Libro de los Hechos de los Apóstoles, cap. 4, vers. 12
En la Santa Iglesia Católica, llamamos MAGISTERIO al poder que Cristo Nuestro Señor comunicó a San Pedro, a los Apóstoles y a sus sucesores, los Obispos, para enseñar a todas las naciones todo lo que Él mismo les había enseñado durante Su Vida terrenal: "Me ha sido dado todo poder en el Cielo y en la tierra; id, pues; enseñad a todas las gentes... enseñándoles a observar todo cuanto Yo os he mandado..." (Evangelio de San Mateo, cap. 28, vers. 18)
Así, el Magisterio de la Iglesia engloba la Doctrina, las Verdades de Fe que todo Católico ha de creer y profesar; una Doctrina es de Fe Divina y Católica si pertenece al Depósito de la Fe, y por ello es propuesta como revelada por Dios. La declaración de que una Doctrina es de Fe Divina y Católica la hace la Iglesia, ya sea mediante el Magisterio Extraordinario o Solemne, ya sea mediante el Magisterio Ordinario: estas Doctrinas son definidas como Verdades divinamente reveladas por medio de un juicio solemne del Romano Pontífice cuando éste habla ex cathedra (de forma solemne desde la Cátedra de San Pedro) o por el Colegio de los Obispos reunido en Concilio.
Un ejemplo del Magisterio Extraordinario es cuando el Papa hace uso de un acto definitivo, ejerciendo solemnemente su Autoridad con la intención de que los Fieles se obliguen a creer en una Verdad, ya sea en materia de Fe o de Moral (como cuando el Papa Pío XII proclamó en 1950, de forma infalible, el Dogma de la Asunción de María Virgen a los Cielos). Las canonizaciones y beatificaciones también forman parte del Magisterio Extraordinario; si un Papa canoniza a un Santo, otro Pontífice posterior no puede "descanonizarlo".
"El Magisterio de la Iglesia, establecido en la tierra según el Plan de Dios para mantener perpetuamente intacto el Depósito de las Verdades reveladas y su conocimiento por los hombres se ejerce diariamente por el Romano Pontífice y por los Obispos en comunión con él" Papa Pío XI, Encíclica Mortalium animos).
Sea a través del Magisterio Ordinario o del Extraordinario, la enseñanza de Cristo Nuestro Señor siempre es UNA y la misma, confiada por Él a los que ha elegido para enseñar en Su Nombre la Verdad, infaliblemente.
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