San Antonio María Claret
Misionero, Fundador, Arzobispo de Cuba,
Místico y Co-patrono de Canarias
INFANCIA Y VOCACIÓN
Antonio Claret Clará, quinto hijo de cristiana familia de 11 hermanos, nació en Sallent el 23 de Diciembre de 1807 en vísperas del alzamiento popular contra Napoleón con el que empezó la Guerra de la Independencia. Su juventud estuvo marcada por la persecución religiosa impuesta por los gobiernos liberales tras la sublevación de Riego en 1820 y durante el trienio liberal.
A sus 14 años en 1821 vio angustiado como el general Rotten detenía a su Obispo de Vic Mons. Ramón Strauch, gran opositor de la obra revolucionaria de las Cortes de Cádiz, y lo llevaba preso a la Ciudadela de Barcelona. Y supo cómo a la entrada en Cataluña de los Cien Mil Hijos de San Luis, Rotten en su retirada lo sacó de la prisión el 15 de Abril de 1823 y al llegar a Vallirana, con excusa de un falso ataque de los realistas, lo hizo fusilar.
El 4 de Agosto de 1822 habían sido martirizados los mercedarios del Portell de Cervera y los Padres Luis y Miguel Pujol de Escornalbou, y el 16 de Septiembre asesinados trece eclesiásticos cerca de Manresa. En octubre fueron deportados los Franciscanos de Barcelona, y el Padre Codorniu de Riudoms era sacrificado y lanzado al río en Mora de Ebro. En este ambiente de persecución creció Antonio Claret.
Su padre, fabricante de hilados y tejidos, le puso pronto a trabajar en la fábrica, y en 1825, al cumplir los 17 años, lo envió a aprender las novedades del oficio a un buen taller de Barcelona donde se ganaba la vida con su trabajo, que compaginaba con el estudió del dibujo y la gramática. Eran tiempos de la popular guerra de los realistas malcontentos contra los constitucionalistas del gobierno liberal de Fernando VII. Claret escribe: "el mayordomo de la fábrica me tomó afecto… era buen cristiano y realista por principios y por convicción, y muy bien me vinieron algunas lecciones de este Señor por haberme yo criado en una población como Sallent, que en aquel tiempo hasta el aire que se respiraba era constitucional."
El 29 de Septiembre de 1833 moría el Rey Fernando VII y comenzaba la Primera Guerra Carlista. En la noche del 17 de Julio de 1834, con el bulo de que los frailes envenenaban las aguas, se perpetró en Madrid la matanza de frailes en que las turbas pasaron a cuchillo a ochenta religiosos de los conventos de San Isidro, San Francisco y Santo Tomás. El gobierno liberal les dejó hacer, y los asesinos le agradecieron su pasividad con la copla: “¡Muera Don Carlos, Viva Isabel!, ¡Muera Cristo, Viva Luzbel!”.
Las matanzas de frailes de Madrid tuvieron su réplica en Reus y Barcelona, donde El Catalán, periódico liberal de Pascual Madoz, invitaba a las turbas al asesinato con este pareado: “a todo fraile mostén, cortémosle el cuello a cercén”. El 25 de Julio, día de los incendios de Barcelona, se publicaba un decreto ordenando clausurar todos los conventos que no contasen con doce profesos. Se suprimieron 900 conventos en toda España, medida que el Jefe de Gobierno Conde de Toreno justificaba diciendo que los frailes: “que comúnmente nacen de la plebe, forman una demagogia indigna”.
SACERDOTE Y MISIONERO EN CATALUÑA Y CANARIAS
El 13 de Junio de 1835 Antonio Claret era ordenado Sacerdote de Cristo en Solsona y luego investido Misionero Apostólico, predicando durante siete años por toda Cataluña. Muy querido por unos y muy aborrecido por otros, escribe que aspiraba a ser asesinado por odio a la fe: “En la provincia de Tarragona me querían muchísimo, pero había unos cuantos que querían asesinarme. El Sr. Arzobispo lo sabía, y un día le dije: E. S., yo por eso no me arredro ni me detengo. Mándeme V. E. a cualquier punto de su diócesis, que gustoso iré, y, aunque sepa que en el camino hay dos filas de asesinos con el puñal en la mano esperándome. Mi ganancia sería morir asesinado en odio a Jesucristo. Todas mis aspiraciones han sido siempre morir en un hospital como pobre, en un cadalso como mártir, o asesinado por los enemigos de la Religión sacrosanta que dichosamente profesamos y predicamos, y quisiera yo sellar con mi sangre las virtudes y verdades que he predicado y enseñado.”
