"De la misma manera podemos también vivir en nuestra amabilísima Madre María, poniendo nuestro esfuerzo en conservar y fomentar en nuestra alma, filial, tierna e inocente conversión del espíritu a Ella y la amorosa aspiración y respiración en María como en nuestra Madre en Dios, tanto en el obrar como en el padecer, ya en las acciones o bien en las omisiones y, en fin, en cualesquiera penas, dolores, aflicciones y apremios, de suerte que el amor se mueva, como en suaves ondas de flujo y reflujo de María a Dios y de Dios a María.
Maria Regina Inmaculata
El devoto de María procura vivir siempre en la amorosa presencia de esta Madre; el hijo amante de María, por el constante ejercicio de tenerla en la memoria como la Madre Amable, logra el hábito de este filial y amoroso recuerdo, de arte que todos sus pensamientos y afectos van a parar juntamente en Ella y en Dios, ni parece posible que pueda olvidarse de la Madre Amable ni de Dios.
Así como lo hace con Dios, de la misma manera se esfuerza en vivir por María, esto es, en emplear y consumir todas sus fuerzas activas y pasivas por María, en su obsequio, honra y amor, deseando que en todas las cosas sea reverenciada, glorificada y amada y que Su Reinado se fomente, se perfeccione y acreciente en el de Su Hijo Jesús."
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