miércoles, 21 de diciembre de 2011

SAN JOSÉ, EN LAS REVELACIONES DE MARÍA VALTORTA


   Dice el Libro de la Sabiduría: “En la sabiduría está el espíritu de inteligencia que es santo, único, múltiple, sutil…todo lo puede, todo lo prevé, abraza a todos los espíritus…La sabiduría penetra con su pureza, es vapor de la virtud de Dios, por esto en ella no hay nada impuro. Imagen de la bondad de Dios e inmutable como es; renueva todas las cosas, se comunica a las almas santas, hace a los hombres y a los profetas  amigos de Dios”.


   "San José, no por ciencia humana, sino por una sobrenatural; supo leer en el libro sellado de la Virgen Inviolable y percibió verdades proféticas con su “ver”,  cual un misterio sobrehumano donde los demás no veían en ella más que una gran virtud. Impregnado de esta sabiduría, emanación del Omnipotente; se dirige, con espíritu seguro, al mar de este misterio de gracia que es la Santísima Virgen; se interna con ella en espirituales coloquios en los que más que los labios que hablan, lo hacen dos corazones que conversan en el sagrado silencio de las almas, cuyas voces únicamente oye Dios porque le son siervos fieles y están llenos de El.


   La sabiduría del Justo aumenta con la cercanía de la Llena de Gracia y lo prepara para que penetre en los secretos más profundos de Dios y pueda defenderlos de las acechanzas humanas y del demonio y entretanto, lo renueva. De Justo lo hace un santo y de santo, el Custodio de la Esposa y del Hijo de Dios. Llevando su castidad hasta el heroísmo angélico él defiende cual sello, cual arcángel de fuego a la Puerta del Paraíso, donde el Eterno tiene sus delicias hablando con la que es su amor; bosque de lirios en flor, aura perfumada, brisa de fresco amanecer, estrella rutilante, delicia de Dios.


   Allí está la Nueva Eva, delante de San José, que no es hueso de sus huesos ni carne de su carne. Arca viva de Dios que recibe de él su tutela y a la que tendrá que devolver pura, como la recibió “Esposa de Dios” y cuando la sospecha en la hora de la prueba, por la futura maternidad de su amada, lo atormentó, él como hombre y siervo de Dios sufrió, como ningún otro, por el sospechoso sacrilegio.


   San José se ofrece al Cordero como holocausto por el pecado del mundo, en expiación y lo hace domeñando sus instintos varoniles que una vez, en el principio de los tiempos  triunfaron; conculcando los derechos de Dios sobre el hombre y que ahora El Hijo, la Madre y el padre nutricio devuelven a Dios, haciendo tornar también la gracia a los hombres. Esto lo hace San José con su castidad perpetua.


   ¿Qué San José no estuvo en el Gólgota? ¿Os parece que no esté entre los corredentores? El fue el primero y qué grande es a los ojos de Dios, por su sacrificio, su constancia, su paciencia y por su fe. ¡Qué fe mayor que con la que creyó los milagros del Mesías sin haber visto?


   Sea alabado mi padre putativo, ejemplo de lo que os falta: pureza, fidelidad y amor perfecto. Sea alabado el magnífico lector del Libro Sellado al que enseñó la Sabiduría para que pudiese comprender los misterios de la Gracia y que fue elegido para tutelar la Salvación del mundo contra las acechanzas de toda clase de enemigos".

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