En 1843 escribe el devocionario Camino Recto, la primera de sus publicaciones y el libro religioso más leído en España en el siglo XIX. El 14 de Marzo de 1848 llegaba al Puerto de la Luz, en la isla de Gran Canaria. Iría acompañando al nuevo Obispo, Buenaventura Codina, Misionero Paúl. Monseñor Codina había pedido a Mosén Claret que misionara la Diócesis de la que en breve tomaría posesión. El día 20 comenzó la misión en Las Palmas capital. Luego, en los municipios de Telde, Agüimes e Ingenio. En Julio, Arucas; en Agosto, Gáldar y Guía. En Septiembre, Moya y Firgas. La misión de Teror fue en Octubre y la de San Lorenzo en Noviembre. Desde Enero a Marzo de 1849, misionó Tirajana, Tejeda y Santa Brígida. Finalmente, en el mes de Abril estuvo en Lanzarote, dando misiones en Arrecife y Teguise.
El 2 de Mayo de 1849 el Misionero regresó a la Península. Estas Misiones Populares dejaron tan fuerte huella en él perduró durante muchos años. El mismo Padre Claret dejaría escrito: "estos canarios me han robado el corazón... No ceso nunca de dar gracias a Dios por haberme enviado a estas islas..."
FUNDADOR DE LOS MISIONEROS HIJOS DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
El 16 de Julio de 1849, a las tres de la tarde en una celda del Seminario de Vic fundaba San Antonio María Claret la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. Tenía 41 años. Eran los Cofundadores los PP. Esteban Sala, José Xifré, Manuel Vilaró, Domingo Fábregas y Jaime Clotet.
"Hoy comienza una gran obra" -dijo el Padre Claret.
"¿Cómo serán los Hijos del Inmaculado Corazón de María? Un hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa; que desea eficazmente y procura por todos los medios encender a todo el mundo en el fuego del divino amor. Nada le arredra; se goza en las privaciones; aborda los trabajos; abraza los sacrificios; se complace en las calumnias y se alegra en los tormentos. No piensa sino cómo seguirá e imitará a Jesucristo en trabajar, sufrir y en procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas."
Pero San Antonio María Claret, intervino en otras muchas fundaciones, como Director Espiritual de Santa Micaela del Santísimo Sacramento, Fundadora de las Adoratrices y Santa Joaquina de Vedruna, Fundadora de las Carmelitas de la Caridad.
ARZOBISPO DE CUBA Y CENTRO DE LOS ODIOS LIBERALES
En 1850 era preconizado Obispo de Santiago de Cuba, y añadía a su nombre de Antonio el de María. Al poco de llegar escribe: "Los enemigos de España no me podían ver, y decían que más daño les hacía el Arzobispo de Santiago que todo el ejército, y que mientras estuviera en la Isla no podrían adelantar en sus planes, y por esto intentaron quitarme la vida".
Fue en la ciudad de Holguín el 1 de Febrero de 1856, y así lo cuenta el ya Obispo Claret: "Dirigí la marcha a la ciudad de Holguín. Hacía algunos días que me hallaba muy fervoroso y deseoso de morir por Jesucristo…tenía hambre y sed de padecer trabajos y derramar la sangre por Jesús y María; aun en el púlpito decía que deseaba sellar con la sangre de mis venas las verdades que predicaba.
El 1 de Febrero, víspera de la Fiesta de la Purificación de la Santísima Virgen María, les prediqué de este adorable Misterio. El sermón duró hora y media. Al concluir la función salí de la Iglesia, y en la Calle Mayor se acercó un hombre como si me quisiera besar el anillo, pero al instante alargó el brazo armado con una navaja de afeitar y descargó el golpe con toda su fuerza. Pero como yo llevaba la cabeza inclinada y con el pañuelo que tenía en la mano derecha me tapaba la boca, en lugar de cortarme el pescuezo como intentaba, me rajó la cara, desde la frente a la oreja hasta la punta de la barba, y de escape me hirió el brazo derecho.
Por donde pasó la navaja partió toda la carne hasta rajar el hueso o las mandíbulas superior e inferior. Así es que la sangre salía igualmente por fuera como por dentro de la boca… dijeron los facultativos que la sangre que había salido por las heridas no bajaba de cuatro libras y media.
Inexplicable el gozo sentía al ver que había logrado lo que tanto deseaba, que era derramar la sangre por amor de Jesús y de María.
