José Antonio supo vivir y, sobre todo,
supo morir como siervo bueno y como
hijo bueno de la Patria y de la Iglesia…
hijo preclarísimo de España
e hijo ferviente de la Iglesia Católica
hijo preclarísimo de España
e hijo ferviente de la Iglesia Católica
Monseñor Remigio Gandásegui, Arzobispo de Valladolid
“...si la revolución socialista no fuera otra cosa que la implantación de un orden nuevo en lo económico, no nos asustaríamos. Lo que pasa es que la revolución socialista es algo mucho más profundo. Es el triunfo de un sentido materialista de la vida y de la Historia; es la sustitución violenta de la Religión por la irreligiosidad; la sustitución de la Patria por la clase cerrada y rencorosa; la agrupación de los hombres por las clases, y no la agrupación de todas las clases dentro de la Patria común a todos ellos; es la sustitución de la libertad individual por la sujeción férrea de un Estado que no sólo regula nuestro trabajo, como un hormiguero, sino que regula también implacablemente nuestro descanso. Es todo eso. Es la venida impetuosa de un orden destructor de la Civilización Occidental y Cristiana; es la señal de clausura de una Civilización que nosotros, educados en sus valores esenciales, nos resistimos a dar por caducada”.
(Discurso de José Antonio en la campaña electoral de 1936)
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