Después de la Comunión. Busca la perfección. Procúrala en cada una de tus acciones. Al principio parece difícil. Luego se reconoce que todas las alegrías están en la alegría de poseerme cada vez más, y que ésta arrastra a todas las demás.
Durante una conversación me costó muchísimo trabajo reprimir una palabra de burla. Sin embargo, la voz me decía: Para darme gusto.
Después de la tentación: ¿Ves?. ¿Estás contenta ahora?. ¿Cómo podrías comparar la satisfacción de haber dicho esa palabra desagradable con la alegría de haber ganado una victoria?. Estas pequeñas victorias tienen recompensas eternas. Piensa en ello. No pierdas el tiempo pensando en ti. ¿No estoy aquí para cuidar de ti?. Que todos tus pequeños instantes se transformen en afectos, como unos cánticos de los que Yo extraeré tu amor y amor para los pecadores; y gracias que derramar, y gracias para el Purgatorio.
¿Qué queda de todos los pensamientos que has acariciado sobre las cosas de la tierra?. ¡Cuál sería tu dicha si los hubieras transformado todos en impulsos hacia Mí!. Reflexiona sobre ello.
4 de Diciembre de 1939
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