Los facultativos trataban de hacer una operación dolorosa; quedamos para el día siguiente. Yo me encomendé a la Santísima Virgen María y me ofrecí y resigné a la voluntad de Dios, y al instante quedé curado; por manera que, cuando los facultativos al día siguiente vieron el prodigio, quedaron asombrados.
No puedo explicar el gozo y alegría que sentía mi alma al ver que había logrado lo que tanto deseaba, que era derramar la sangre por amor de Jesús y de María y poder sellar con la sangre de mis venas las Verdades Evangélicas. Y hacía subir de punto mi contento el pensar que esto era como una muestra de lo que con el tiempo lograría, que sería derramarla toda y consumar el sacrificio con la muerte. Me parecía que estas heridas eran como la Circuncisión de Jesús, y que después con el tiempo tendría la dichosa e incomparable (suerte) de morir en la Cruz de un patíbulo, de un puñal de asesino o de otra cosa así.
El asesino fue cogido en el acto y llevado a la cárcel. Se le formó causa y el juez dio la sentencia de muerte, no obstante que yo, en las declaraciones que me había tomado, dije que le perdonaba como Cristiano, como Sacerdote y como Arzobispo. Le supliqué el indulto al Capitán General de la Habana, Don José de la Concha, y le dije que le sacaran de la Isla para que la gente no le asesinara, como se temía, por haberme herido.
Me ofrecí a pagarle el viaje para que le llevaran a su tierra, que era de la Isla de Tenerife. Se llamaba Antonio Pérez, conocido como el Isleño, a quien yo el año anterior había hecho sacar de la cárcel sin conocerle, y en el año siguiente me hizo el favor de herirme. Digo favor porque yo lo tengo a grande favor que me hizo el Cielo, de lo que estoy sumamente complacido, y estoy dando gracias a Dios y a María Santísima continuamente."
Este atentado, obra de un sicario, pero fruto de una conspiración, será el catalizador de la espiritualidad martirial de San Antonio María Claret. Así lo confirmaría en Diciembre de 1869 en la Basílica de San Pedro durante el Concilio Vaticano I, aludiendo a las heridas recibidas en Holguín: "Llevo en mi cuerpo las señales de la pasión de Cristo, ¡ojalá pudiera, confesando la infalibilidad del Papa derramar toda mi sangre de una vez!."
Escribe el Santo Claret que en Marzo de 1857 "llevaba unos días de misión en la Iglesia de San Francisco, cuando recibí una Real Orden para que pasara a Madrid, pues había muerto el Arzobispo de Toledo, confesor que era de S. M., y me había elegido a mí", y, llegado a Madrid, el 5 de Junio era nombrado Confesor de Su Majestad.
Al poco tiempo, San Antonio María Claret sería testigo de otro atentado frustrado, hecho prodigioso que él mismo dejó reflejado en su Autobiografía: "El asesino entró en la Iglesia de San José de Madrid, Calle de Alcalá, pero se convirtió por intercesión de San José, como el Señor me lo dio a conocer. El asesino me vino a hablar y me dijo que era uno de las logias secretas, y mantenido por ellas, y que le había caído en suerte el haberme de asesinar, y que, si no me asesinaba dentro de cuarenta días, él sería asesinado, como él mismo había asesinado a otros que no habían cumplido. El que me había de asesinar lloró, me abrazó, y se fue a esconder para que no le matasen a él por no haber cumplido su encargo."
LOS TRES REMEDIOS CONTRA LOS ENEMIGOS DE DIOS
El Padre Claret fue calumniado, acusado de haber sido faccioso trabucaire en su juventud, y de haberse entrometido luego en política cortesana mediante su cargo de confesor regio.
Frente a quienes le acusaban de prevalerse de su cargo, el Arzobispo Claret escribió en su Autobiografía: "Dios me ha mandado a este destino para que sea mi purgatorio, en que purgue y pague los pecados de mi vida pasada. En todos los años de mi vida no he padecido tanto como desde que estoy en la Corte. Siempre estoy suspirando por salir. Soy como un pájaro enjaulado, que va siguiendo las varitas para ver si puede escapar. Casi me habría alegrado de una revolución para que me hubiesen echado. Premonición que pronto vería cumplida.
En materias de política, jamás me he querido meter ni antes que era mero sacerdote ni ahora tampoco… considero que actualmente la España es como una mesa de juego; los jugadores son los dos partidos…que, al fin y al cabo, no son más que jugadores que tratan de ganar el tanto y tener el orgullo de mandar a los demás o el lucro del sueldo más crecido; por manera que el móvil de la política y de los partidos no es más que la ambición, el orgullo y la codicia."
