraba la ejecución del proyecto deicida. La Iglesia ha creído, por consiguiente, ¿y quién puede vituperarla? Que los crímenes de los hombres, verdadera causa de la muerte del Hijo de Dios, deberían ser para sus hijos un motivo de tristeza en estos dos días de la semana, así como su resurrección era para ellos motivo de consuelo y regocijo en el día domingo (San Agustín, Epístola XXXVI. Ad Casul. n. 30; Baron. Ann. 34, n. 168).




                La Iglesia griega, a pesar de sus tribulaciones y de las diversas revoluciones que ha sufrido, ha conservado hasta nuestros días la costumbre de ayunar todos los Miércoles y Viernes del año, con pocas excepciones. En la Iglesia latina, el ayuno de estos días fue libre hasta el siglo IX, pero se cambio después en simple abstinencia. La del Viernes fue muy pronto considerada como de obligación, y pasó a ser de Ley. Las abstinencia del Miércoles y del Sábado fue libre hasta el siglo XIV, pero habiéndose abolido paulatinamente la del Miércoles, se fortaleció de tal suerte la del Sábado, que llegó a ser tan indispensable como la del viernes.

                  El Jueves, o la quinta feria, se refiere, como sabéis, a un recuerdo tan consolador, que los fieles han honrado este día con un fervor particular. El Hijo de Dios instituyó en un Jueves el Sacramento de la Eucaristía, en el cual lega al género humano para siempre su carne y su sangre para que la comamos y la bebamos: Sacramento augusto que constituye al Salvador, triunfante en el cielo, en compañero de nuestra peregrinación, y en prisionero de su amor en nuestros tabernáculos. Los Jueves del año parecen haber sido destinados, especialmente desde la institución de la Festividad del Corpus, a renovarla, por los oficios públicos, como por las devociones particulares; de modo que casi sucede todos los Jueves del año, relativamente a la fiesta del Corpus, lo que todos los Domingos respecto de la Festividad de Pascua, es decir, que son aquellos una octava continua del Misterio de la Eucaristía, como estos de la Resurrección.

                El Viernes, o sexta feria, está consagrado a la Pasión. En Una gran parte de la Cristiandad se cerraban en este día los tribunales y el ayuno se observó en él tanto en Oriente como en el Occidente hasta el siglo IX. En esta época se trocó en una simple abstinencia, pero de la cual hizo la Iglesia una ley tan rigurosa que solo dispensa de ella en la Fiesta de Navidad, cuando cae en viernes. Los fieles tienen costumbre de añadir a las tres de la tarde de este día a la abstinencia la recitación de cinco Padre nuestros y cinco Ave Marías, en honor de las Cinco Llagas de Nuestro Señor.

                El Sábado fue durante muchos siglos tanta fiesta como los Domingos, y esto por varias razones: en primer lugar para honrar el descanso del Señor después de la Creación, y recordar al hombre que también él, imagen de Dios, creaba en cierto modo durante esta vida, y que entraría un día en el Sábado, o el descanso eterno, figurado por el séptimo día. En segundo lugar, se recuerda que el Salvador había escogido con frecuencia el día del Sábado para hacer curaciones y milagros, y para ir a predicar en las sinagogas. Esta consideración decidió al Emperador Constantino a dar su ley para que se honrase particularmente el Sábado.


 “Catecismo de Perseverancia” por el Padre Jean Joseph Gaume (1854)




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