En su Autobiografía emite este sobrenatural juicio sobre la política española: "El día 27 de Agosto de 1861, durante la Bendición del Santísimo Sacramento que di después de la Misa, el Señor me hizo conocer los tres grandes males que amenazan la España, y son: la descatolización, la república y el comunismo. Para atajar a estos tres males me dio a conocer que se habían de aplicar tres devociones: el Trisagio, el Santísimo Sacramento y el Rosario. El Trisagio, rezándolo cada día. El Santísimo Sacramento, oyendo la Misa, recibiéndole con frecuencia y devoción, sacramental y espiritualmente. El Rosario, rezando las tres partes cada día, o a lo menos una; meditando los Misterios".
EL MILAGRO EUCARÍSTICO
En medio de ataques e incomprensiones el Señor no le dejó solo, al contrario, quiso premiar la fidelidad de San Antonio María Claret concediéndole la gracia de preservar en su pecho a Jesús Sacramentado, como un Sagrario viviente; así lo relató el Santo: "El día 26 de Agosto de 1861, hallándome en oración en la iglesia del Rosario de La Granja, a las siete de la tarde, el Señor me concedió la gracia grande de la conservación de las especies sacramentales, y tener siempre día y noche el Santísimo Sacramento en mi pecho. Desde entonces debía estar con mucho más devoción y recogimiento interior. También tenía que orar y hacer frente a todos los males de España, como así me lo manifestaba el Señor en otras oraciones."
Más adelante escribirá "El día 11 de Mayo de 1862, hallándome en la Capilla de Palacio de Aranjuez en la reserva del Santísimo Sacramento, me ofrecí a Jesús y a María para predicar, exhortar y a pasar trabajos y la muerte misma, y el Señor se dignó aceptarme."
DESTIERRO Y EXILIO; PARTICIPA EN EL CONCILIO
El 18 de Septiembre de 1868, la Revolución, ya en marcha, era incontenible. Aconteció el destronamiento de la Reina Isabel II. Con la derrota del Ejército isabelino en Alcolea caía Madrid, y la Revolución, como un reguero de pólvora, se extendió por toda España.
El día 30, la Familia Real, con algunos leales y su confesor, salía para el destierro en Francia. Primero hacia Pau, luego París. El Obispo Claret tenía 60 años entonces. El 30 de Marzo de 1869, San Antonio María Claret se separaba definitivamente de la Reina y se iba a Roma, donde participaría en el Concilio Vaticano I.
En Agosto de 1870 se refugió en el Monasterio Cisterciense de Fontfroide. En aquel cenobio, cerca de Narbona, fue acogido con gran alegría por sus moradores.
"Me parece que ya he cumplido mi misión, en París y en Roma he predicado la Ley de Dios... En París como capital del mundo, en Roma capital del Catolicismo, lo he hecho de palabra y por escrito, he observado la santa pobreza..."
MUERTE Y CANONIZACIÓN
El día 4 de Octubre tuvo un ataque de apoplejía. El día 8 recibió los últimos Sacramentos e hizo la Profesión Religiosa como Hijo del Corazón de María, a manos del Padre Xifré.
Llegó el día 24 de Octubre por la mañana. Todos los religiosos se habían arrodillado alrededor de su lecho de muerte. Entre oraciones, San Antonio María Claret entregó su espíritu en manos del Creador. Eran las 8:45 de la mañana y tenía 62 años.
Su cuerpo fue depositado en el cementerio monacal con una inscripción de Gregorio VII que rezaba: "Amé la justicia y odié la iniquidad, por eso muero en el destierro".
El 7 de Mayo de 1950 el Papa Pío XII lo canonizó. Estas fueron sus palabras aquel memorable día: "San Antonio María Claret fue un alma grande, nacida como para ensamblar contrastes: pudo ser humilde de origen y glorioso a los ojos del mundo. Pequeño de cuerpo, pero de espíritu gigante. De apariencia modesta, pero capacísimo de imponer respeto incluso a los grandes de la tierra. Fuerte de carácter, pero con la suave dulzura de quien conoce el freno de la austeridad y de la penitencia. Siempre en la presencia de Dios, aún en medio de su prodigiosa actividad exterior. Calumniado y admirado, festejado y perseguido. Y, entre tantas maravillas, como una luz suave que todo lo ilumina, su devoción a la Madre de Dios".
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